La historia tiene esa curiosa habilidad de repetirse, y a veces parece que se convierte en un mal chiste. Este lunes, la escena en el Parlamento de Cantabria fue todo menos risueña, pero sí interesante. PP y Vox, esas dos formaciones políticas que a menudo se encuentran en el mismo barco, decidieron remar juntos para hacer avanzar su agenda, lo que generó un debate que tuvo más de tenso que de constructivo. ¿Por qué? Porque se han aliado para tumbar la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Cantabria, un esfuerzo legislativo que había intentado superar los errores del pasado y dar voz a las víctimas del franquismo.
Contexto histórico: ¿por qué una ley de memoria histórica?
Antes de que algunos se aburran y se pongan a mirar el teléfono mientras esperan su café, hablemos un poco sobre el contexto. La Ley de Memoria Histórica, en esencia, busca reconocer y reparar a aquellos que sufrieron persecución y violencia durante la dictadura franquista. Imagina que tu abuelo fue encarcelado solo por tener una opinión política diferente y que, muchos años después, algún político pensase que el tema ya no era relevante. No hace falta ser un genio para ver que eso no sienta bien.
La creación de normativas para abordar estos temas es fundamental en nuestras democracias. La memoria no es solo un concepto abstracto; es un recurso invaluable para entender quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí. Y ahora, PP y Vox han decidido deshacerse de este intento de reconciliación histórica con una rapidez que dejaría a cualquier par de amantes en un romance tóxico boquiabiertos.
La unión de PP y Vox: ¿caja de resonancia del revisionismo?
Durante el debate en el Parlamento, la excusa presentada por PP y Vox para derogar la ley fue que esta creaba “víctimas de primera y de segunda”. Déjenme hacer un paréntesis aquí: ¡qué conveniente es pensar así! Además, la portavoz de Vox, Leticia Díaz, se animó a señalar que el alzamiento militar de 1936 se produjo debido a que “el periodo de la Segunda República no fue un mar de convivencia”. A mí, esto me suena similar a cuando uno pone todo el peso de sus malas decisiones en su entorno y se olvida de que, a veces, hay que mirarse al espejo.
Es decir, cuando alguien usa el discurso del «revisionismo histórico», es como si estuviera tratando de borrar las huellas del pasado con una goma de borrar de esas que nunca van bien. ¿Revocar una ley? Claro, pero sin una discusión real. Aquí es donde entra el papel del PRC y el PSOE, quienes lamentan lo que consideran una “jornada triste” para la región y acusan a la derecha y extrema derecha de intentar blanquear la dictadura, algo que no solo apesta a falta de ética, sino que también es una clara falta de respeto hacia la memoria de quienes realmente sufrieron.
Reacciones en el Parlamento: un círculo vicioso
Las posturas fueron claras, y no hubo sorpresas. PRC y PSOE se alzaron en contra, y como era de esperar, el ambiente se fue caldeando. Algunos de nosotros hemos asistido a debates acalorados, y casi todos hemos tenido esa sensación de que, a veces, solo se lanzan dardos envenenados más que se buscan soluciones.
Por el lado de la izquierda, valoro el compromiso que han mostrado al decir que revertirán esta situación ni bien tengan la oportunidad de hacerlo. Es como si dijeran “no se preocupen, ¡esto no se queda así!” Y qué bueno sería que así fuese, pero uno no puede evitar preguntarse: ¿realmente aprenderemos del pasado o estamos condenados a repetirlo?
Por qué este tema es más que una simple ley
Al final del día, la derogada Ley de Memoria Histórica va más allá de una cuestión legislativa; es un intento de dar voz a aquellos que nunca la tuvieron. Cuando escuchamos los relatos de quienes vivieron tiempos difíciles, comenzamos a comprender no solo el dolor de ellos, sino también las implicaciones que esos recuerdos tienen en las generaciones actuales.
Platicando con algunos amigos sobre estas cuestiones, uno de ellos me dijo: «Lo bueno de hablar de historia es que la gente suele olvidar, pero los hechos son tercos». Y en esto, razón no le falta. No es que los jóvenes pregunten menos, es que a veces nos olvidamos de compartirles estas historias, y acabamos repitiendo patrones.
El papel de la sociedad actual: ¿realmente estamos informados?
Hoy frente a una situación como la vivida en Cantabria, sería prudente preguntarnos: ¿estamos suficientemente informados para tener una opinión sólida sobre estos temas? Las redes sociales ofrecen una amplia gama de opiniones, pero a veces es complicado discernir entre la desinformación y los hechos.
Esa es una de las razones por las que es crucial que hablemos de ello y lleven hasta la sobremesa de casa. ¿Quién más notó que el debate sobre la memoria histórica puede ser más entretenido que un capítulo de una serie favorita? Podrías estar hablando de verdad de la guerra civil española o algún escarceo de amor en una comedia romántica, y después de todo terminar con el mismo «¿qué hemos aprendido?»
Mirando hacia adelante: el futuro de la Ley de Memoria Histórica en Cantabria
La pregunta que se cierne ahora es: ¿qué pasará con la Ley de Memoria Histórica en el futuro? Los partidos de izquierda parecen estar comprometidos a volver a introducirla cuando sea posible, y eso es alentador. Pero, como mencioné antes, la historia nos acompaña y desafía constantemente nuestras decisiones.
La realidad es que el proceso político nunca es lineal. Las cosas pueden cambiar rápidamente, y lo que parece impensable hoy podría ser una realidad mañana. Así que, quizás, deberíamos adoptar la mentalidad de que siempre hay espacio para el aprendizaje y la mejora, tanto a nivel personal como colectivo.
Conclusión: el eco de la historia en nuestras decisiones presentes
En los momentos difíciles, es fácil perder la perspectiva; intuimos que la historia no está tan alejada de nosotros. Donde algunas personas ven solo un conflicto legislativo, muchos otros ven la posibilidad de un futuro más justo y equitativo. Y es en esta lucha donde encontramos la verdadera esencia de nuestra sociedad.
Así que, ¿estamos listos para poner la mirada hacia adelante con el conocimiento del pasado? La de Cantabria no es solo una historia de poder ; es una lección para todos. ¿La historia se repetirá o, como decían nuestros abuelos, es suficiente de círculos viciosos? Eso, amigos, depende de nosotros. En un tiempo donde PP y Vox han hecho un brinco hacia el pasado, la pregunta más crucial es si nosotros, como sociedad, decidiremos seguir el camino de vuelta o de uno nuevo, uno que realmente honre la pluralidad de experiencias históricas.