En un mundo donde los sueños a menudo parecen inalcanzables, la historia de Andrea Casarrubios es un recordatorio inspirador de que la perseverancia, la pasión y un poco de locura pueden llevar a lugares inimaginables. Desde su hogar en la tranquila San Esteban del Valle, un pintoresco pueblo en la provincia de Ávila, hasta las grandes salas del Carnegie Hall en Nueva York, la trayectoria de esta compositora y violonchelista es simplemente asombrosa. Hoy exploraremos su más reciente obra, SEVEN, su nominación a un premio Grammy y cómo estas experiencias moldean su música y su vida.
Naciendo de la adversidad: la creación de SEVEN
¿Alguna vez te has encontrado en una situación tan difícil que solo puedes reírte? En el caso de Andrea, el confinamiento por la pandemia fue una mezcla de incertidumbre, tristeza, y un rayo de luz creativa. Recuerda que esos meses en Nueva York eran propios de una película de angustia. “Allí pasé los meses críticos del confinamiento”, confiesa, y es en ese contexto donde nace SEVEN. La pieza es un homenaje a las víctimas de la pandemia y, como ella misma dice, “finaliza con siete sonidos que emulan el toque de las campanas de un reloj”. Ese toque nos recuerda esos breves momentos de gratitud que, aunque cortos, eran inmensamente significativos en medio del caos.
¿Por qué siete?
Ah, el número siete, siempre místico, siempre inquietante. En este caso, Andrea utiliza el número para evocarnos a todos esos trabajadores sanitarios que se convirtieron en los verdaderos héroes de la historia. La música se convierte en un vehículo para transmitir emociones, un medio a través del cual conectamos con lo que hemos vivido. Es como si cada nota tocada por su violonchelo llevara consigo un poco del sufrimiento y la esperanza de toda una sociedad.
Una nominación que cambia vidas
No es común ver a una compositora española de música clásica en la lista de nominados a un premio Grammy. Pero aquí está Andrea, lista para representar no solo su música, sino también al talento español en un escenario global. “Ha sido una sorpresa total”, dice con una mezcla de incredulidad y orgullo. ¿No es impresionante cómo un sueño que parecía tan lejano se vuelve de repente una realidad palpable? Ella misma ha tenido que recordar aquel adagio: “Al final, todo llega”.
Su nominación a la categoría de Mejor Composición Clásica durante la gala que tendrá lugar en el Crypto.com Arena de Los Ángeles, no es solo un triunfo personal. Representa un paso significativo para las compositoras y músicos de España en un género que ha sido históricamente dominado por nombres anglosajones. Andrea está abriendo puertas, y eso es algo que no debemos tomar a la ligera.
De sus raíces a la cima: el viaje de un talento excepcional
Como todo buen viaje, el de Andrea tuvo sus altibajos. Nacida en un “pueblo mágico”, con padres que, aunque no eran músicos, apoyaron su pasión, comenzó a tocar el violonchelo y a componer desde muy pequeña. Ella misma comparte que “mis padres no eran músicos, pero siempre tuvieron muy claro que el aprendizaje de un instrumento estimula enormemente la sensibilidad”. Esta combinación de apoyo familiar y talento innato la llevó a recibir una educación excepcional.
Al escucharla hablar de sus maestros, se nota que tiene un profundo respeto y admiración por ellos. ¿Quién no ha tenido esa figura en su vida que nos guía en nuestra pasión? A menudo recuerda la influencia de compositores y conductores como John Corigliano, un ganador del Oscar que la apoyó en momentos cruciales. Por si esto fuera poco, el hecho de que Andrea haya tenido que abrirse camino en un contexto tan competitivo la convierte en un ejemplo perfecto de resiliencia.
Conectando con sus raíces y la experiencia de vivir en el extranjero
Aunque ahora vive principalmente en las grandes ciudades, Andrea no olvida sus raíces. “Siento una conexión muy potente con lo rural”, dice. Este vínculo con su hogar le permite mantener los pies en la tierra. ¿No es curioso cómo la vida puede llevarte a recorrer el mundo, pero siempre regresamos a lo que nos hace sentir completos? Su música está impregnada de ese sentimiento, combinando elementos de lo tradicional y lo contemporáneo.
La vida de una artista no siempre es fácil. Andrea ha tenido que “tocar puertas” y presentarse a audiciones para ganar reconocimiento en los Estados Unidos. ¡Qué experiencia tan angustiante y liberadora a la vez! Cada nuevo proyecto, cada nuevo destino, le ha permitido seguir creciendo y perfeccionando un estilo que es inconfundible. Su obra ha resonado en distintas partes del mundo, desde México hasta Singapur, lo que habla de su capacidad para conectar con diversas culturas a través de su música.
Un proceso creativo lleno de significado
Es interesante observar cómo Andrea transforma sus emociones y experiencias en arte. Con cada nota de SEVEN, podemos sentir la intensidad de una época complicada. Ella misma lo explica: “En los últimos años, he ido liberando emociones y transformándolas en melodías que contienen mis raíces”. Cada composición es un reflejo de momentos vividos, amores perdidos, y esperanzas renovadas. ¿No es eso lo que hace que la música sea tan poderosa?
Los siete temas de su álbum exploran una variedad de emociones. Desde el solemne Afilador, que recuerda a quienes ya no están, hasta la tranquilidad de Mensajes del agua, cada melodía tiene una historia que contar. La música se convierte en un lenguaje universal que nos permite conectar a un nivel más profundo con nuestros sentimientos y experiencias humanas.
Colaboraciones notables y nuevos desafíos
Consciente de que el verdadero arte a menudo se hace en colaboración, Andrea no se detiene aquí. Actualmente, está trabajando en un encargo de la Juilliard School en colaboración con la poeta Amanda Gorman, famosa por su emocionante actuación en la ceremonia de investidura de Joe Biden. Este nuevo proyecto, que celebra el 250º aniversario de los Estados Unidos, es justo otro ejemplo de cómo las experiencias de vida pueden canalizarse en proyectos significativos.
La anticipación del futuro
Ya con planes de estrenar su Concierto para violonchelo y orquesta en abril, cada nuevo reto es otra oportunidad para crecer. “Creo que será otro gran momento para enmarcar”, dice con una confianza contagiosa. Y es que, aunque el camino ha sido largo, cada paso ha sido un peldaño hacia algo más grande.
Aunque Instagram y las redes sociales a menudo muestran lo glamoroso de la vida artística, hay una dura realidad detrás de cada éxito. La lucha, la disciplina y la pasión que exige cada presentación son aspectos que a menudo se pasan por alto. Andrea representa esa dualidad: el trabajo duro es tan indispensable como la creatividad.
Reflexiones finales y un llamado a la acción
En conclusión, la historia de Andrea Casarrubios es un testimonio del poder transformador de la música y la pasión. Nos enseña que, aunque la vida pueda presentar los desafíos más inesperados, siempre hay espacio para la creatividad y la esperanza. A través de su música, nos invita a sentir y a recordar, a rendir homenaje a aquellos que han luchado y han caído, y a celebrar cada uno de nuestros propios éxitos.
Así que la próxima vez que escuches una pieza de música clásica, ya sea en un concierto, en tu coche o simplemente mientras trabajas en casa, recuerda a Andrea y su viaje. Y que, quizás, tú también puedas encontrar tu propia forma de expresión que resuene con el mundo que te rodea. ¿Quién sabe? Tal vez la próxima gran historia musical esté justo a la vuelta de la esquina, esperando a ser contada.
Y antes de que me despida, déjame hacerte una pregunta: ¿qué historias estás dispuesto/a a contar a través de tu propia vida?