En un mundo donde lo virtual se ha convertido casi en una segunda realidad, el acceso a la cultura—esa que está llena de historias, arte e historia—nunca ha sido tan crucial. Y en medio de este cambio, instituciones como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) de México están a la vanguardia, llevando a cabo un esfuerzo titánico por hacer que nuestro patrimonio cultural sea accesible a través de la digitalización. ¡Así que abróchense los cinturones, viajemos por el fascinante universo de la digitalización cultural!

El valor de digitalizar: ¿Cuántas joyas culturales hemos perdido?

Antes de entrar en detalles, déjenme plantear una incómoda pregunta: ¿cuántas veces hemos perdido algo que realmente apreciamos? Recuerdo una vez que dejé una caja llena de fotografías familiares en una mudanza y, honestamente, sentí que había perdido parte de mi historia. Ahora, imaginen cuántos artefactos, documentos y obras de arte han desaparecido sin dejar rastro debido a guerras, desastres naturales o simplemente al paso del tiempo.

La digitalización de archivos culturales es como hacer una copia de seguridad de nuestra memoria colectiva. Nos ayuda a proteger esos fragmentos de historia y, al mismo tiempo, los hace accesibles a cualquier persona con conexión a Internet. Si bien es probable que nunca podamos recuperar esos recuerdos perdidos, los esfuerzos de digitalización están asegurando que muchas de nuestras semillas culturales no solo sobrevivan, sino que florezcan en el vasto jardín de la red.

El estado actual de la BNAH: un océano de conocimiento

La BNAH es un lugar impresionante, lleno de aproximadamente 500,000 ejemplares, ¡y eso es solo el comienzo! Desde hemerotecas históricas hasta archivos sonoros que documentan las melodías de nuestra cultura popular, este lugar es un verdadero tesoro. Y entre esos tesoros, se encuentran 200 códices mesoamericanos—casi una biblioteca en sí misma—que son como las joyas del patrimonio cultural mexicano. Pero, claro, ¿quién tiene tiempo para viajar a Ciudad de México para ver todo esto?

Ahí es donde entra el equipo de digitalización del INAH, que se ha propuesto ofrecer acceso a las maravillas de la BNAH desde la comodidad de nuestros hogares. ¿Alguna vez has querido explorar una fototeca o un archivo sonoro sin tener que lidiar con el tráfico de la Ciudad de México? Pues bien, esto es un sueño hecho realidad para todos los amantes de la cultura.

El proyecto de digitalización: ¿puede la tecnología salvar el pasado?

La pregunta es, ¿cómo se lleva a cabo esta monumental tarea? Según fuentes, el INAH creó en 2021 un Laboratorio de Investigación Especializada en Protección del Patrimonio Documental y Bibliográfico (sí, dicho así suena más a una película de ciencia ficción que a un proyecto cultural), con la misión de digitalizar estos valiosos bienes culturales.

Con una inversión de seis millones de pesos—que al cambio son unos 300,000 euros—el laboratorio adquirió tecnología de última generación como escáneres de gran formato y cámaras de alta resolución. Y aquí es donde mi parte geek se emociona, porque al ver cómo se usan estos equipos, es como ver a un artista transformar un lienzo en blanco en un majestuoso cuadro. No solo se trata de hacer clic y guardar; se trata de capturar cada detalle y matiz de nuestra historia.

¿Y quiénes están detrás de este esfuerzo? En palabras de Yosajandi Huerta Avendaño, una profesional de la Fototeca de la BNAH, la digitalización no solo es una cuestión de acceso, sino también de preservación. Los daguerrotipos, por ejemplo, son extremadamente delicados y pueden dañarse con la manipulación. ¡Imagina perder un siglo de historia por un simple error! Digitalizarlos y tenerlos disponible online es una forma de proteger nuestro pasado.

Beneficios de la digitalización: ¿solo comodidad o algo más?

El acceso a estas colecciones digitales no solo permite que personas de todo el mundo se conecten con su patrimonio cultural; también fomenta el estudio y la investigación. Ya no es necesario que investigadores o estudiantes estén físicamente en las instalaciones para examinar documentos. Esto abre un mundo de posibilidades. Por ejemplo, imaginen a un estudiante en una clase de historia de Japón, intrigado por las culturas mesoamericanas, que ahora puede explorar réplicas digitales de códices antiguos sin volar a México.

Además, el enfoque moderno va más allá de simplemente subir fotos y documentos. Hoy, las plataformas digitales ofrecen interactividad. Podemos realizar búsquedas, navegar a través de las imágenes y, en algunos casos, incluso acceder a grabaciones de sonido. Esto abre un universo de aprendizaje que, honestamente, me hace sentir como un niño en una tienda de golosinas. ¿Quién no se emocionaría por esto?

¿Qué hay detrás del telón? Limitaciones y desafíos de la digitalización

Sin embargo, no todo es un cuento de hadas y risas en este escenario digital. La digitalización, aunque maravillosamente efectiva, también enfrenta una serie de desafíos. Por un lado, está la cuestión del costo. Aunque el INAH está invirtiendo en la digitalización, no todas las instituciones tienen esa capacidad.

Además, la calidad de las imágenes y documentos escaneados puede variar. No todos los archivos se pueden digitalizar en la misma calidad—algunos simplemente están demasiado deteriorados. También existe la cuestión del acceso a la tecnología. No todos en México (o en el mundo) tienen conexiones de Internet rápidas y fiables, lo que limita el acceso a estos recursos.

Y no olvidemos el dilema de la destrucción cultural. Mientras que digitalizar puede ser un salvavidas, el riesgo de que personas utilicen esa información para crear narrativas sesgadas o manipuladas no se puede ignorar. Así que, sí, la digitalización es emocionante, pero también requiere un enfoque consciente y responsable.

El futuro de la digitalización: ¿a dónde vamos?

El futuro de la digitalización suena prometedor, pero también está lleno de retos. Con la introducción de tecnologías como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, nosotros como comunidad debemos preguntarnos: ¿Cómo podemos asegurarnos de que la digitalización no solo sea una moda pasajera? Necesitamos pensar en sistemas sostenibles que protejan nuestra cultura mientras la hacen accesible.

Se está hablando de realidad aumentada y realidad virtual como formas de mejorar la experiencia de la visualización y el acceso a estas colecciones. Imaginemos un recorrido virtual por la BNAH mientras estamos cómodamente sentados en el sillón de nuestra sala. ¿Un poco de Netflix cultural, tal vez? Suena tentador, ¿verdad?

Conclusión: una nueva era para la cultura

Mientras el INAH y la BNAH siguen adentrándose en este mar digital, como comunidad debemos apoyarlos y reconocer el trabajo arduo que están haciendo. La digitalización no solo permite que la cultura y la historia sean más accesibles, sino que nos ofrece una oportunidad para aprender, compartir y apreciar lo que nos conecta como humanidad.

Así que, la próxima vez que te encuentres navegando por una base de datos cultural—quizás buscando esa fotografía de la inauguración de una edificación histórica o admirando los detalles de un códice antiguo—tómate un momento para apreciar el esfuerzo y la dedicación que hay detrás de esos clics. Y recuerda, cada uno de nosotros tiene un rol que desempeñar en esta misión de proteger nuestra historia para las generaciones futuras. Al fin y al cabo, ¡todos somos parte de esta maravillosa historia cultural!

Entonces, ¿cómo te sientes al respecto? ¿Listo para sumergirte en el fascinante espacio digital que han creado el INAH y la BNAH? ¡Hagámoslo juntos!