Pompeya es, sin duda, uno de los tesoros arqueológicos más fascinantes de la historia. La fría y desconcertante imagen de una ciudad asfixiada bajo una capa de ceniza y piedra no solo es un recordatorio de la furia del volcán Vesubio, sino que también es un portal hacia el pasado que nos invita a explorar la vida cotidiana de sus habitantes en la antigua Roma. Pero ¿alguna vez te has preguntado cuándo exactamente ocurrió esta catástrofe? La fecha sigue siendo un debate entre arqueólogos e historiadores, y un nuevo estudio ha vuelto a poner sobre la mesa la pregunta que nos acompaña durante siglos: ¿fue el 24 de agosto, como se pensó durante mucho tiempo, o realmente ocurrió en octubre? Acompáñame en este recorrido a través de la historia, la ciencia y un poco de humor a medida que desentrañamos el misterio de Pompeya.

La controversia de las fechas: ¿24 de agosto o 25 de octubre?

Cuando hablamos de la erupción del Vesubio, la conversación suele girar en torno a la fecha. La tradición sostiene que la catástrofe tuvo lugar el 24 de agosto del año 79 d.C. Esta afirmación se basa principalmente en la famosa carta de Plinio el Joven a Tácito, donde se narra la tragedia. Por cierto, si alguien pensara que escribir cartas es cosa del pasado, debéis saber que en Italia todavía existen una serie de rituales para escribir tarjetas sobre las vacaciones de verano, ¡pero eso es otro tema!

Sin embargo, desde hace algunos años, un grupo de investigadores ha presentado argumentos que sugieren que la erupción tuvo lugar en octubre, basándose en evidencia como las prendas de abrigo encontradas entre los restos y los frutos carbonizados que no corresponderían con una cosecha de verano. Imagina un día de verano en Pompeya, el sol brillando, la gente disfrutando en las termas y, de repente, se encuentran con puñados de castañas tostadas en las calles. ¿Qué no les haría dudar?

¿Qué dice el último estudio?

Aunque en 2018 algunos estudios apoyaran la hipótesis de la fecha en octubre, un reciente análisis publicado en la revista Earth-Science Reviews ha reabierto el debate al argumentar que no hay pruebas suficientes para desestimar la fecha tradicional del 24 de agosto. Este nuevo estudio se basa en varios hallazgos que desafían la narrativa anterior, incluyendo el trabajo del historiador Pedar Foss, quien reveló errores en las traducciones y presentó datos que sugieren que las fechas alternas no tienen un sustento sólido en la tradición manuscrita.

Es como cuando intentas recordar una anécdota de tu infancia y cada vez se hace más confusa. Mientras más la cuentas, más detalles parecen cambiar. Sin embargo, Foss parece haber tomado su tiempo para pegar cada pieza correctamente. El desafío es, entonces, ¿realmente sabemos cuándo sucedió?

El misterio de la inscripción en el muro

Uno de los hallazgos más intrigantes que se presentó como evidencia a favor de la fecha en octubre fue una inscripción hecha con carbón hallada en una pared de Pompeya que indicaba el “decimosexto día antes de las calendas de noviembre”, lo que sería el 17 de octubre. Por favor, no le digas a nadie que llevo un diario sobre lo que comí durante la semana pasada, pero si lo hiciera, me gustaría que alguien encontrara mis notas y decidiera reescribir mi historia. ¡Qué maravilla de la arqueología!

Pero aquí es donde la trama se complica: este mismo nuevo estudio, que supuestamente reafirma la fecha de agosto, también cuestiona la durabilidad de las inscripciones a carbón. ¡Menuda encrucijada! Si consideramos que las cenizas del volcán preservaron instantáneamente todo lo que tocaron, la durabilidad de esa inscripción sigue siendo un punto de debate.

La influencia del clima en la percepción de la fecha

El clima es otro factor crucial en esta discusión. Algunas investigaciones sugieren que, en el Mediterráneo antiguo, el clima era muy diferente al que conocemos hoy en día. Entonces, ¿es realmente sorprendente encontrar frutos como melocotones y castañas en pleno verano en ese contexto? ¡Quizás en ese entonces, un clima es más flexible de lo que creemos! Gabriel Zuchtriegel, director del parque arqueológico de Pompeya, expresa que tal vez hemos subestimado la literatura antigua en la identificación de estos ciclos climáticos. Es como intentar construir un rompecabezas sin tener la imagen de referencia. ¿Cuántas piezas faltan?

La experiencia compartida ante un desastre

Hablemos un poco de la experiencia humana frente al desastre. Aquellos que vivieron en Pompeya hace dos mil años tenían plena confianza en la vida y la previsibilidad de su entorno. Sin embargo, el vulcanismo es impredecible, y es fascinante reflexionar sobre cuán preparadas estaban estas personas para enfrentar una tragedia de tal magnitud. En nuestras vidas modernas, todos enfrentamos momentos de inestabilidad y cambio inesperado, y es fácil sentirnos desconectados de nuestros antepasados que vivieron crisis mucho más desgarradoras y repentinas. ¿Sería más fácil para nosotros si mantuviéramos un diario sobre los cambios en el clima, como hicieron los romanos?

Reflexiones finales: ¿qué podemos aprender de Pompeya?

En definitiva, el enigma de la fecha de la erupción del Vesubio nos recuerda la fragilidad de la vida y nuestra habilidad para reinterpretar la historia a través de los nuevos hallazgos. ¿Fue el 24 de agosto o el 25 de octubre? Como en un buen juego de adivinanzas, la respuesta puede ser más compleja de lo que parece. Cada descubrimiento en Pompeya nos ofrece una nueva perspectiva sobre cómo vivimos, entendemos el tiempo y nos relacionamos con nuestro entorno.

Al final del día, Pompeya no es solo una lección de historia, sino un recordatorio de que el ambiente que nos rodea es cambiante y, a veces, caótico. Tal vez deberíamos tener más cuidado con nuestras propias cenizas, ya que la próxima vez que nos quejemos del verano caluroso, podríamos recordar que, hace mucho tiempo, la vida en Pompeya también fue un baluarte de sorpresas. Y así, el misterio de Pompeya continúa vivo, como el eterno ciclo de la vida misma.


Y ahí lo tienes, un viaje a través del tiempo, los ecos de la antigua Roma resonando en nuestros días. ¿Te imaginas a esas almas caminando por las calles, pensativas sobre su destino como nosotros? Una pregunta para seguir soñando y explorando el pasado.