La prostitución es un tema que raramente deja a nadie indiferente. Nos provoca emociones que van desde la incomodidad, hasta la discusión candente. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en quién está realmente detrás de la demanda en este complejo fenómeno? En este artículo, nos vamos a adentrar en el ambiguo mundo de los puteros y la prostitución, explorando por qué este universo está tan rodeado de tabúes y silencio.
La paradoja del putero y la prostitución
Cuando hablamos de prostitución, es habitual que nos venga a la mente la imagen de mujeres que están en la calle o en un club, pero nos olvidamos de los hombres que son parte fundamental de este entramado. La socióloga Beatriz Ranea, en su reciente libro Puteros (2023), pone el foco en estos hombres que, a menudo, quedan en la sombra de la conversación. Y no, no estoy hablando de hombres que se visten de superhéroes y salen a salvar el día. Me refiero a los puteros, aquellos que pagan por sexo y que, como Ranea señala, se sienten incómodos con esa etiqueta.
Pero, ¿por qué nos cuesta tanto hablar de ellos? Siempre me he hecho esta pregunta después de una profunda reflexión (y quizás un trocito de chocolate, que siempre ayuda, ¿verdad?). La verdad es que el término «putero» implica una carga social que genera repulsión y delirio por igual. Muchos hombres no se identifican con la palabra porque la cultura nos ha enseñado que hablar de sexo y prostitución es un tabú. Y aquí es donde entra la Andanza: ¿será que hemos creado un estigma en torno a la masculinidad que les impide hablar abiertamente sobre su sexualidad?
¿Quiénes son los puteros?
Según Ranea, la demografía de los puteros es tan diversa como podrías imaginar. Desde hombres de negocios exitosos que buscan una escapatoria, hasta estudiantes que ansían experiencias nuevas. Todos ellos comparten un denominador común: la necesidad de pagar por compañía. Esto plantea la pregunta clave: ¿por qué algunos hombres sienten la necesidad de recurrir a la prostitución en lugar de explorar relaciones consensuadas?
Aquí es donde entran las complejidades del deseo humano. Muchos buscan la desconexión emocional que ofrece el sexo comercial. Otras veces, hay un deseo de desafiar normas sociales que consideran restrictivas. En un mundo en el que se nos dice que «los hombres deben ser fuertes», el putero desafía esas etiquetas al buscar intimidad independientemente de su estado civil o situación emocional. ¿Quién no ha tenido alguna vez una necesidad que ha tratado de satisfacer de maneras poco convencionales?
La demanda y el contexto de la prostitución
Un punto de inflexión en la discusión sobre el tema es entender cómo se distribuyen las dinámicas de poder y sexo. En un episodio reciente del pódcast Pausa de El Confidencial, Marta García Aller se adentra en la conversación sobre los puteros con la autora Beatriz Ranea. García Aller menciona que “la demanda manda”, lo que implica que a menudo son los puteros quienes dictan las reglas del juego. Esto está íntimamente relacionado con el hecho de que España ostenta la imponente mención de ser «el país con más puteros de Europa.»
¿Qué significa esto? Por un lado, refleja una cultura en la que el sexo se aborda de manera más abierta (o eso creemos). Pero por otro, algunos estudios sugieren que lo que realmente ocurre es que las relaciones humanas se están desensibilizando. ¿Está el putero buscando algo más allá del simple acto físico? ¿Qué pasaría si la respuesta tuviera menos que ver con el sexo y más con el vacío emocional que muchos sienten?
Un cambio de perspectiva
¿Alguna vez te has sentido un poco fuera de lugar al ver a alguien pedir ayuda o consejo en un ámbito que no comprendes del todo? Así es como muchos de nosotros nos sentimos en esta discusión. Entonces, ¿cómo podemos hacernos un favor y colaborar para cambiar esta narrativa opresora en torno a la prostitución y los puteros?
Desde mi perspectiva, es importante empezar a hablar de este fenómeno sin estigmas ni tabúes. La revolución digital ha traído consigo muchas comodidades (y no, no solo hablo de poder ver memes de gatos a las 3 a.m.). También ha creado espacios seguros para el diálogo sobre el sexo y la prostitución. Los pódcast y plataformas de comunicación brindan una forma de examinar estos temas a través de un lente crítico y educativo.
Rompiendo el silencio: una historia personal
Permíteme compartir una pequeña anécdota. Un amigo cercano, llamémoslo Juan (un nombre ficticio, por supuesto), una vez me confesó que había ido a un club de striptease en una noche de desahogo. Ría en aquel momento porque no imaginaba a Juan, con su cara de «chico correcto», en un lugar así. Me preguntó si pensaba que lo que había hecho era moralmente incorrecto. Mientras reflexionaba sobre su pregunta, noté que lo que realmente le preocupaba era el juicio de los demás.
Esta situación me hizo pensar: el juicio social que enfrentan tanto los hombres que acuden a estos lugares como las mujeres que ejercen la prostitución crea un ciclo de silencio y vergüenza. Estrictamente hablando, nadie debería tener que ocultar sus decisiones personales—siempre que se basen en el consentimiento mutuo y el respeto.
Así que, cher reader, ¿cómo hacemos para deshacernos de este estigma? Tal vez la respuesta esté en abrir el diálogo. Conversaciones como las que se dan en los pódcast, libros y foros sobre sexualidad pueden allanar el camino para entender mejor a los puteros y sus motivaciones. Si un hombre como Juan se sintiera más cómodo hablando sobre su experiencia, quizás no sentiría la necesidad de recurrir a lugares que refuercen la idea de que lo que hace es inmoral.
La falta de estudios sobre puteros
Es sorprendente que haya tan poco material académico que explore la vida de estos hombres. La mayoría de las investigaciones disponibles tienden a centrarse en las experiencias de las mujeres en la prostitución, dejando al descubierto un vacío en nuestra comprensión del fenómeno. Ranea apunta que los puteros suelen ser temas tabú, en parte por ese miedo al rechazo.
A medida que el mundo empieza a repensar su visión sobre el sexo y la prostitución, es imperativo que se realicen más estudios que arrojen luz sobre los puteros—quiénes son, por qué pagan y cómo sus experiencias moldean la conversación en torno a la prostitución.
El poder del lenguaje y la percepción
Ahora que hemos tocado varios temas importantes, volvamos un momento al lenguaje. La forma en que hablamos sobre la prostitución y sus actores influye profundamente en cómo se perciben. Cuando Ranea decidió titular su libro Puteros, eligió desafiar estas etiquetas llenas de estigma, mostrando que estas palabras, aunque pueden resultar incómodas, deben ser parte de la conversación.
Si cambiamos nuestro discurso, también transformaremos las narrativas que rodean a estos hombres. Al final, el lenguaje es una herramienta poderosa que puede hacer o deshacer realidades.
Los pasos hacia adelante: ¿hacia dónde vamos?
Ahora bien, ante esta conversación tan rica, ¿cuáles son los pasos que podemos dar? En primer lugar, a medida que la sociedad evoluciona, debemos seguir abriendo espacios donde se pueda hablar de la prostitución y los puteros sin censura. Las discusiones deben incluir voces diversas y experiencias diferentes para que abarquen completamente el espectro de situaciones y emociones que los rodean.
En segundo lugar, es importante encorajar a los hombres a hablar de su experiencia y sus deseos sin miedo al juicio. Esto puede ser un largo camino que involucra un verdadero trabajo de autoconocimiento, pero es un paso necesario. ¿Quién sabe? Tal vez sea un camino similar al que hemos recorrido en otros aspectos de la sexualidad, donde poco a poco, la gente se va sintiendo más cómoda compartiendo su historia.
Reflexión final
Como resultado de esta exploración, mi perspectiva se ha ampliado y espero que la tuya también lo haga. Vale la pena recordar que la prostitución no se trata solo de una transacción entre un cliente y una trabajadora. Implica historias, deseos y sobre todo, humanidad. La próxima vez que escuches sobre los puteros o la prostitución, recuerda que hay más de lo que los ojos pueden ver.
Con cada conversación que abramos, cada libro que leamos y cada símbolo que cuestionemos, estamos dando un paso hacia una seudo-libertad. Y aunque a veces pueda parecer que estamos navegando en aguas turbias, cada pequeño esfuerzo cuenta. Entonces, ¿qué te parece abrir la conversación a nuevas perspectivas y cuestionar las narrativas establecidas?
Estemos dispuestos a hablar. Después de todo, la humanidad está en el núcleo de estas interacciones. ¿Estás listo para ser parte del cambio?