Si hay algo que define la política en España es su capacidad de generar debates intensos, sobre todo cuando se trata de temas relacionados con los derechos de las minorías y la identidad de género. Recientemente, el 41 Congreso Federal del PSOE ha dado de qué hablar, no solo por las decisiones tomadas, sino por el trasfondo de las tensiones internas que siguen permeando en el partido. En este artículo, exploraremos la controversia surgida por la eliminación de las siglas Q+ en el contexto de las reivindicaciones LGTBIQ+, cómo se ha desarrollado esta decisión y qué podría significar para el futuro del feminismo y los derechos LGTBI en España.

¿Por qué todo este revuelo?

Es probable que te estés preguntando: ¿por qué es tan importante la inclusión de esas siglas Q+? La respuesta puede parecer sencilla, pero como todo en la vida, tiene su complejidad. Las siglas Q+ hacen referencia a las personas queer y a un espectro más amplio de identidades de género y orientaciones sexuales. Así que, al eliminar esas letras, el PSOE no solo está modificando un texto, sino que posiblemente deja de lado una serie de luchas y realidades que muchos consideran esenciales.

Algunos miembros del PSOE, especialmente las llamadas feministas clásicas, argumentan que tal inclusión podría desvirtuar la trayectoria feminista del partido. Desde su perspectiva, la eliminación es un paso necesario para mantener la coherencia del feminismo que ese sector promueve. Pero, ¿es realmente necesario sacrificar la inclusión para preservar una identidad? ¡Menuda encrucijada!

Una mirada al pasado: Contexto y tensiones

El choque entre diferentes corrientes feministas dentro del PSOE no es nuevo. Durante la anterior legislatura, ya hubo tensiones significativas, especialmente cuando se tramitaron leyes relacionadas con la autodeterminación de género. Recuerdo haber leído sobre el enfrentamiento entre la exvicepresidenta Carmen Calvo y la entonces ministra de Igualdad, Irene Montero. ¡Vaya debate! Se parecían más a boxeadores en un ring que a políticos tratando de llegar a un consenso.

Montero defendía la ley trans con un ardor que podía sentir desde la comodidad de mi sillón. Y mientras tanto, en la otra esquina, los sectores más tradicionales del PSOE luchaban no solo por un enfoque más clásico del feminismo, sino también por la salud de la identidad femenina en sí. Es un conflicto que suena familiar, ¿verdad? Porque, al final, muchas de estas discusiones giran en torno a cómo se define lo que somos y qué espacio ocupan los demás en nuestra narrativa.

El rol de las elecciones recientes en el debate

Tras las elecciones de julio de 2023, el corto regreso del Ministerio de Igualdad al PSOE, esta vez bajo el mando de Ana Redondo, no ha hecho más que añadir leña al fuego. Uno podría pensar: “¿No se supone que una coalición debería unir fuerzas?” Sin embargo, las divisiones parecen ser cada vez más pronunciadas. La reciente aprobación de la enmienda que elimina Q+ es un claro ejemplo de las realidades políticas en juego.

La dirección federal del PSOE, en su intento por presentarse como un partido que escucha la mayoría social, dio un paso atrás al reconsiderar su postura anterior. Aquí es donde entra el conflicto: ¿será que renunciar a ciertas demandas de inclusión las aleja de su base más progresista o, por el contrario, les ayuda a ser más accesibles para un electorado más amplio? Y, más importante aún, ¿a qué costo?

Feminismo clásico vs. feminismo inclusivo: el gran dilema

A medida que el feminismo evoluciona, también lo hacen sus vertientes. La corriente del feminismo clásico, representada por figuras como Carmen Calvo, se siente amenazada por las espectros del feminismo inclusivo que aboga por la aceptación de diversas identidades. Aquí, las luchadoras del feminismo clásico defienden su espacio y visión, mientras que sus contrapartes ven el valor en la interseccionalidad y en la diversidad de experiencias.

Es como dos versiones de una misma serie de Netflix que, a pesar de tener un trasfondo común, parecen estar en diferentes continentes. La pregunta es: ¿se puede encontrar un punto intermedio? Si te soy honesto, no tengo una respuesta clara.

En una conversación que tuve con un amigo feminista, él compartía su frustración sobre cómo cada vez que se abría un espacio para la inclusión, surgía una voz que reclamaba defender lo “tradicional”. Me reí al escuchar que lo tradicional es, en sí mismo, un concepto en constante evolución. ¿Alguien se acuerda de cómo eran las cosas en los años 50?

Reacciones desde el interior del PSOE y más allá

La reciente decisión no ha pasado desapercibida. Las reacciones a la eliminación de las siglas Q+ han sido variadas y, en ocasiones, intensas. Algunos ven en esta aprobación un retroceso, mientras que otros lo interpretan como una reafirmación de la identidad del partido. A mí me recuerda a esos grupos en Facebook donde cada vez que alguien publica un meme, ¡se desata una pelea! Pero aquí las implicaciones son mucho más profundas y, como espectadores, todos estamos entrelazados en esta narrativa.

Además, no debemos olvidar el papel que juegan grupos activistas y organizaciones que representan los derechos LGTBIQ+. Su voz es esencial y, a menudo, puede ser más relevante que las posiciones políticas tradicionales. Esos son los verdaderos guerreros de esta lucha, y sus historias son las que importan. ¿No sería ideal escuchar más de sus experiencias y menos de los ecos de un congreso?

Reflexiones finales: ¿Hacia dónde vamos?

Llegado a este punto, uno podría preguntarse: ¿cuál es el futuro para el PSOE y para los derechos LGTBI en España? La eliminación de las siglas puede no ser solo un hecho aislado, sino más bien un indicativo de la lucha más amplia entre diferentes visiones del feminismo y de cómo se intersecta con los derechos LGTBI.

Es evidente que estos debates son complicados y, como en cualquier familia, puede que lo mejor sea escuchar a todos los miembros. La empatía es clave y los diálogos honestos son necesarios para construir puentes. Después de todo, el objetivo final debería ser lograr una verdadera inclusión y igualdad, donde todas las voces puedan resonar y ser escuchadas.

El camino hacia adelante no será fácil, y puede que aún haya muchas batallas que enfrentar. Pero la historia nos enseña que, en medio del caos, también hay oportunidades para el cambio. ¿Quién sabe? Quizás, justo en este punto de fricción, se pueda dar una oportunidad para una verdadera cohesión y una nueva comprensión.

Para aquellos que se sienten atrapados entre las múltiples facetas de esta discusión, recuerda: siempre habrá espacio para aprender y crecer. Lo que importa es mantener un diálogo abierto y construir un futuro donde cada letra de ese amplio acrónimo LGTBIQ+ tenga su merecido lugar. ¿Listos para seguir el viaje? ¡Vamos juntos!