El 21 de noviembre de 2024 se marcó un nuevo capítulo en la odisea espacial, de esas historias que parecen sacadas de una película de ciencia ficción, pero que, en realidad, son una dolorosa realidad para los ingenieros de SpaceX. ¿Quién pensaría que las hazañas de un cohete de 70 metros de altura podrían ser reminiscencias de nuestras batallas en videojuegos como Diablo IV? Insisto, es evidente que estamos viviendo en tiempos de sci-fi.
Un comienzo explosivo
Para quienes no estén al tanto, SpaceX trataba de capturar su propulsor Super Heavy durante su sexto vuelo, pero las cosas no salieron como se esperaba. En un giro del destino que podría rivalizar con las historias de nuestro héroe favorito de la pantalla, el intento de captura se vio frustrado por un pequeño pero significativo fallo: una pérdida de comunicación con la torre Mechazilla.
Seamos sinceros. Si te digo que un cohete canceló un aterrizaje por un fallo de comunicación, probablemente te imaginas a uno de esos jóvenes ingenieros gritando “¡No, no, no!” como si estuvieran jugando a un videojuego, ¿verdad? Pues bien, a veces la realidad supera la ficción. Supongamos que estás en un nivel complicado, y justo cuando estás a punto de derrotar a un jefe, tu conexión a internet se cae. ¡El horror! Sin embargo, en el caso de SpaceX, la cosa se pone un poco más seria que perder un par de minutos de juego.
La complejidad del vuelo
Imaginemos que estás encima de un cohete, a miles de kilómetros de altura, separados de tu propulsor que acaba de realizar una maniobra impresionante. Durante el quinto vuelo de Starship, SpaceX alcanzó un hito monumental al capturar exitosamente al Super Heavy en la torre Mechazilla. Todo parecía perfecto, un videojuego bien jugado, hasta que el universo decidió que era hora de que todo saliera mal.
La historia no solo se trataba de presionar botones en una consola, sino de una serie de verificación de procesos automáticos que examinaron cada rincón de la torre y el propulsor, asegurándose de que cada tuerca y cada motor estuvieran en condiciones ideales. Pero el director de vuelo optó por la seguridad. Es decir, si un criterio no estaba claro, se prefería perder el cohete que arriesgar una torre que costó una fortuna. Mucha gente criticará esa decisión, pero ¿no te suena un poco familiar? Todos hemos tenido que decidir entre jugar seguro y arriesgarlo todo en varias facetas de nuestras vidas.
La parte divertida del desastre
Mientras el cohete se dirigía hacia el golfo de México para un amerizaje, podríamos imaginar a Elon Musk en su casa, posiblemente sentado en una silla gamer, disfrutando de su vuelo, cuando de repente se transforma en un streaming de desastre en tiempo real. Y así es como, al final de la transmisión, los espectadores no solo vieron un cohete caer en el océano, sino que también fue testigo de una explosión monumental, una experiencia que podría haber dejado a cualquiera con un caso serio de parálisis por análisis.
Un apunte humorístico: También estaba Donald Trump presente en Starbase, quien vio cómo, a pesar de perderse la maniobra de captura, al menos disfrutó del espectáculo pirotécnico del que todo el mundo habla ahora. Una explosión tan impresionante que parecía el final de una película de Hollywood.
¿De qué sirve ser un pionero?
Sí, hablemos de ser pioneros y de la valentía que implica desafiar lo desconocido. La primera vez que un niño se lanza a la piscina, suelen ser los papás quienes se tiran a rescatarlo. En el caso de las empresas aeroespaciales, nadie está lanzado a salvar al cohete sumergido; al contrario, se observa desde el borde de la piscina y se anota en una libreta todo lo que sale mal.
La triste realidad es que el avance tecnológico está repleto de pruebas y errores. Existen historias de fracasos, tanto en la exploración espacial como en los innovadores intentos de crear lo que muchos consideran una “nueva era”. ¿Cuántas veces hemos escuchado de cohetes que no lograron despegar y de naves que terminaron en el fondo del océano?
Cuando Elon Musk compartió el fallo de la comunicación en su red social favorita, X (como antes lo conocíamos), realmente confirmó lo que todos sospechábamos. En la actualidad, se puede comunicar todo, desde un accidente hasta un problema de software, en un instante. Pero en vez de eso, siempre parece que la respuesta llega en la forma de una imagen de una explosión, acompañada por una lágrima de algún ingeniero que se sintió mal por su decisión. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Vale la pena arriesgarlo todo por la innovación?
Aprende de cada error
En cada uno de estos fracasos se esconde un valioso aprendizaje. SpaceX ha tomado nota de la importancia de la comunicación entre la torre Mechazilla y el cohete, y aunque el camino es largo y pedregoso, cada paso hacia adelante es otro hito en la búsqueda de explorar el espacio. La prueba es que, tras una serie de intentos y errores, finalmente lograron capturar el Super Heavy en su quinto vuelo. Doloroso, pero productivo, como cuando te cortas el dedo al intentar aprender a cocinar.
La paciencia y la perseverancia son virtudes. Si el trabajo de SpaceX nos ha enseñado algo es que, aunque los fracasos son dolorosos, cada intento cuenta. Así que la próxima vez que veas un cohete estrellarse, piensa en todas las veces que has fracasado en tu vida. A veces, esos fracasos son solo escalones hacia algo más grande.
A la vuelta de la esquina
Cuando miramos hacia el futuro de SpaceX, siempre hay una promesa de posibilidades. Con la próxima misión siempre en la mente, cada vuelo se convierte en otra oportunidad para sobresalir, para aprender y para desafiar los límites de la humanidad. Y quizás, algún día, estos cohetes no solo se estrellen, sino que también aterricen con gracia, como si estuvieran haciendo un reverencia a su público.
Así que, cuando escuchamos historias como la de Mechazilla y la captura del cohete, recordemos que detrás de cada gran aventura espacial hay innumerables intentos de llegar más alto, más rápido y sin perder la comunicación. La historia está lejos de terminar y, mientras tanto, seguiremos disfrutando de ver a Elon Musk jugar a guerra de videojuegos en vivo mientras explora los confines del espacio. ¡Ah, la vida moderna!
En conclusión, el emocionante mundo de SpaceX sigue desafiando nuestras expectativas. Cada lanzamiento es un espectáculo en sí mismo, y aunque experimentamos decepciones, terminamos con lecciones valiosas que nos enseñan que el fracaso A MENUDO es parte del viaje hacia el éxito. Así que, si alguna vez sientes que te enfrentas a un gran fracaso en la vida, recuerda que algunos de los logros más significativos son simplemente el resultado de un montón de fracasos; sólo debes seguir despegando.
¿Qué piensas de todo esto? ¿Serías capaz de soportar la tensión de estar en el control de un cohete? La próxima vez que un lanzamiento espacial no salga como se esperaba, comparte con ellos un poco de empatía y recuerda que, en su corazón, todos son solo aventureros en busca de sus propias estrellas.