La semana del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, suele tener un tono diferente en los medios y en las redes sociales. Aquí es cuando la lucha por la equidad de género se coloca en el centro del escenario, iluminando tanto los éxitos como las batallas aún por librar. Sin embargo, este año, la situación se ha tornado especialmente candente. ¿Por qué? Porque Vox, el partido político de derechas, ha decidido participar activamente en esta conmemoración, pero no de la forma que uno podría esperar. En lugar de unirse al clamor por la igualdad, han patrocinado un evento con la Asociación Nacional de Ayuda a las Víctimas de Violencia Doméstica (ANAVID), que es conocida por negar la existencia de la violencia machista.

No puedo evitar preguntarme: ¿estamos volviendo a los días oscuros donde la lucha por los derechos de las mujeres era vista como una extravagancia? Permítanme llevarlos a través de este laberinto de controversias, anécdotas y análisis.

El contexto de la controversia: Vox y su relación con el feminismo

Primero, un poco de contexto. Vox ha sido un partido que, a lo largo de su corta pero intensa trayectoria, ha suscitado reacciones contrastantes. Algunos los ven como los “defensores de la tradición”, mientras que otros los consideran retrógrados en sus ideales. Lo cierto es que su discurso ha sido polarizador, especialmente en temas como el feminismo. Este año, parece que han decidido redoblar sus esfuerzos en este ámbito, lo que me hace reflexionar sobre cómo un grupo político puede básicamente ir en contra de un movimiento que busca la igualdad y el respeto.

La ironía del patrocinio de Vox

Patrocinar un acto que niega la violencia de género en la misma semana en que el mundo celebra la lucha de las mujeres es, en el mejor de los casos, irónico. Recuerdo que en la universidad, mi profesor de filosofía siempre decía: «La ironía es la herramienta del sociólogo». Si él estuviera aquí, probablemente estaría encantado de analizar cómo Vox se ha convertido en un objeto de estudio en sí mismo.

Claro, la violencia machista es un tema serio. Afecta a millones de mujeres en todo el mundo, y negar su existencia es como intentar borrar con un borrador encarnado un capítulo sombrío de nuestra historia. ¡Hola, el Titanic se hundió, pero eso no significa que debamos ignorar el iceberg!

El papel de ANAVID en este torbellino mediático

La ANAVID ha sido otras veces un foco de controversia. Su vicepresidente, Jesús Muñoz, ha estado en el centro de la diana, haciendo declaraciones que han generado un sinfín de debates. Al parecer, se atreve a afirmar que “las denuncias de violencia machista son exageradas” y que las “mujeres son igualmente culpables”. En un mundo donde las estadísticas son claras, donde cada día las noticias revelan más casos de feminicidios, esta postura resulta, cómo decirlo, un tanto… desconectada de la realidad.

Influye también el hecho de que esto no es solo un problema político, sino social. Esto me hace pensar en la importancia de los espacios de diálogo. ¿Realmente se puede avanzar hacia la igualdad cuando hay voces que intentan socavar la esencia misma de esos derechos?

Un encuentro desafortunado: el acto en el Congreso

Algunos se preguntan cómo es posible que un evento así tomara forma en el Congreso de los Diputados. Este lugar, que debería ser sinónimo de la lucha por los derechos ciudadanos y la representación, se convierte en el escenario de una narrativa que a muchos les resulta incómoda. Al asistir, uno no puede dejar de sentir una mezcla de indignación y, quizás, tristeza.

Imagina que estuvieras allí, rodeado de gente que sostiene estas opiniones. ¿Te sentirías un poco como un extraterrestre? Un vistazo alrededor revelaría rostros pensativos, otros llenos de rabia, y algunos, simplemente ignorantes de la gravedad del tema. En cualquier caso, este encuentro se siente como un juego de ajedrez, donde las piezas, de un lado, parecen tener un énfasis radical en «hacer lo correcto» y, del otro, en sencillamente “negar”.

La importancia de la educación y la empatía

¿Y entonces, qué hacemos? Primero, hagamos un llamado a la educación y a la empatía. En lugar de gritar por las redes sociales, debemos empezar a escuchar a las mujeres que han sido víctimas de violencia, a las familias que han sufrido pérdidas. La educación es la arma más poderosa que tenemos. Así como aprendí sobre la importancia de los derechos humanos en la escuela, cada uno de nosotros puede contribuir a una conversación más productiva.

Cuando hablo de empatía, me refiero a una escucha activa. Es vital entender cómo las experiencias de vida de las mujeres son diferentes a las nuestras. Recuerdo una vez, en un taller sobre violencia de género, donde una mujer compartió su historia de superación. Mientras hablaba, me di cuenta de que sus cicatrices no eran solo físicas, sino también emocionales. ¿Cuántas veces hemos dejado de escuchar porque simplemente no estamos interesados, o porque creemos que no nos afecta directamente?

Las redes sociales: un campo de batalla moderno

Las redes sociales han añadido una nueva dimensión a este conflicto. Es casi como una versión moderna del coliseo romano, donde nos sentamos a ver cómo unos gladiadores luchan verbalmente. No hay duda de que las plataformas amplifican las voces, pero también pueden distorsionar la verdad. Cuando miramos los comentarios sobre Vox o ANAVID en Twitter, por ejemplo, se nos recuerda que, a pesar de los avances, aún hay una resistencia considerable al feminismo.

Sin embargo, ahí también radica una oportunidad. Gracias a las redes sociales, podemos difundir conciencia y educación a un nivel sin precedentes. Cualquier persona puede compartir una historia inspiradora, un artículo revelador, o simplemente un meme que hable de la realidad del feminismo.

La cultura de la cancelación: ¿una herramienta necesaria?

En este contexto, algunos abogan por la denominada “cultura de la cancelación”, donde aquellos que tienen creencias que se consideran dañinas son “cancelados” de la sociedad. Si bien en parte aprecio la idea de que lo que se dice tiene consecuencias, también creo que el diálogo es esencial. La cultura de la cancelación puede aislar a las personas, y una vez que están en el «bando equivocado», eso sólo potencia que se encierren en su burbuja.

En lugar de cancelar, quizás deberíamos considerar el poder de la conversación. ¿Y si al escuchar a aquellos con puntos de vista opuestos, pudiéramos derribar muros, en lugar de edificar más?

Mirando hacia el futuro: una reflexión necesaria

Finalmente, al concluir esta reflexión sobre Vox, ANAVID y su impacto en el feminismo contemporáneo, me queda una pregunta en el aire: ¿qué tipo de legado estamos dejando para las futuras generaciones? La lucha por la igualdad de género no es un conflicto nuevo; es una batalla histórica. Sin embargo, cada década presenta nuevos desafíos y oportunidades.

La próxima vez que veas un artículo sobre feminismo, violencia de género o cualquier otro tema relacionado, te invito a que pienses en cómo puedes aportar a la conversación. No se trata de tomar partido de forma ciega, sino de informarse, escuchar y, sobre todo, empatizar.

Así que sí, el 8 de marzo puede ser un día de reflexión, pero también puede ser un día de acción. Después de todo, si no levantamos la voz por la justicia y la equidad, ¿quién lo hará? Recordemos que aunque enfrentemos a gigantes en esta lucha, el poder de la comunidad es inconmensurable. Al final del día, el feminismo debería ser un camino en el que todos podamos transitar juntos, hacia un futuro más justo y equitativo.


En resumen, Vox ha decidido embarcarse en una travesía controvertida en un momento crítico. A través de ANAVID, presentan una narrativa que muchos consideran destructiva para el avance hacia la desigualdad de género. La historia se desarrolla en un espacio donde la educación, la empatía y el diálogo son más necesarios que nunca. Las redes sociales pueden ser una herramienta poderosa, pero la conversación verdadera implica escuchar y aprender. Que este sea el inicio de un diálogo sincero y transformador.