En un rincón de Madrid, donde los ecos de la historia se entrelazan con las actuales contiendas políticas, se llevó a cabo un evento que, a decir verdad, parecía más un mitin que una cumbre diplomática. Hablamos del encuentro de los “patriotas” europeos, donde el nombre de Santiago Abascal resonaba con fuerza. En ocasiones, asistimos a estos actos y nos preguntamos: ¿qué es lo que realmente está en juego?

Me gustaría llevarte de la mano a esta crónica, llena de matices y color, con un vistazo particular a lo que implica este auge de la extrema derecha en el viejo continente y cómo lo vivimos desde el suelo español.

El escenario: un mar de banderas y vítores

Cuando llegué al auditorio, lo primero que me llamó la atención fue el bullicio vibrante que llenaba el recinto. Eran más de 1.500 asistentes enfundados en banderas de España, aplaudiendo a rabiar por cada mención de “soberanía nacional” y “defensa de las fronteras”. ¿Quién diría que el patriotismo, tras años de ser un tema tabú, regresaría con tal fuerza? No es que yo sea un experto en sociología, pero no pude evitar pensar en cómo la memoria colectiva de la nación se reinterpretería en el futuro, empujada por este tipo de eventos.

Vox se planteó como anfitrión ideal para una cumbre que, aunque de bajo perfil en la prensa general, significó un recordatorio palpable de que el espectro político está cambiando. Los gritos de “viva España” mezclados con elogios a Abascal por parte de sus colegas europeos dejaron en claro que sus bases están más fuertes que nunca.

¿Quiénes eran los protagonistas?

El evento sirvió como un escenario para figuras como Marine Le Pen, Viktor Orbán, y otros rostros reconocidos de la política europea, quienes, al igual que Abascal, comparten el ideario de una Europa más nacionalista y menos sujeta a las corrientes globalizantes. Los discursos de estos líderes se entrelazaron, hablando del “globalismo” como si fuera una sombra que amenazara la identidad de sus naciones.

¿Pero quién se llevó realmente el corazón del público? Mientras se proclamaban frases en defensa de la «identidad patriótica», los aplausos más fervientes surgieron de las críticas a Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Aquí, en este auditorio, las divisiones políticas de España se diluyeron por un momento en un coro de vivas y ovaciones.

Un llamado a la acción desde la distancia

La intervención telemática de María Corina Machado, opositora venezolana, trajo consigo una mezcla de admiración y desafío. Su llamado a la “organización social” resonó en los corazones de muchos asistentes que parecían no solo abarrotar el lugar, sino agruparse en torno a un mismo objetivo: luchar “contra los enemigos de la libertad”. Esto plantea una cuestión intrigante: ¿es el patriotismo en Europa la respuesta a la polarización mundial?

Por otro lado, Javier Milei, conocido por su estilo explosivo, apareció brevemente y, aunque su intervención fue corta, fue suficiente para que el público estallara en vítores. Cuando escuché a Milei gritar “¡viva la libertad, carajo!”, pensé: ¿quién no se siente motivado por una declaración tan visceral, aunque sea un poco exagerada?

¿Qué nos dice esto sobre la extrema derecha en Europa?

Desde una perspectiva más amplia, lo que se vio en Madrid fue un símbolo del resurgimiento de la extrema derecha a nivel global. Los asistentes, muchos de ellos concejales y miembros de la base de Vox, estaban allí no solo como simples simpatizantes, sino como quizás, embajadores de un cambio que anhelan ver en sus propias comunidades y a nivel europeo.

A medida que el evento proseguía, un pequeño incidente capturó la atención de los asistentes. Una activista de Femen, que irrumpió en el auditorio gritando “¡al fascismo ni un paso más!”, fue rápidamente acompañada a la salida por la seguridad. ¿Qué tan importante es la libertad de expresión en un espacio que aboga por la “defensa de la nación”? Esa es una pregunta que creo que todos deberíamos reflexionar.

La historia de un partido en ascenso

Vox ha recorrido un largo camino desde sus inicios. Lo que comenzó como una voz aislada en el panorama político español ha cobrado fuerza, logrando unir a personas que sienten que sus valores e identidades han sido atacados. Abascal, con su discurso claro y directo, ha sabido captar el sentimiento de una parte de la población que se siente desalentada por las políticas actuales.

Uno podría preguntarse: ¿hasta qué punto se alimentan las concepciones de masculinidad y feminidad en estos eventos? Mientras muchos aplaudían y vitoreaban, me recordó a aquellos días de juventud en que similarmente había sentido el espíritu del “patriotismo” revivir en mis venas. Pero ahora, a medida que maduraba, me preguntaba por las implicaciones más profundas de ese fervor nacionalista.

Voces disonantes y su significado

Es importante reconocer que, mientras unos celebran, otros resisten. El revuelo provocado por la activista de Femen resuena con la realidad de muchas voces disidentes que sienten que podría haber una regresión en derechos y libertades. Personalmente, me conmueve la capacidad que tiene la política de unir y dividir a partes iguales.

Mientras en el auditorio en Madrid los vítores llenaban el aire, afuera, una realidad opuesta sostenía la voz de aquellos que no estaban de acuerdo. ¿Es posible que estemos en una era donde el diálogo y el consenso han sido reemplazados por choques de ideologías? Es un pensamiento inquietante, pero no podemos ignorarlo.

Reflejando lo visto, el futuro de España y Europa

Esta cumbre no es solo sobre Vox. Es sobre el futuro de España, de Europa y, por extensión, del mundo. Las tendencias políticas muchas veces reflejan las inquietudes de una población que, cansada de las promesas vacías, busca un cambio, aunque ese cambio no siempre se alinee con nuestra visión del mundo. El despliegue de poder, el carisma de figuras como Abascal, y la resonancia de ideas nacionalistas siempre planteará desafíos éticos y sociales que debemos considerar.

En un mar de banderas y discursos patrióticos, surge el dilema sobre cómo mantenerse fiel a nuestros valores y principios en un clima de creciente xenofobia y nacionalismo. ¿Es posible reconciliar el amor a la patria con el respeto por las diferencias? Es, sin duda, un reto al que todos estamos llamados a responder.

Conclusión: ¿Dónde nos deja esto?

Asistir a este evento fue más que una simple observación de lo que implica la política actual. Fue un recordatorio de que, aunque el patriotismo puede ser un puente para muchos, también puede ser una barrera. Invertir en un diálogo que incluya las voces de todos es esencial para construir una sociedad más equitativa.

Recuerda, la historia se está escribiendo todos los días. Y cada una de nuestras acciones puede contribuir a un futuro en el que el patriotismo no signifique excluir, sino incluir. Si has llegado hasta aquí, te invito a reflexionar: ¿qué tipo de nación y de continente quieres contribuir a construir? Las respuestas pueden ser tan variadas como la audiencia en ese auditorio de Madrid. Hablemos, sumemos voces y construyamos juntos.