El mundo ha sido un escenario todos los días, y a menudo, la trama se complica. El populismo xenófobo ha encontrado su camino en Occidente, y no parece que tenga la intención de irse pronto. Pero, ¿qué está impulsando este fenómeno? ¿Son realmente los inmigrantes y refugiados el problema, o hay algo más profundo en juego? Hein de Haas, en su libro Los mitos de la inmigración: 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide (Península), realiza una profunda exploración sobre estas preguntas y ofrece, francamente, un soplo de aire fresco en una conversación que se ha vuelto tóxica.

El contexto del populismo xenófobo

Antes de entrar de lleno en lo que De Haas tiene que decir, es crucial establecer un contexto. En los últimos años, hemos visto un resurgir del populismo en muchas partes del mundo, donde figuras políticas han utilizado el miedo a los inmigrantes como arma para ganar apoyos. La retórica suele ser incendiaria y está llena de afirmaciones que, a menudo, no resisten un análisis más riguroso. ¿Quién no ha oído alguna vez que los inmigrantes roban trabajos? Una frase que, al igual que un meme viral, se esparce sin que muchos se detengan a pensar en su veracidad.

De hecho, yo mismo recuerdo una conversación en una reunión familiar donde un primo dijo, «esos inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo», al que respondí con una risa nerviosa. La verdad es que muchos de nosotros, en algún momento, hemos caído en esos mitos. Pero lo que parece ser un mero desliz se convierte en un asunto de profundo interés cuando comenzamos a mirar los datos de manera objetiva.

Desmontando mitos: el trabajo no es un pastel

Uno de los mitos más comunes que De Haas aborda es la idea de que el empleo es un tipo de pastel que solo se puede compartir entre los que ya están en el país. Es el clásico «si un inmigrante gana, nosotros perdemos». Pero seamos sinceros, ¿alguna vez hemos pensado que, en realidad, el mercado laboral es más complejo que eso? La economía no es un juego de suma cero, es más bien un mosaico donde todos pueden beneficiarse (bueno, dependiendo de a quién le preguntes, claro).

Los estudios han demostrado, y la experiencia de muchos países lo respalda, que los inmigrantes a menudo crean más empleo del que «roban». Ellos ayudan a cubrir los empleos que nadie quiere y aportan habilidades que a menudo se demandan. Entonces, ¿por qué sigue persistiendo esta idea? En muchas ocasiones, la ignorancia y el miedo juegan un papel decisivo. La clave aquí es la empatía: ponernos en el lugar del otro, de aquellos que buscan una mejor vida.

La doble moral de la izquierda y la derecha

Hablando de empatía, De Haas también plantea que no solo la derecha tiene una visión distorsionada sobre la inmigración; la izquierda, en algunos casos, tampoco acierta en sus planteamientos migratorios. Es como ir a la tienda buscando lo mejor de ambos mundos y terminar eligiendo todo lo wrong. Por ejemplo, mientras la derecha a menudo apela al miedo y la xenofobia, algunos sectores de la izquierda pueden ser excesivamente idealistas, minimizando los problemas que la inmigración descontrolada puede acarrear.

Es un delicado equilibrio que, a menudo, parece que nadie logra. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿es posible encontrar una solución que no sea ni una política de puertas abiertas irresponsable ni un enfoque de cerraduras y candados?

La relación entre inmigración y criminalidad: un mito que duele

Otro de los mitos que circulan con fuerza es la creencia de que los inmigrantes son más propensos a cometer crímenes. En mi experiencia, esto se parece más a un malentendido que a un hecho. ¿No es curioso cómo los medios a veces capitanearon titulares en los que se indicaba “inmigrantes y crimen” en la misma frase, casi como si fueran sinónimos?

De Haas menciona que, al contrario de lo que se piensa, los datos muestran que los inmigrantes tienden a cometer menos crímenes que los nativos. Pero claro, el problema es que una vez que se siembra la semilla del miedo, es difícil erradicarla. El reto está en revertir lo que, por años, se nos ha vendido como verdad absoluta.

La voz de la razón: estudio y basado en hechos

En su libro, De Haas no se queda en las generalidades y aporta datos de varias investigaciones que desmontan los mitos en torno a la inmigración. Algunos estudios incluso sugieren que la inmigración puede contribuir a un descenso en las tasas de criminalidad, gracias a la revitalización de comunidades y el aumento de actividades económicas. A menudo nos olvidamos de que la decisión de dejar su hogar puede estar motivada por el deseo de huir de situaciones más peligrosas.

Recuerdo una conversación que tuve con un refugiado sirio en una charla comunitaria. Me hablaba sobre cómo había tenido que dejar todo atrás para salvar la vida de su familia. Escuchar su historia me hizo reflexionar seriamente sobre cuántos de nosotros realmente entendemos los desafíos que enfrentan. Sin embargo, no todos los relatos son tan impactantes; algunos se pierden en la niebla de la generalización.

La necesidad de un debate más honesto sobre la inmigración

Entonces, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, pensemos en la importancia de un debate honesto y fundamentado sobre la inmigración. Debemos invitar a expertos a la mesa y alejarnos de las narrativas tóxicas. Necesitamos reestructurar nuestras percepciones y entender que la inmigración no es un problema, sino una oportunidad.

Podríamos crear un «fact-checking» o sistema de verificación de hechos para desacreditar mitos, similar a lo que se ha realizado en el ámbito de las noticias falsas durante las campañas electorales. De hecho, ¿por qué no crear una campaña de sensibilización que explique en términos sencillos y entretenidos a la población lo que realmente significa la inmigración?

Conclusiones: reenfocando la conversación

En definitiva, el populismo xenófobo, como señala De Haas, se basa en mitos que alimentan divisiones y miedos infundados. Si realmente nos importa crear una sociedad más unida y empática, es vital que hagamos espacio para la información verificada y el diálogo constructivo.

Esto no quiere decir que debamos ignorar las preocupaciones legítimas que existen sobre la inmigración, pero sí que debemos dividir las chispas de la retórica política de la realidad. Como diría cualquier adscrito a la teoría del caos, a veces, una pequeña variación en nuestras palabras puede generar enormes cambios en la dirección de nuestras vidas.

Es hora de que, juntos, echemos un vistazo a la evidencia, corramos el riesgo de hacernos preguntas incómodas y reajustemos nuestras mentalidades hacia un futuro más inclusivo y menos defensivo. Después de todo, en un mundo tan interconectado, ¡menos miedo y más diálogo nunca vienen mal!

Así que, la próxima vez que alguien mencione algún mito sobre la inmigración, piense en todas las historias no contadas y las contribuciones que esos «extraños» han hecho — y siga la conversación. ¿Quién sabe? Tal vez la próxima vez que estemos en una reunión familiar, los comentarios sean más bien sobre las deliciosas croquetas que un amigo colombiano trajo a la fiesta. ¡Apuesto a que eso se vuelve viral!