Los días 7 y 8 de febrero sonoros como un buen café por la mañana, se llevaron a cabo unas reuniones en Madrid que hicieron eco en los pasillos de la política europea y más allá. Santiago Abascal, el líder del partido español Vox, organizó un encuentro con un aire más que significativo: la cumbre de Patriotas por Europa. Si no estás familiarizado con estos nombres, ¡alerta! Estamos hablando de figuras que, como el café, o son un deleite o te dejan un mal sabor de boca, dependiendo de a quién le preguntes.
La cumbre, un evento que reunió a varios miembros de partidos de extrema derecha de Europa y América Latina, dio de qué hablar. No solo por los asistentes, sino porque en el ambiente se respiraba un aire de descontento y desafío hacia el status quo. Y si eres de esos que se pregunta: «¿por qué todo esto podría importarme?» déjame decirte que el fenómeno de la extrema derecha está generando olas en todo el mundo y su influencia en la política puede repercutir en nuestras vidas cotidianas.
¿Quiénes son Santiago Abascal y Marine Le Pen?
Antes de entrar en materia, hagamos un repaso por las hojas de vida de estos dos protagonistas. Santiago Abascal es, sin duda, uno de los políticos más polémicos de España. Su partido, Vox, ha crecido como una mala hierba en los últimos años, empleando discursos cargados de populismo —piénsalo como un «Netflix» de noticias dramáticas. Por otro lado, Marine Le Pen es la figura central del partido francés Reagrupación Nacional, conocido por su retórica antiinmigrante y su postura nacionalista.
Ambos comparten algo más que una ideología: son parte de un fenómeno en el que la polarización política parece ser la norma y no la excepción. ¿Te suena familiar?
La cumbre: ¿un hervidero de ideas extremas?
Durante esta cumbre, se mantuvo un tono de celebración y desafío. Los líderes se reunieron en Madrid —sí, la ciudad donde el sol brilla incluso en invierno— para coordinar estrategias y fortalecer sus vínculos. Aquí, y prepárate, es donde Elon Musk entra como un actor inesperado. Su red social X (anteriormente conocida como Twitter) ha sido una plataforma clave para que estos movimientos propagan sus ideas, como ese chisme caliente que nadie se quiere perder en una cena.
Pensemos, ¿qué hace que estas reuniones sean atractivas para estos líderes? La respuesta radica en lo que muchos hemos sentido en los últimos años: una creciente sensación de desconexión con las políticas tradicionales. La gente como tú y como yo estamos cansados de que nadie escuche nuestras quejas, y cuando una voz los convence de que tienen respuestas sencillas a problemas complejos, a menudo se sienten atraídos. ¿Te suena esa desesperación por querer soluciones?
La influencia de Trump
Y aquí es donde Donald Trump se presenta como un referente casi inevitable. Lo que vivió en Estados Unidos ha tenido un efecto contagioso que se extiende a Europa. La polarización política y la utilización de redes sociales como herramienta de comunicación han sido lecciones universales, adaptadas a cada cultura. ¿Acaso Trump es el maestro de marionetas moviendo los hilos a ambos lados del Atlántico? O tal vez, simplemente, es un reflejo de un descontento global.
Cuando piensas en las implicaciones, la duda que surge es esta: ¿acaso estamos entrando a una era en la que la política se convierte en un espectáculo, en lugar de un servicio público? Quizá puedas recordar aquellas elecciones en las que se trató de ganar corazonadas en lugar de mentes.
¿Las bases de la extrema derecha en Europa?
La pregunta crucial que surge después de este evento es: “¿qué está alimentando el crecimiento de la extrema derecha en Europa?” En primer lugar, no es solo una cuestión de inmigración o nacionalismo. A menudo, se asocian con estos temas, pero también se suman factores económicos y sociales, como la crisis de la vivienda, el desempleo y, no lo olvidemos, la pandemia que todos vivimos. La crisis del COVID-19 no solamente dejó una huella en nuestra salud física, sino que también exacerbó una crisis de confianza y una sensación de pérdida de control que muchos sienten en su vida cotidiana.
Es como si estuviéramos en una película de terror, y de repente las luces se apagan: la incertidumbre se convierte en un caldo de cultivo propicio para el extremismo.
La retórica y sus consecuencias
Se dice que las palabras son como espadas de doble filo. Cuando personajes como Abascal y Le Pen emplean su retórica, lo hacen con un enfoque que a menudo divide y polariza. La utilización de términos que evocan temor, desconfianza e incluso odio puede calar hondo en una sociedad vulnerable. ¿Por qué? Porque, desafortunadamente, la simple verdad a menudo se ve eclipsada por narrativas que apelan a nuestras emociones más básicas.
Recuerdo una conversación que tuve con un amigo hace unos años, mientras tomábamos un café (¡sí, de nuevo el café!). Como muchos otros, se sentía frustrado con la falta de respuestas claras a cuestiones complejas y desalentadoras. Pues bien, esto es exactamente el tipo de terreno en el que las voces extremas florecen. ¿No te has sentido también atrapado entre un deseo de cambio, pero temeroso de hacia dónde podría llevarte?
El papel de las redes sociales: ¿una espada de doble filo?
Es imposible no mencionar cómo X y plataformas similares han transformado la forma en que consumimos y compartimos información. Antes, las noticias pasaban de boca a boca; ahora, ¡boom! Todo está al alcance de un clic. La comunicación se ha democratizado, pero eso también ha permitido que se difundan discursos que antes no encontraban un lugar en los medios convencionales.
Si bien las redes son herramientas valiosas para conectar a las personas y motivar movimientos, también pueden propagar desinformación y alimentar la polarización. ¿Realmente estamos más informados, o simplemente repetimos ecos de lo que escuchamos en nuestra burbuja? ¿Alguna vez te has preguntado si lo que retwitteas con entusiasmo puede tener consecuencias insospechadas?
Análisis de los resultados en la sociedad
Los resultados de estas cumbres y de la ideología que representan van más allá de las elecciones. Se infiltran en la cultura, afectando nuestras relaciones diarias. Si estás en una conversación en la que se mencionan temas delicados, es probable que notes cómo las posturas se han vuelto más agresivas y menos dialogantes. Al final, todos nos convertimos en narradores de historias, y el dominio de una narrativa sobre otra puede definir el futuro de nuestras sociedades.
Lo que se discute en estas reuniones tiene el potencial de configurarlo todo: desde la política hasta la forma en que pensamos y valoramos a nuestros semejantes. Es un juego de dominación que conocemos, pero que nunca llegó a estar tan expuesto como ahora. Y en esta trama, los moderados suelen perder terreno, estando a la defensiva ante una batalla que, a primera vista, parece de titanes.
La necesidad de una respuesta constructiva
En medio de este maremoto político, hay una pregunta que no puedo dejar de lado: ¿qué podemos hacer como ciudadanos preocupados por el rumbo de nuestras sociedades? ¿Es suficiente con observar y debatir desde la barrera? La respuesta puede no ser sencilla y, a menudo, puede variar en función del contexto en que nos encontremos cada uno de nosotros.
Una respuesta potencial es la educación. Necesitamos fomentar el pensamiento crítico desde edades tempranas. Propagar la idea de que cuestionar y dialogar es tan vital como tener opiniones fuertes. En las discusiones alrededor de la mesa, tanto en el hogar como en la comunidad, fomentemos un entorno donde se valore el respeto por la diversidad de opiniones —quizá incluso un poco de humor podría aligerar la carga de conversaciones pesadas.
Y, siendo honestos, ¿a quién no le vendría bien una pizca de risa en estos tiempos de seriedad abrumadora?
Conclusiones
Tal vez, mirar hacia esta cumbre de Patriotas por Europa y lo que representa no debería infundir miedo, sino más bien un sentido de creciente conciencia. Cada uno de nosotros tiene el poder de influir en el discurso y contribuir al tipo de sociedad en la que queremos vivir. Reflexionemos sobre lo que cada uno de nosotros puede aportar a una conversación más amplia, alejándonos del extremismo y inclinándonos hacia un diálogo más abierto y empático.
Mientras las figuras como Abascal y Le Pen sigan encontrando resonancia en nuestra sociedad, será fundamental que nos eduquemos, que hablemos, que discutamos y que actuemos. Después de todo, la historia nos ha enseñado que, en ocasiones, el cambio comienza con la voluntad de un solo individuo. Tú podrías ser ese individuo, o al menos, podrías ser el que se lo cuente a alguien que sí lo sea.
Así que la próxima vez que te encuentres en un debate o escuchando las noticias, pregúntate: «¿Qué narrativa estoy ayudando a construir?” Es posible que la respuesta no solo te sorprenda a ti, sino que también dé forma a un futuro más inclusivo y comprensivo para todos.
¿Te unes a la conversación?