La sociedad china está viviendo una transformación que parece un rompecabezas difícil de resolver. Mientras las puertas se cierran a la natalidad con un descenso drástico de la población en los últimos años, emerge un debate que suena algo controvertido: la posibilidad de reducir la edad legal para casarse. ¿Qué hay detrás de esta propuesta y cómo puede afectar a la vida de millones de jóvenes? Vamos a profundizar en este tema y ver todos los ángulos de una discusión que tiene mucho que contar.

¿Por qué quiere China más bebés?

Primero, deberíamos considerar el contexto. China ha estado atrapada en una lucha contra el descenso de su población, un fenómeno que se ha intensificado desde 2022. El Gobierno ha estado buscando estrategias enfocadas en aumentar la tasa de natalidad, lanzando iniciativas que van desde incentivos fiscales hasta campañas sobre los beneficios del matrimonio. Sin embargo, la vida de los jóvenes ha cambiado y esos días de población desbordante parecen pertenecer a un pasado lejano.

Recuerdo cuando era joven, esos sueños acerca de formar una familia y vivir en una casa con un perro y un par de niños jugando en el jardín me parecían tan reales. Y aquí estoy, casi me ahogo con la idea de tener que lidiar con los precios de la vivienda, los costes de los colegios y, por supuesto, la crianza de los hijos. Imagínate cómo se sienten los jóvenes chinos, enfrentados a un entorno económico que estrangula sus aspiraciones matrimoniales y familiares.

La propuesta de Chen Songxi

El profesor Chen Songxi ha puesto en la mesa una propuesta bastante radical: eliminar las restricciones actuales de edad para el matrimonio, que actualmente sitúa la legalidad en 22 años para hombres y 20 para mujeres. Este cambio podría llevar la edad mínima a 18 años para ambos géneros, lo que ha generado un aluvión de opiniones tanto a favor como en contra.

Si bien Chen es parte de la Academia de Ciencias de China y también miembro del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política de China (CCPPCh), su propuesta parece haber hecho poco ruido en la calle. ¿Y cuál es la razón? Porque, a pesar de tener buenas intenciones, la efectividad de estas medidas es cuestionable.

Un vistazo a las cifras

Para entender la gravedad de la situación, es fundamental observar los números. En 2024, China registró apenas 6,1 millones de matrimonios, un descenso del 20,5% respecto al año anterior, y esto representa el índice más bajo desde que comenzaron a recopilar datos en 1986.

¿Te imaginas organizar una fiesta de bodas donde sólo seis personas se presentan? Bueno, eso es un poco lo que está ocurriendo en el país. La gente parece preferir salir a beber café con amigos y mirar series en lugar de planear su boda. Y aquí estamos, discutiendo si hacer que el matrimonio sea más accesible podría realmente cambiar la dinámica. Es como tratar de salvar un barco que ya se hunde, ofreciendo una chimenea para hacer un poco de calor en el agua fría.

El panorama social

Pero más allá de los números, hay una cuestión cultural más amplia en juego. Los jóvenes de hoy en día están rediseñando lo que significa la relación amorosa y el concepto de familia. Y una tendencia que se ha observado en China, y en muchas partes del mundo, es que las personas se están casando más tarde. De hecho, todos esos años de restricciones, presiones y expectativas sociales han dejado una huella.

Aunque no es exclusiva de China, esta creciente preferencia por retrasar el matrimonio está acompañado de una menor intención de formar una familia. Tal vez se esté gestando una nueva realidad, donde el matrimonio ya no sea una necesidad para muchas personas, sino un “complemento”, un poco como un hashtag en su vida en redes sociales.

¿Funcionará la nueva medida?

Ahora volvamos a la propuesta de bajar la edad legal. ¿Realmente al permitir que los jóvenes puedan casarse desde los 18, esto incentivará un aumento en la natalidad? Diferentes expertos están llenos de dudas. El demógrafo Yi Fuxian, por ejemplo, afirma que “no hará nada” para revertir la baja tasa de fertilidad actual, ya que las personas están mucho más acostumbradas a esperar antes de dar ese gran paso hacia el matrimonio.

Seguramente, muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de ver cómo los años pasan. ¿Recuerdas cuando pensabas que a los 25 estarías casado y con hijos? Luego llega tu primera fiesta de cumpleaños de 30 años y te das cuenta de que toda esa presión social no tiene sentido. La tendencia es simplemente esperar más tiempo. Así que ¿qué pasa aquí en China? Situaciones similares se viven en Corea del Sur, donde a pesar de tener una legalidad de matrimonio a los 18 años, también se observa que las parejas suelen esperar hasta los 30 para atarse el lazo.

El impacto emocional de la propuesta

Dejando de lado los números y las estadísticas, existe un importante aspecto emocional que debe ser considerado. Los jóvenes enfrentan una presión social en cuanto a cómo deben planificar sus vidas, con expectativas que pueden resultar abrumadoras. A veces parece que es más importante el qué dirán que el deseo genuino de establecer una familia. ¿No sería mejor quizás fomentar un ambiente donde los jóvenes puedan sentirse libres de tomar sus propias decisiones de vida?

A veces me pregunto, ¿acaso no sería más fácil simplemente dejar que las personas se organicen sus propias vidas? En lugar de imponer límites, se podrían ofrecer recursos y educación para que los jóvenes tomen decisiones informadas acerca de matrimonio y paternidad. Mantener esos ojos abiertos y la conversación fluida podría conducir a una solución más efectiva que simplemente reformas legales.

Conclusiones

La propuesta de reducir la edad legal para casarse en China es un tema complicado, lleno de matices y realidades. Si bien podría parecer un enfoque apropiado para incentivar a la población a formar familias más jóvenes, en la práctica, podría resultar ineficaz. Las decisiones sobre el matrimonio y la natalidad son profundas y están influenciadas por diversos factores, desde la cultura hasta la economía.

Así que, al final del día, esta propuesta podría ser solo la punta del iceberg de un problema más profundo que necesita ser reexaminado. En última instancia, dar a los jóvenes la libertad de decidir cuándo están listos para casarse y formar una familia podría ser la clave para resolver el enigma de la bajísima tasa de natalidad en China.

Aunque es complicado, no hay que perder la esperanza. La conversación es el primer paso y cada pequeño cambio cuenta. ¿Qué tal si escuchamos a los jóvenes y les damos el poder de decidir su propio futuro? Es un comienzo.

Al final, la vida no es solo sobre números y restricciones legales; se trata de vivir auténticamente y de encontrar nuestras propias alegrías en estos complicados tiempos modernos. ¿Y tú, qué piensas al respecto?