La ruta migratoria canaria ha vuelto a abrirse al horror. Si pensabas que los relatos desgarradores y las cifras alarmantes sobre la migración irregular hacia Europa pertenecían a un pasado lejano, piénsalo de nuevo. En la víspera de Navidad de este 2024, alrededor de 800 valientes (o desesperados, dependiendo del prisma que utilices) arribaron a las costas canarias en 13 cayucos, tras un viaje penoso que los dejó exhaustos y vulnerables.
Esta tragedia se ha duplicado en el aún fresco año, en el que se han registrado cifras récord de muertes y desaparecidos. La ONG Caminando Fronteras ha documentado la pérdida de 10,457 vidas en las rutas que intentan alcanzar España. ¡Es un número escalofriante! ¿Realmente vale la pena arriesgar tanto? ¿Qué lleva a estas personas a poner en juego lo más preciado que tienen por un futuro incierto?
Una travesía de sufrimiento
Los últimos días han sido testigos de rescates frenéticos, donde equipos de Salvamento Marítimo han sacado de las garras del océano a miles de migrantes. Aquí es cuando uno no puede evitar la pregunta: ¿Por qué cruzan mares peligrosos en condiciones extremas? Personas de Senegal, Mali, Gambia y Guinea-Conakry, entre otros, se embarcan en viajes que pueden durar más de cinco días y que a menudo terminan en tragedia.
A medida que leía sobre la situación, no podía evitar recordar mi propio viaje en una lancha pequeña, cruzando un río en una recreación bastante más segura. Imagínate estar a merced de las olas y del clima, sin más que la esperanza en el corazón y un sueño de un futuro mejor. Pero para muchos, ese sueño se convierte en una condena. ¿Cómo puede la humanidad permitir esto?
Cifras que hablan
Las cifras son desgarradoras. De los 10,457 fallecidos, 9,757 perecieron en la travesía hacia las islas Canarias, que ha sido calificada como la ruta migratoria más letal del mundo. Entre las víctimas, hay 1,538 niños y niñas… Hablando de esto, es imposible no sentir una punzada en el corazón. ¿Dónde están los derechos humanos en todo esto?
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que por cierto es parte de la ONU, ha actualizado sus números y, a pesar de calcular 1,400 muertes en 2024, también ha reconocido que esos números son solo la punta del iceberg. El mar es un gran olvidado que guarda secretos oscuros; muchos naufragios se convierten en meras leyendas. Sin coordenadas, sin testigos, esas almas desaparecen en el abismo.
Un mar lleno de peligros
Los rescates de estos últimos días en las costas canarias han sido dignos de una película de acción, pero con un guion trágico. Imagina la escena: los barcos de Salvamento Marítimo zumbando por el mar, el viento en sus caras y el temor en cada mirada que rescatan. Aunque en este caso, no es que las cosas sean como en las películas, donde siempre hay un héroe, aquí el heroísmo tiene un costo muy alto.
En un momento de reflexión, me preguntaba: ¿Qué haría yo en su lugar? ¿Podría soportar la amarga espera en una embarcación desvencijada, al borde de la desesperación y la incertidumbre? La desesperación por escapar de situaciones que pocos podemos imaginar, como las narradas por Caminando Fronteras, que destaca la violencia y la súplica de cientos de mujeres migrantes sometidas a condiciones inhumanas.
La situación actual en las islas
El portavoz del Gobierno de Canarias, Alfonso Cabello, ha indicado que el flujo migratorio no solo ha aumentado, sino que se prevé que finalice 2024 con más de 45,000 migrantes irregulares. ¿Es esto el futuro que queremos para las islas? La comunidad canaria se siente abrumada y busca soluciones estéticas que, honestamente, parecen aún muy lejanas.
La presión sobre los servicios de emergencia es enorme. En el contexto, 6,100 de esos migrantes son menores no acompañados, lo que inevitablemente hace que uno se pregunte sobre la responsabilidad moral y ética de los países que miran hacia otro lado. ¿Por qué no hay una estrategia integral que priorice la vida de estos desposeídos? Los días siguen pasando y la respuesta del Estado se siente en los corazones de quienes arriesgan su vida por un simple rayo de esperanza.
Más que estadísticas: historias detrás de las cifras
Hablemos un poco de historias. Cada cifra que mencionamos en este artículo representa a un ser humano, una historia personal llena de sueños, ambiciones y, en muchos casos, traumas. Me he encontrado con algunas historias desgarradoras en mis lecturas, pero a veces, es fácil olvidar que detrás de cada número, hay una vida.
Uno de los relatos más impactantes que escuché fue sobre un padre de familia que, al llegar a Canarias, fue separado de sus hijos. La incertidumbre de no saber si podrían reunirse alguna vez lo llevó a perder la esperanza. Muchos de estos migrantes carecen de un plan de contingencia, y la suerte muchas veces no está de su lado.
##¿Un futuro mejor en algún lugar por llegar?
A medida que reflexiono sobre la situación y el futuro de estas personas que arriesgan tanto, nadie puede evitar sentirse un poco impotente. ¿Qué podemos hacer realmente para enmendar esta situación tan brutal? Algunas organizaciones ya están trabajando para intentar cambiar las circunstancias, pero la falta de voluntad política y solidaridad internacional puede llegar a ser abrumadora.
La atención a esta crisis debe ser prioridad. No solo se trata de números, sino de vidas que cuentan. Si bien cada vida perdida en esas traicioneras aguas es una pérdida incalculable, lo que es aún más alarmante es la creciente inconsistencia y falta de acción de aquellos que pueden hacer algo al respecto.
Un llamado a la empatía y la acción
La situación en la ruta migratoria canaria nos invita a repensar nuestra posición respecto a la migración. Desde nuestra comodidad, es fácil hacer juicios de valor sobre quién merece una segunda oportunidad y quién no, pero la realidad es que muchas de estas personas están huyendo de situaciones que ni siquiera podemos imaginar.
Es necesario que nos unamos en un llamado a la empatía. Ya no podemos simplemente dejar que esos números sigan creciendo. Cada uno de nosotros puede hacer el cambio, ya sea apoyando organizaciones que trabajan en el terreno, firmando peticiones o incluso, en nuestros círculos sociales, generando conciencia sobre la crisis migratoria.
Conclusión: hacia un nuevo camino
La ruta migratoria canaria es un reflejo de la crisis migratoria global, un testimonio de lo que sucede cuando la crisis socioeconómica se encuentra con el deseo humano de superación. La cuestión sobre cómo abordaremos esta realidad está en juego y es necesario que todos tomemos responsabilidad.
El cambio no vendrá de la noche a la mañana, pero juntos podemos abogar por soluciones más humanas. La vida de miles de migrantes está en nuestras manos. Para hacer frente a esta situación, necesitamos mucha más que medidas temporales; necesitamos empatía, acción y, sobre todo, un compromiso de todos para abordar este desafío humanitario que nos afecta a todos.
Es hora de no solo escuchar las historias de los migrantes, sino también de actuar para que esas historias no terminen en tragedia. El mar puede ser un gran olvidado que guarda secretos oscuros, pero nosotros no debemos ser cómplices de esos secretos. ¡Actuemos!