Ourense, la capital termal de Galicia, está cada vez más en el radar de los viajeros que buscan experiencias auténticas, lejos de las multitudes. Si bien me encanta explorar lugares populares, no puedo evitar sentirme emocionado al descubrir esos rincones que la mayoría pasa por alto. Así que, como un moderno Indiana Jones (aunque un poco menos heroico y con más pasión por la gastronomía), decidí visitar Ourense y ver qué tenía para ofrecer.
En este artículo, te llevaré a través de un itinerario de tres días, desde la llegada el viernes hasta la despedida el domingo, explorando termas, sabrosos platos y un casco antiguo lleno de historia. Así que prepárate para la aventura, y quizás hasta encuentres tu próximo destino para una escapada de fin de semana.
Día 1: La llegada a Ourense y sus calles encantadoras
Un primer vistazo al corazón de Ourense
Imagínate llegar a una ciudad donde cada calle empedrada parece contarte un secreto. Así es Ourense. Ya al llegar, mi entusiasmo aumentó al dar un primer paseo por el casco antiguo. Comencé mi recorrido en la Plaza Mayor, un lugar tan peculiar que parece tener una ligera inclinación. Tal vez es solo el vino que ya había tomado, pero creo que es más bien la arquitectura de la plaza. Allí, rodeado de soportales y con el Concello de Ourense como telón de fondo, te sientes como si hubieras viajado atrás en el tiempo.
Y no te preocupes, había comida cerca. En esta primera parada, me encontré con la Iglesia de Santa María Madre, sencilla y bonita. A pocos pasos, la Catedral de San Martiño se alza con más de ocho siglos de historia. La belleza del Pórtico del Paraíso con sus policromías me dejó sin palabras. ¿Quién diría que detrás de esas piedras hay tantas historias esperando a ser contadas?
La experiencia culinaria en Os Viños
La tarde estaba llegando a su fin, y el hambre empezaba a hacer ruido en mi estómago. Así que decidí dirigirme a Os Viños, la zona de tapeo perfecta para una primera toma de contacto con la gastronomía gallega. ¿Sabes esos bares que parecen tener una historia detrás de cada botella de vino? Este es el lugar.
Cada 10 pasos encontré un nuevo bar, y cada uno me ofrecía una delicia. Probé el pulpo a la gallega y no puedo creer que haya existido un tiempo en el que no sabía que esto era un manjar. Mñaaam. Solo de pensarlo, se me hace la boca agua. ¿Necesitas en tu vida algo más que una noche de tapeo con amigos?
Día 2: Termas y recorridos arqueológicos
Un baño en las aguas termales de Ourense
Despertar el sábado fue emocionante, sabiendo que estaba a punto de sumergirme en las famosas aguas termales de Ourense. Los romanos ya disfrutaban de estos manantiales, y yo no iba a ser menos. Visitar As Burgas fue como un abrazo cálido para el cuerpo. Sus aguas, que alcanzan los 60ºC, son perfectas para un baño reparador.
Me pregunté, «¿Por qué no hago esto todos los días?». ¿Sabes? A veces, dedicarte un tiempo a ti mismo es más que necesario. Así que asentí mientras los alrededores me abrazaban con naturaleza, y me preparé para la experiencia relax del siglo. Imagine esto: suave vapor, una temperatura perfecta y esa pequeña voz en mi cabeza que me decía: «Esto es vida».
Una visita al Conjunto Arqueológico de Santomé
Tras un chapuzón reparador, me dirigí al Conjunto Arqueológico de Santomé. La historia brotaba del suelo y yo estaba ansioso por escucharla. Entre los restos celtas y romanos, me imaginé cómo sería la vida en ese lugar hace miles de años. Mirando las piedras, pensé en todas las vidas que han pasado por aquí. Me quedé paradito, casi esperando a que un espíritu antiguo se me apareciera. Pero supongo que ese día no tenía ganas de compañía.
Delicias en la Plaza de Abastos
El hambre me atacó nuevamente (ávida combinación de aguas termales y aventuras). Así que de regreso al centro, encontré la Plaza de Abastos, un mercado donde los sabores gallegos cobran vida. Aunque el edificio original estaba en renovación, el ambiente vibrante de la plaza era contagioso. ¡Qué belleza! Pescados frescos, frutas brillantes y, por supuesto, quesos que harían que todo amante del buen comer se desmayara de alegría.
Antes de regresar a la Catedral, aproveché para hacer un par de compras. ¿Y qué te parece un queso gallego para llevar? Vino en una mano, queso en la otra… ¿Quién da más?
La magia de los puentes
Con la barriga llena y el corazón contento, me dirigí hacia el famoso Puente Romano, una estructura que ha soportado el paso del tiempo. Con vistas espectaculares del río Miño, me sentí como un héroe en un escenario de películas épicas. Desde ahí, el contraste con el Puente del Milenio fue realmente impresionante. ¿Te has dado cuenta de cómo los edificios y puentes cuentan historias distintas, como dos abuelos que comparten relatos de su juventud pero desde perspectivas completamente diferentes?
Cena en el casco antiguo
El ambiente de la noche en el casco antiguo es algo digno de vivir. Así que volví a os Viños para disfrutar de una cena tranquila. La lamprea y las anguilas del río Miño eran opciones tentadoras, etc. Mientras saboreaba mis platos, reflexionaba sobre el día. Cada bocado era un recordatorio de lo afortunado que soy de poder disfrutar de estos momentos.
Día 3: Despidiendo a Ourense
Un paseo matutino en el Parque de San Lázaro
El domingo comenzó con la calma de un hermoso paseo en el Parque de San Lázaro. Este parque tiene una dulzura que te abraza mientras caminas. Añadió un toque especial a mi última mañana en Ourense. La paz del lugar me permitió reflexionar sobre el viaje y la bondad que emanan sus calles y su gente.
La mágica iglesia de San Francisco
Una de las visitas más recomendadas fue al Claustro de San Francisco. Oh, la arquitectura gótica nunca deja de impresionarme. Los 63 arcos con motivos mitológicos eran realmente un espectáculo visual. Era el escenario perfecto para unas fotos, pero me contuve, no quería parecer un turista más. Sin embargo, la belleza de la iglesia es algo que todo viajero debería apreciar.
Última parada en el casco antiguo
Antes de despedirme de Ourense, volví al casco viejo para disfrutar de una última comida. En verdad, la gastronomía gallega tiene un lugar especial en mi corazón, como un viejo amigo que siempre está ahí para ti. Disfruté de un delicioso menú que me hizo olvidar por un momento el reloj.
Y para cerrar con broche de oro, el dulce final: ¡la bica! Esta maravilla de bizcocho me dejó sin palabras, y al igual que un buen libro, en cada bocado había una nueva historia que contar.
¿Qué tal se siente uno al regresar a casa después de un viaje tan vibrante? La mezcla de nostalgia y exploración es siempre un sentimiento agridulce. Ourense, con sus tesoros ocultos y su encanto cautivador, ha sido una experiencia inolvidable. ¡Así que no lo dudes más! Empaca tus maletas, elige tus termas favoritas y permite que la magia de Ourense te envuelva. ¿Quién sabe? Tal vez cuando regreses, te encontraré allí de nuevo, explorando un nuevo rincón que aún no he descubierto. ¡Hasta pronto!