El maratón de Chicago del 13 de octubre fue un día para recordar. Si pensabas que pasar el fin de semana viendo series de televisión era una buena forma de pasar el tiempo, déjame decirte que lo que hizo Ruth Chepngetich fue otro nivel de entretenimiento. Esta increíble atleta keniana no solo ganó su tercera carrera en Chicago, sino que lo hizo rompiendo el récord mundial femenino con un tiempo asombroso de 2 horas, 9 minutos y 57 segundos. Tú y yo sabemos que eso es más rápido de lo que muchos de nosotros tomamos para correr a la tienda de la esquina. ¿Quién no se ha sentido agotado después de un sprint al supermercado?
Un día glorioso para el atletismo keniano
La verdad es que lo que vivimos en Chicago no fue un evento de atletismo cualquiera, sino una celebración del talento y la perseverancia. Kenya, reina indiscutible de los maratones, firmó un ¡doblete! no solo con Chepngetich, sino también con la victoria de John Korir en la categoría masculina. La victoria de Ruth representa no solo un éxito personal, sino un motivo de orgullo y alegría para toda una nación. Después de todo, este es un país que ha producido a algunos de los mejores corredores del mundo.
Imagínate el ambiente en las calles de Chicago el día de la carrera. El aire estaba lleno de emoción, y los gritos de los espectadores resonaban en cada rincón como una melodía vibrante que acompañaba a los corredores. ¿No te encantaría estar allí? Creo que yo hubiese dado un par de saltos de alegría… y quizás, en mi entusiasmo, también hubiese zancadas extrañas en dirección contraria.
Correr: más que un deporte, una forma de vida
Ruth Chepngetich llegó al maratón con una confianza avasalladora. En una entrevista, ella comentó que nunca había tenido una mejor preparación. Esa es una frase que resonó con todos nosotros que, a veces, solo nos sentimos un 50% listos para cosas cotidianas. Pero aquí tenemos a una mujer que ha jugado su vida a este deporte, ha puesto el corazón (y las piernas) en cada paso. En 2022, quedó a solo 14 segundos del récord, y en esta ocasión, parece que simplemente estaba destinada a brillar.
Su actuación fue un hermoso monólogo deportivo. Con un estilo elegante y un ritmo impresionante, pasó por las calles saltando entre los mil aromas de comida callejera y el ruido de los espectáculos en vivo, que parecerían un fondo sonoro para el record histórico. Solo pensar en eso es inspirador.
Un maratón como los grandes
La carrera de Chicago no es como un paseo por el parque. Es una prueba rigurosa que pone a prueba no solo la resistencia física, sino también la mental. Mientras Chepngetich avanzaba, mantenía una ventaja de casi dos minutos sobre sus competidoras, algo que no muchos atletas logran.
Y ahí está, en la única subida real de todo el recorrido, en la calle Roosevelt. ¿No sería genial saber qué pasaba por su mente en ese preciso instante? Quizás estaba pensando en el helado que se compraría después de la carrera o en el tweet que iba a hacer para anunciar su triunfo. O podía ser simplemente un mantra motivacional en su cabeza, algo como: «Nada puede detenerme, ni siquiera una subida».
Un momento de celebración y orgullo
Una vez llegó a la meta, Chepngetich no pudo contener su felicidad. Levantó las manos al cielo, y cuando paró el cronómetro antes de los dos horas y diez minutos, sabía que había hecho historia. Aquí quiero hacer una pausa y reflexionar: ¿cuántas veces hemos levantado nuestras manos en señal de triunfo, aunque sea al completar una tarea sencilla? Esos momentos son preciosos, pero lo que ella vivió fue de otro mundo.
Después de recibir una bandera de Kenia, su celebración fue contagiosa. Se dirigió a los miles de aficionados que habían estado esperando con impaciencia en la zona de meta. Algunos de ellos habían viajado desde lugares lejanos solo para ser testigos de esta hazaña. ¿Te imaginas la energía que se sentía? Era como un concierto de tu banda favorita, pero con más sudor y menos bebidas alcohólicas.
Reflexiones sobre las expectativas y los desafíos
Mientras todo esto sucedía, el mundo observaba. La actuación de Chepngetich no solo es un recordatorio de lo que se puede lograr con dedicación y esfuerzo, sino que también nos lleva a reflexionar sobre nuestras propias vidas. A menudo, somos nuestros peores críticos, y el éxito parece ser una montaña a escalar. Pero Ruth, con su historia, nos dice que cada paso vale la pena. A veces, simplemente debemos despojarnos de nuestras dudas y darlo todo.
Y hablando de lecciones de vida, vale la pena mencionar a María Pérez, quien también ha tenido su propio capítulo importante en la historia del atletismo. La medallista olímpica anunció que su próxima participación olímpica será en Los Ángeles 2028, tras lo cual planea ser madre. Sus palabras son un recordatorio de que el atletismo no solo se trata de medallas, sino también de la vida personal y el futuro que uno elige construir.
La tragedia también tiene su espacio
Sin embargo, no todo fue felicidad en el mundo del deporte keniano. Justo en los días que rodearon la competencia, tres atletas murieron en contextualidades inesperadas. Esto nos recuerda la fragilidad de la vida y el esfuerzo que ponen estos atletas para competir a niveles tan altos. Cada carrera, cada jornada de entrenamiento, cada listo para salir a la pista, lleva consigo un bagaje emocional y físico que a menudo pasa desapercibido.
Los ecos de esos sacrificios resuenan entre las celebraciones y los triunfos, y hay que tener en cuenta que el camino hacia el éxito también puede estar plagado de retos. Es un viaje que hay que honrar.
Conclusiones desde el sofá
Entonces aquí estamos, al final de nuestra jornada por el maratón de Chicago. Después de hablar de Ruth Chepngetich y su grandiosa victoria, así como reflexionar sobre la importancia del deporte y la vida, quizás la pregunta que todos nos hacemos ahora es: ¿qué esperamos para perseguir nuestras propias metas?
A veces, todo lo que necesitamos es un poco de inspiración. Tal vez sea el momento para ponerte las zapatillas y salir a dar un paseo, a hacer ejercicio o a probar algo nuevo. Y si Ruth puede correr una maratón en menos de tres horas, ¿qué te detiene para dar tus propios pasos?
Así que, ¡vamos! Compartamos entre nosotros estas historias de superación y nunca dejemos de soñar. Recuerda, la próxima vez que veas a alguien correr, ya sea en el parque o a tu lado en la calle mientras te tomas un café, piensa en Ruth y en su camino hacia la victoria. Quiero creer que cada uno de nosotros, a su manera, puede también desfilar después de una meta.