El mundo del entretenimiento avanza a pasos agigantados, y muchas de sus producciones se basan en hechos reales. Pero, ¿qué sucede cuando la línea entre la ficción y la realidad se vuelve borrosa? Hoy vamos a hablar sobre un caso que ha captado la atención de muchos: Rosa Peral, una mujer condenada a 25 años de prisión como coautora del asesinato de su pareja en 2017, que ha decidido demandar a Netflix y a la productora Arcadia Motion Pictures por su representación en la serie El cuerpo en llamas. Y bueno, si alguna vez te has preguntado hasta dónde llega la responsabilidad de los creadores de contenido, este artículo es para ti.

¿Quién es Rosa Peral y qué sucede realmente?

Para aquellos que no están familiarizados, Rosa Peral es una exagente de la Guardia Urbana de Barcelona que fue condenada por el crimen de su pareja, Pedro Rodríguez. La historia de Peral ha sido objeto de escrutinio público desde el principio, y ahora con la llegada de una serie que dramatiza su vida, el interés ha vuelto a resurgir. La serie no solo busca contar un hecho real, sino que también tiene el potencial de alterar la percepción pública de la protagonista.

La demanda: ¿un acto de desesperación o de defensa?

Ahora, ¿por qué Rosa Peral ha decidido tomar este camino? Recientemente, la mujer ha presentado una demanda civil contra Netflix y Arcadia Motion Pictures por el sorprendente monto de 30 millones de euros. La razón detrás de esta cifra no es trivial. Según su abogada, Núria González, el contenido de la serie no solo afecta a Peral, sino también a su hija menor de edad, quien también aparece retratada.

Imagine esto: una madre que ya ha sido objeto de críticas y condenas públicas por un delito aterrador, ahora se enfrenta a una serie que retrata su vida de una manera que considera “totalmente falsa”. A veces nos olvidamos de que detrás de cada noticia hay personas reales que sufren las consecuencias de narrativas mal construidas. ¿No es algo que deberíamos considerar?

La línea de la ficción y la realidad

La demanda se basa en la violación del derecho al honor, a la propia imagen y a la intimidad personal de Peral. Esto plantea una pregunta interesante: ¿hasta qué punto es aceptable dramatizar hechos reales para el entretenimiento? En un mundo donde el contenido audiovisual puede alcanzar a millones de personas en cuestión de horas, tener en cuenta los derechos de quienes están involucrados es más importante que nunca.

En el caso de Peral, su abogada argumenta que la representación de su hija en la serie fue “completamente falsa” y que la declaración de la menor, que menciona la serie, nunca sucedió. Ahora, ¿es justo que una niña menor de edad sea representada en un contenido de este tipo sin el consentimiento de sus padres?

La batalla legal y sus implicaciones

La situación ha escalado hasta un punto que ya no solo se trata de una demanda, sino de un señalamiento a la industria. El 4 de septiembre, Netflix lanzó un video promocional de la serie, lo que llevó a Rosa a presentar una solicitud de medidas cautelares para evitar el estreno. Si bien inicialmente se negó, la capacidad de apelar a instancias judiciales ha llevado a una continua lucha legal. 

En un momento de la historia, el Juzgado de Primera Instancia denegó la solicitud de Rosa. ¿Cómo se sentiría usted si su vida se convierte en un espectáculo y no tiene control sobre él? Es un verdadero dilema moral que invita a reflexionar. De hecho, muchos hemos ignorado muchas veces cómo nuestras decisiones digitales —desde qué películas ver a qué series seguir— tienen en el fondo un impacto humano y real.

Un euro por cada hora de reproducción

La suma que Rosa y su equipo han decidido reclamar —30 millones de euros— se basa en la fórmula de “un euro por cada hora reproducida”. ¡Eso es un cálculo audaz! Hasta mayo de este año, la serie había acumulado más de 26,6 millones de horas vistas en todo el mundo. Aparentemente, a Netflix le gusta que sus producciones sean vistas, pero ¿a qué costo?

De alguna manera es cómico que, en un mundo donde tanto se habla de derechos de autor, a menudo se ignoren los derechos de los individuos a quienes se les representan. ¿Alguna vez has hecho algo y luego te has preguntado: «¿Cómo se sentirán los demás sobre esto?» Es un dilema que lleva a las productoras a una encrucijada.

Un nuevo vistazo a la representación en los medios

Este caso destaca un tema recurrente en el mundo del espectáculo: la responsabilidad de los creadores de contenido al contar historias de personas reales. A menudo, hay una fascinación colectiva para adentrarse en las vidas de otras personas, pero, ¿debemos hacerlo sin consecuencias?

Algunas producciones se enfrentan a desafíos éticos similares. Por ejemplo, ¿recordarán el accidente que causó la película The Social Network? Los personajes representados sufrieron, no solo la ficción en la pantalla, sino también las repercusiones en la vida real. Y aquí estamos, en 2023, enfrentándonos a otra situación similar.

La empatía en la industria del entretenimiento

Es esencial recordar que el entretenimiento y la realidad coexisten de formas complejas. No todo lo que brilla es oro. La historia puede ser tentadora, pero también puede causar daño. Y el daño no se limita a la fama o a críticas. La salud mental de las personas afectadas, el trauma de revivir experiencias dolorosas, todas son cosas que debemos tener en cuenta. Y, sinceramente, ¿dónde queda la empatía en todo esto?

La perspectiva de Netflix y la producción

Es comprensible que Netflix y Arcadia Motion Pictures quieran contar una historia que atrape a su audiencia. Después de todo, en una era donde hay una competencia feroz entre plataformas por la atención del público, una buena historia puede ser el talón de Aquiles o el levantador de la taquilla. Pero, ¿hay que sacrificar la integridad personal de una vida real en el proceso? Si tuviésemos que ponerlo en una balanza, quizás la integridad personal debería pesar más.

Aquí es donde entra en juego el dilema del “basado en hechos reales”. ¿Significa esto que el contenido es una representación justa? Obviamente, no. Many people sieht die Art und Weise, in der die Medien uns Geschichten präsentieren, oft durch die Linse ihrer eigenen Vorurteile. Cuando una historia es dramatizada, la interpretación que hacen los públicos puede ser distorsionada.

¿Qué sucede ahora?

El futuro de esta situación parece incierto. La demanda ha llevado a tensiones entre un sector de la sociedad que reclama el derecho a contar historias y otro que busca proteger su imagen y bienestar. La abogada de Rosa ha hecho una afirmación provocadora al señalar que la serie podría haberse realizado sin involucrar a una menor, lo que lleva a cuestionarse: ¿se puede contar una historia sin infrigir derechos fundamentales?

Lo que es más, todas estas cuestiones nos intrigan: ¿cómo evolucionará la industria de la televisión y el cine? ¿Aumentará la atención y las precauciones sobre la representación de historias de personas reales? Si hay algo que podemos aprender de este caso, es que siempre habrá algo en juego cuando se trata de contar historias, sobre todo cuando estas son personales.

Reflexiones finales: la responsabilidad en la narración de historias

Finalmente, es alentador ver que estamos empezando a hablar más sobre la responsabilidad en la narración de historias. Tal vez este caso con Rosa Peral no solo sea una disputa legal más en los titulares, sino un llamado de atención para todos nosotros.

Te invito a reflexionar sobre cómo consumimos contenido y cómo podemos exigir más a las plataformas que respaldamos. A veces, un poco de integridad va un largo camino. Como sociedad, debemos cuestionar nuestras propias elecciones y exigir que las historias se cuenten de manera responsable.

Entonces, la próxima vez que veas una nueva serie en Netflix, ¿te pararás a pensar en las vidas detrás de la pantalla? ¿O continuarás siendo un espectador pasivo? ¡Esa es la verdadera pregunta que deberíamos abordar!