La reciente elección de Rafael Louzán como presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) ha traído consigo una mezcla de expectativas y preocupaciones que valen la pena analizar en profundidad. Desde su victoria frente a Salvador Gomar —90 votos contra 43— hasta las sombras que lo acompañan, es crucial desmenuzar los detalles de este acontecimiento para entender hacia dónde se dirige el fútbol español.
Un presidente en un mar de controversias
Si pensabas que la política del fútbol español era un campo de juego tranquilo y sin polémicas, permíteme decirte que te has perdido una gran parte del espectáculo. La figura de Louzán no solo representa un cambio en el liderazgo, sino que, desafortunadamente, también está envuelta en un intercambio de constantes tensiones y reacciones de rechazo. Comentémoslo desde el principio.
Louzán asume la presidencia en un momento crítico. El ambiente a su alrededor es casi palpable, como cuando entras a una habitación donde se acaba de revelar un secreto, y todos miran a un punto en común sin atreverse a hablar. Después de la suspensión de Luis Rubiales por la FIFA y la gestión interina de Pedro Rocha, llega Louzán como una promesa de estabilidad. Sin embargo, su mandato no comienza de la mejor manera: tiene sobre sus hombros una condena de siete años de inhabilitación por prevaricación que, de confirmarse, podría convertir su mandato en una especie de juego de sillas, donde la música puede parar en cualquier momento.
¿Inhabilitado o no inhabilitado?
Para comprender la magnitud de esta situación, es fundamental recordar que en el artículo 19.4 de los estatutos de la RFEF se establece que uno de los requisitos para ser presidente es «no estar inhabilitado para desempeñar cargos públicos». No es el primer giro trágico en la historia futbolística española. ¿Te imaginas encontrarte en un bar con amigos y que surja el debate sobre si Louzán debería estar ahí o no, mientras tú intentas disfrutar de tu cerveza? La conversación se calienta rápido, sobre todo si cae la «bomba» de que su condena no es firme y que su recurso será estudiado por el Tribunal Supremo el próximo 5 de febrero. ¡Habrá que ver cómo se desarrolla este apasionante culebrón!
Por si eso no fuera suficiente, el Gobierno ha expresado su intención de impugnar la elección ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD). Si este proceso avanza y Louzán termina siendo despojado de su cargo antes de los seis meses, podríamos encontrarnos con un escenario digno de una serie de Netflix.
Una elección con un aire a funeral
La atmósfera en Las Rozas durante la votación era casi funeraria. Muchas miradas cruzadas, un par de sonrisas que parecía que se habían quedado a media carga y esa tensión que se siente cuando tienes que dar una mala noticia. La presidenta de la Comisión Electoral, Ana Ballesteros, hizo un esfuerzo por aligerar el ambiente recordando cosas tan básicas como que si una papeleta estaba en blanco, ese voto se contabilizaría como voto en blanco. Imagínate su sonrisa forzada mientras repetía lo que todos sabían. No es fácil ser el «chico de las malas noticias» en un lugar cargado de tensión.
Es curioso cómo hasta en el mundo del fútbol nos encontramos con la rutina. La llegada tardía de algunos asambleístas obligó a comenzar el conteo de votos a una hora programada, y en medio de todo esto, el papel de Louzán brillaba intermitente entre la confusión. Pero no todo está en caos; su llegada al cargo podría significar un cambio, siempre y cuando logre dejar atrás el peso que lleva.
La pesada losa de la inhabilitación
Repasando un poco la historia de Louzán, hay algo que destaca. Su inhabilitación se origina de un escándalo que se remonta a 2013 y tiene que ver con la construcción de un campo de hierba artificial en Moraña, donde la Diputación a su cargo pagó por unas obras que ya habían sido finalizadas. Esta situación remarca una faceta peligrosa de la política en el fútbol: la falta de ética y transparencia. ¿Acaso el deporte se ha vuelto un terreno fértil para la corrupción? Muchos se sentirán identificados y preocupados porque estas prácticas trascienden el mundo del fútbol.
La ironía no escapa a muchos. Aquí tenemos un nuevo presidente elegido en medio de un escándalo que a lo largo de los años ha visto a otros presidentes condenados o inhabilitados. La pregunta que surge es clara: ¿realmente hay espacio para la mejora y la renovación en la RFEF, o solo veremos un ciclo interminable de líderes cuestionados y controversias?
Manteniendo la esperanza en el cambio
A pesar de todo, hay quienes todavía tienen la esperanza de que Louzán pueda cambiar el rumbo del barco. Tal vez su trayectoria como presidente de la Diputación de Pontevedra pueda darle las herramientas necesarias para esta nueva aventura. Algunos dirán que éramos nosotros, los incrédulos, quienes siempre dudamos de las capacidades de los nuevos líderes, como cuando le dices a un amigo que ese nuevo restaurante que abrió a la vuelta de la esquina no será tan bueno y él insiste en ir. Al final, resulta que la comida era espectacular y uno se queda con ganas de volver. Quizás Louzán pueda sorprender a todos.
Por otro lado, no debemos olvidar que ya existe un ambiente de desconfianza. Habrá que observar cómo se desempeña en sus primeras decisiones y si logra cambiar el funcionamiento interno de la Federación. Sobre todo, después de todo el ruido generado en los últimos años, es fundamental que demuestre un compromiso real con la ética y el buen funcionamiento del fútbol español.
Cambios que se avecinan
La temporada actual será crucial. Los aficionados y la comunidad futbolística estarán observando de cerca sus movimientos, desde cómo gestiona las relaciones con los clubes hasta cómo se aborda el tema de la violencia y la tolerancia cero frente al machismo y otras intolerancias en el deporte. La realidad es que el papel de Louzán no es solo salvar su propio cargo, sino tomar la responsabilidad de liderar un cambio genuino.
Escuchando la voz de los protagonistas
En este sentido, la opinión de los exjugadores, entrenadores y, sobre todo, los aficionados será clave. ¿Hacia dónde nos dirigimos si los que viven y respiran fútbol no son escuchados? La comunidad futbolística necesita un líder que no solo escuche, sino que también actúe en consecuencia. Tal vez entonces podremos levantar nuestro vaso y brindar por un futuro más brillante en el deporte.
Conclusión: ¿cambio o continuidad?
Entonces, ¿estamos ante una nueva era en la RFEF o simplemente es otra vuelta en la rueda del mismo juego? La elección de Louzán está marcada por una mezcla de expectativas y escepticismo. Como aficionados al fútbol, la pregunta que queda en el aire es clara: ¿será capaz de devolver la estabilidad y credibilidad a una institución que ha estado en el ojo del huracán durante años?
El tiempo nos dirá si este nuevo liderazgo será el cambio que tanto se anhela o si, por el contrario, estaremos enfrascados en otra saga de escándalos y decepciones. Mientras tanto, yo seguiré disfrutando de una buena «cumbre de fútbol» y esperando, como todos, que la próxima elección no esté llena de noticias de última hora por motivos escandalosos. Así que, ¿quién sabe? Tal vez la próxima vez que estemos en un bar hablando de todo esto, los resultados sean positivos y podamos celebrar el éxito del fútbol español.
¡Estén atentos y no dejen de apoyar a su equipo, sea cual sea el rumbo que tome la RFEF bajo el nuevo liderazgo de Rafael Louzán!