En el mundo del ciclismo, hay figuras que trascienden lo meramente deportivo. Unos son leyendas, otros simplemente se convierten en auténticos fenómenos que ponen patas arriba la competición. Uno de estos últimos es, sin duda, Tadej Pogacar. El nombre resuena no solo en el pelotón, sino también en las casas de millones de aficionados. Pero, ¿qué es lo que hace que un corredor como Tadej genere opiniones tan polarizadas? La última controversia se desató en la Vuelta a Murcia, donde su forma de correr volvió a encender debates sobre la ética y la narrativa en el ciclismo. Vamos a desmenuzar este suceso y lo que hay detrás de él.

La última actuación de Pogacar: ¿genio o arrogante?

Imaginemos la escena. Una carrera en el Golfo Pérsico, el sol brilla y los corredores están listos para dar lo mejor de sí. Tadej Pogacar, vestido con los colores de su patrocinador, no es solo uno más; es EL corredor. Su actuación en la Vuelta a Murcia fue, sinceramente, un espectáculo que muchos catalogaron como «aburrido». ¡Pero aguanta! No es que la carrera fuera monótona (aunque sí lo fue en ciertos momentos), es que Tadej decidió hacer algo inesperado y, por qué no, un tanto arriesgado: se fue a una escapada.

Ahora, muchos se rasgan las vestiduras cuestionando la necesidad de su ataque justo al inicio del evento. Pero, ¿dónde está la diversión en correr una carrera sin buscar ese “extra”? Como dijo el mismo Tadej: «Quería saber qué se siente en estas fugas». ¿A quién no le gustaría experimentar una pequeña aventura en su día a día? Imaginen salir a caminar por el parque y en lugar de simplemente dar una vuelta, deciden correr por la zona más boscosa. Claro que uno puede enfrentarse a un par de ramitas y unos cientos de miradas curiosas, pero, vamos, la adrenalina bien vale un par de anécdotas.

Las críticas no tardan en llegar

A pesar de su esclarecedora razón, el joven esloveno no se libró de las críticas. Y aquí es donde se vuelve más interesante, porque ¿no nos solemos deber a nuestra forma de verlo? Aquellos que se quejan son a menudo ex-ciclistas que ahora tienen el privilegio de criticar desde la comodidad de un sillón, sin la presión de una competencia real. Pero, sé que resulta complicado trazar una línea entre la competitividad sana y el posible abuso de poder en las carreras.

Iñaki Gastón, un antiguo profesional, ofrece una perspectiva fresca. A pesar de reconocer que lo que hizo Pogacar podría considerarse “normal” en su nivel profesional, también apunta que, «intenta humillar a los contrincantes» con sus actuaciones. Así que aquí estamos: en una encrucijada donde el talento y la riqueza de habilidad pueden interpretarse como arrogancia. ¿Es necesario que todos se unan en contra de Tadej para equilibrar el juego? ¿Y si nadie más puede seguirle el ritmo? Esto se asemeja un poco a intentar poner al otro lado del tablero a Magnus Carlsen en una partida de ajedrez. ¿Por qué perder tiempo si la partida está decidida antes de empezar?

Rivalidades antiguas: el caso de Eddy Merckx

El ciclismo tiene una rica historia de rivalidades, y siempre encontramos paralelismos entre las leyendas del pasado y los campeones del presente. Cuando se habla de Pogacar, a menudo surge el nombre de Eddy Merckx, conocido como «El Caníbal». Merckx, quien dominó el ciclismo en su época, también fue objeto de críticas. Su forma de correr no siempre fue absorbida con alegría, y muchos se sintieron intimidados. ¿No es curioso cómo la historia tiende a repetirse? Hoy, el ciclismo se enfrenta a discusiones similares.

Los que se quejan del «abuso» de Pogacar ahora, parecían olvidar que en su época también se llenaron los foros y periódicos con quejas similares contra Merckx. Eso me lleva a preguntarme: ¿es el deporte menos emocionante si solo un corredor brilla intensamente? Acaso la naturaleza humana sigue buscando héroes y villanos en cada relato que se teje en los pelotones. Si no, ¿por qué seguir viendo si ya tenemos a un campeón sobrehumano?

Las consecuencias de ser el mejor

Es fácil ser crítico desde el sofá. El espectáculo que ofrece Pogacar es, sin duda, digno de admiración. Pero, como se dice, «con gran poder viene una gran responsabilidad». Él no solo carga la presión de sus propios objetivos, sino también las expectativas de un público que a veces pasa de admiración a exigencia. Esta es una carga que solo algunos campeones de verdad pueden llevar. Pero, ¿es justo culpar a un chico de 24 años por ser demasiado bueno en lo que hace? Podríamos estar más bien hablando de «mentalidad de campeón».

Recuerdo una anécdota de mis días de escuela, donde había un compañero que era tan bueno en matemáticas que cualquier examen era un paseo para él. Yo siempre decía: «¡Haz una pregunta que no sepas, y hazlo más emocionante!». Pero claro, ¡no dependía de él que yo me sentara a estudiar! ¿Es esto distinto?

¿Es Pogacar egoísta o simplemente ambicioso?

En un mundo donde apreciamos las historias de éxito, degenerar la ambición de Pogacar podría ser visto como una injusticia. Espejear esa forma de pensar, sin embargo, sugiere que tal vez algunos se sientan amenazados por su talento. Sus compañeros ciclistas ven su potencial como un desafío, una montaña en la que deben escalar para tener alguna oportunidad, lo que enfurece a unos y motiva a otros.

Pero hay algo que no se puede negar: Pogacar ha hecho que el ciclismo vuelva a ser emocionante. Al final, el deporte se basa en las historias que se crean, ya sea en los pódiums o en los entornos foros de discusión.

La filosofía del ciclismo: diversión y competencia

Lo que a menudo olvidamos es que el ciclismo es, en esencia, un juego. Recuerdo cuando iba a pedalear por la ciudad, siempre buscaba esos giros y rutas poco comunes. No importaba si corría con amigos o solo; lo esencial era disfrutar del viaje. La afirmación de Eddy Merckx, «Los regalos son para la navidad, no para las carreras de bici», realmente pone el dedo en la llaga. ¡El ciclismo es diversión! A lo largo de los años hemos olvidado un poco eso.

La importancia de disfrutar y encontrar alegría en las pequeñas victorias es quizás la lección más valiosa que podemos sacar de toda esta controversia con Tadej. Tal vez, solo tal vez, necesitamos recordar que la competición no siempre es la meta. Se trata también del viaje y de volver a sentir esa adrenalina, como cuando éramos niños subiendo a los columpios sin preocuparnos si caíamos o no.

Hacia el futuro: entender a Pogacar y el ciclismo moderno

La historia de Tadej Pogacar es solo un capítulo en el legendario libro del ciclismo. Lo que lo hace emocionante es no solo sus victorias, sino también las preguntas que suscita. La conversación ha de seguir, ya que efectivamente ser el ‘rey’ del ciclismo trae consigo su cuota de animosidad y admiración. Las polémicas son una forma natural de empujar a las leyendas, y creo que Tadej está plenamente consciente de que cada ataque que lanza trae consigo la posibilidad de que alguien lo critique.

Aprendamos a disfrutar de su talento sin desear su derrota, porque al final del día, ese aprecio por la historia que está escribiendo es lo que realmente importa. Salgamos a rodar en nuestras bicicletas, disfrutando del aire fresco, y seamos parte de la historia que Tadej Pogacar y otros campeones están creando. Después de todo, el ciclismo no es solo competencia; ¡es pura vida!