El turismo, ese fenómeno que promete la aventura, lo exótico y, a veces, una buena dosis de estrés. ¿Cuántos de nosotros hemos recorrido mundos lejanos buscando esa instantánea perfecta que hará que nuestros amigos en Instagram nos envidien? Ya sea en el Himalaya, en una playa de arena blanca de Maldivas o en la cima de una colina en Ibiza, todos nos hemos visto atrapados en la vorágine de querer capturar el momento. Sin embargo, en algunos lugares, lo que solía ser un lugar tranquilo y pintoresco se ha convertido en un campo de batalla entre los turistas y los residentes. Un buen ejemplo de esto es Es Vedrà, ese icónico mirador de Ibiza que, al parecer, está empezando a ver el lado menos glamuroso del turismo.

La locura de Es Vedrà: Entre selfies y caos

Recientemente, los residentes de la zona de Es Vedrà decidieron que ya era suficiente. Los turistas, atraídos por las impresionantes vistas que les prometen unas Instagram stories dignas de ser compartidas, han convertido el área en un verdadero caos. ¡Imagínate! Coches y más coches, basura por doquier y un desfile de personas que parece más un festival de primavera que un tranquilo destino turístico. Y así, estos habitantes, armados con rocas y barreras, han decidido vetar el acceso a sus propiedades. ¿Por qué? Porque uno de los derechos fundamentales del residente es disfrutar de su hogar, no sufrir una invasión de forasteros que convierten las puestas de sol en una lucha por el mejor lugar para el selfie.

Alcalde de Fujikawaguchiko, un popular destino turístico japonés, ha dado un paso similar, instalando incluso una valla que bloquea la vista del monte Fuji. Parece que la idea de que «fuera vistas, fuera problema» se está convirtiendo en un lema global.

Un poco de historia: El turismo en Ibiza

Ibiza ha sido durante mucho tiempo un refugio para vacacionistas de todas partes del mundo. Desde su fama por las mejores fiestas hasta deslumbrantes puestas de sol, la isla balear es un destino que ha ido transformándose con el tiempo. Sin embargo, el auge del turismo ha llevado, paradójicamente, a un desgaste de las mismas maravillas que la hacen popular. En 2022, se recibieron más de 3.6 millones de visitantes en las Pitiusas, y aunque el dinero que trae el turismo es innegable, por otro lado, los residentes simplemente no pueden ignorar el señuelo de un selfie perfecto.

Por mi experiencia personal, estas situaciones de mal vivir como vecino de un lugar turístico son comunes. Recuerdo cuando viví en una pequeña playa que, en su momento, era un secreto bien guardado. Al principio, los únicos «forasteros» que llegaban eran los surfistas y algunos viajeros europeus. Con el tiempo, comenzó a aparecer en las listas de «las mejores playas» del mundo y, de repente, me encontré en medio de una muchedumbre que demandaba mi espacio vital, mi tranquilidad y mi amor por la playa.

¿Qué medidas están tomando los residentes de Ibiza?

Ante el agotamiento y el desaliento, los propietarios de terrenos en Es Vedrà han tomado cartas en el asunto. Las decisiones drásticas son siempre difíciles; ¿verdad? Pero cuando has agotado todas las opciones para controlar el flujo de turistas y sus repercusiones, lo mejor puede ser actuar con determinación. Así, los dueños de parcelas han comenzado a bloquear el acceso con grandes rocas y vallas. Esto ha llevado a situaciones anecdóticas, como coches que intentan, con escaso éxito, surfear la línea de rocas en un intento de llegar a un área que, recordemos, es privada.

El alcalde de la zona, Vicent Roig, ha reconocido que la situación ha llegado a límites intolerables y que su misión es regular que el uso del espacio sea factible y respetuoso. ¡Imagina a los turistas, que buscan desesperadamente el selfie perfecto junto a la torre des Savinar, encontrándose con un muro de rocas! Es como si les prometieran un buffet lleno de delicias y al llegar, se encontraran con un letrero que dice «closed for renovations».

Reacciones y críticas: ¿es el turismo realmente sostenible?

Los residentes no son los únicos que están asombrados con el último giro de los acontecimientos. La locura que se ha desatado alrededor de Es Vedrà ha demostrado ser un mal mayor. Sin duda, hay quienes comentan que el mismo fenómeno que promueve el turismo, como el marketing digital y la viralidad en redes sociales, ha llevado a la pérdida de lo que el lugar realmente representa. Se ha criticado a las instituciones que han promovido esta imagen del paraíso, como si la belleza de un lugar pudiera soportar la carga de una multitud siempre en busca de la siguiente publicación viral.

En algún momento, ¿no tenemos que preguntarnos si el llamarle «mal mayor» a esta situación no es más bien un eufemismo? ¿No sería más sincero plantear que estamos al borde de perder nuestras joyas por el deseo de compartirlas en nuestras pantallas? Las críticas sobre cómo se promueve el turismo y la falta de planificación han sido constantes. Pero, como dice un refrán que escuché alguna vez en una conversación con un amigo: «No solo hay que mirarlo desde la ventana, hay que preguntarse cómo se siente la persona detrás de esa ventana».

¿Qué opciones quedan? Propuestas para un futuro sostenible

La discusión sobre el futuro de Es Vedrà y el turismo en Ibiza nos deja con algunas preguntas cruciales. ¿Cómo podemos encontrar un equilibrio? ¿Se puede disfrutar de la belleza natural sin comprometer la experiencia de los residentes?

Se están planteando algunas soluciones. Desde crear un aparcamiento regulado hasta designar un mirador oficial con servicios como baños. Esta sería una manera de monetizar y regular el acceso sin que los residentes se sientan invadidos. Además, podría ayudar a disminuir el acoso a la naturaleza que vemos en muchos de nuestros destinos turísticos favoritos. Después de todo, todos queremos disfrutar de la belleza y los paisajes como deben ser: sin basura, sin coches desbordantes y, sobre todo, con respeto.

Un apunte personal, en mi opinión, un enfoque holístico podría ser abrir foros donde residentes y turistas se reúnan y compartan sus experiencias. Como hice un día en mi antigua playa, se podrían hacer “charlas de playa” donde la comunidad se una para discutir y hallar soluciones. Un rincón de la playa se convertiría en una especie de «aula al aire libre».

Reflexiones Finales: Un llamado a la empatía

Llego al final de mi reflexión con una pregunta para ti: ¿qué tipo de legado queremos dejar a las futuras generaciones? Es Vedrà, como tantos otros destinos, es un lugar dignificado por la naturaleza, pero también un hogar para quienes allí residen. La empatía debe ser la brújula que guíe nuestras acciones, ya sea como turistas o como residentes de comunidades que merecen vivir en un lugar donde la belleza de la naturaleza no esté opacada por el ruido y la aglomeración.

Así que, la próxima vez que estés en uno de esos lugares «instagrameables», considera lo que hay detrás de la vista. Recuerda que por cada selfie que publiques, hay una historia y un hogar que podría estar sufriendo con cada clic de la cámara. El reto está lanzado: disfrutemos de lo que el mundo nos ofrece, pero hagámoslo con respeto. Después de todo, reconectar de manera auténtica por encima de un feed de Instagram, no es solo mejor, ¡es mucho más divertido!