La pandemia del coronavirus ha sido un evento que ha cambiado radicalmente la forma en que vivimos y nos relacionamos. Si bien ha afectado a todos, hay un grupo que ha enfrentado desafíos únicos y desalentadores: las mujeres. Un nuevo estudio llevado a cabo por el Grupo de Investigación en Servicios Sanitarios de Aragón (Grissa), en colaboración con científicas de la Universidad de Zaragoza y el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón, ha revelado cómo las mujeres han sido diagnosticadas y atendidas de manera desigual durante la crisis sanitaria. ¡Vamos a desmenuzar esto y a ver por qué es tan preocupante!

La tormenta perfecta: factores que agravan la desigualdad

Cuando se habla de desigualdad de género, suele mencionarse el clásico “¿por qué se les paga menos a las mujeres por el mismo trabajo?”, pero este estudio que examina los efectos de la COVID-19 es un claro recordatorio de que las mujeres se enfrentan a dificultades que van mucho más allá de la brecha salarial.

El estudio analizó los datos de 390,000 personas en Aragón que dieron positivo por la COVID-19 entre marzo de 2020 y 2022. Según las investigadoras, las mujeres enfrentaron una “tormenta perfecta” de factores que las hicieron más vulnerables. Me resulta particularmente sorprendente que, a pesar de que las mujeres tienen un papel central como cuidadoras en la sociedad, muchas veces se descuidan a sí mismas. Esto es algo que he visto en mi propia vida; a menudo he observado a mi madre, que es madre de tres, poner siempre las necesidades de los demás antes que las suyas.

Las mujeres tienden a ser más longevas, tienen menos ingresos y enfrentan enfermedades crónicas en mayor medida. ¿Cuántas veces hemos escuchado a una madre decir “no, estoy bien” cuando claramente necesita cuidado? Eso, amigos míos, es una receta para la invisibilidad.

Datos impactantes que demuestran la desigualdad

Los números no mienten. Según el estudio, de los hombres que fallecieron a 30 días de ser diagnosticados, un 77% habían sido ingresados. En contraste, solo el 69% de las mujeres fallecidas habían pasado por el hospital. ¿Qué está pasando aquí? Las mujeres, a pesar de presentar síntomas graves, son menos propensas a ser ingresadas y atendidas adecuadamente. Y, presten atención a esto, la estancia promedio en el hospital fue menor para las mujeres en comparación con los hombres.

Esto no es solo una cuestión de percepción; hay realidades tangibles en juego. La diferencia se amplió aún más durante la primera ola de la pandemia. Solo el 3.6% de las mujeres necesitó cuidados en la UCI, frente al 10.7% de los hombres. ¡Eso sí que es una cifra alarmante! Si nos paramos a pensar, el hecho de que las mujeres sean menos atendidas en momentos críticos podría explicarse por su tendencia a cuidar a otros antes que a sí mismas. Pero, ¿no deberían recibir también el cuidado que merecen?

Roles de género y la atención médica

Los roles de género han creado un entorno en el que las mujeres, a menudo, se descuidan. Este estudio destaca que muchas mujeres asumen el papel de cuidadoras, lo que significa que muchas veces posponen su propia atención médica. ¿Cuántos de nosotros no hemos escuchado esa frase tan común entre las mujeres? “Primero mis hijos, luego yo”.

La epidemióloga María José Rabanaque menciona que las mujeres a menudo “se ponen en el último lugar” y van al médico solo cuando ya están en condiciones críticas. Recuerdo una vez que mi abuela, una mujer increíblemente fuerte, se negó a ir al doctor, diciendo que “había cosas más importantes en las que pensar”. Al final, terminó en el hospital, y eso fue un gran susto para todos.

Además de eso, está el hecho de que las mujeres tienden a vivir en residencias de ancianos en mayor número. Esto no solo potencializa el riesgo de contraer COVID-19, sino que también presenta retos adicionales a la hora de recibir atención sanitaria adecuada. La investigación también descubrió que las mujeres sufren más enfermedades como la demencia y la depresión a medida que envejecen, lo que, en sí mismo, constituía una barrera más para recibir atención.

Falta de sensibilidad y protocolos en el sistema de salud

Uno de los datos más impactantes del estudio es que no existen protocolos específicos que tengan en cuenta las diferencias de género en la atención médica. Según Isabel Aguilar, responsable del estudio, “los síntomas no son iguales en hombres y mujeres”, pero, a menudo, las mismas pautas de trabajo son aplicadas a ambos. ¡Es como tratar de resolver un rompecabezas sin tener todas las piezas!

Este aspecto resuena en mi mente ya que hemos sido enseñados a pensar que todos somos iguales, pero hay matices y diferencias que necesitan ser reconocidos y tratados. El sistema de salud debe ser más sensible; no se trata solo de tratar enfermedades, sino de entender cómo afectan a individuos únicos. Una vez más, la empatía y la attención personalizada deberían ser los pilares del sistema de salud, ¿no creen?

La percepción del riesgo y sus consecuencias

Un punto crucial que destaca el estudio es la percepción del riesgo diferente que se les da a hombres y mujeres. ¿Por qué hay esta distinción? Puede que haya que ver con cómo la sociedad ha definido históricamente el rol de las mujeres y su papel en la familia. Algunas mujeres pueden no recibir la misma atención porque, inconscientemente, hay un sesgo en la mente de los profesionales de la salud.

Este estudio muestra que, incluso en la prescripción de medicamentos, pueden surgir sesgos de género. Aquí es donde se pone difícil. Hay que recordar que la experiencia de la enfermedad no es uniforme. Para muchos, una simple cita médica puede convertirse en un desafío de vida o muerte. Necesitamos un cambio y necesitamos hacerlo pronto.

La exigencia de un cambio real en la atención sanitaria

La conclusión del estudio es clara: si queremos reducir las desigualdades en la salud y en los servicios sanitarios, hace falta implementar directrices claras con una perspectiva de género de cara a futuras pandemias. Ignorar estas diferencias es simplemente inaceptable, especialmente en tiempos de crisis. La verdad es que, por mucho que se avance en investigación, aún falta aplicar estos hallazgos en la práctica.

No se trata solo de que las mujeres vivan más; se trata de que vivan con mejor calidad de vida. Esto es algo que deberíamos estar presionando en nuestra sociedad. Como sociedad, estamos en deuda con las mujeres, pues han sido históricamente las primeras en cuidar y sacrificar sus propias necesidades.

Reflexionando sobre nuestras acciones

Es fácil mirar hacia otro lado. Todos estamos ocupados, pero debemos preguntarnos: ¿realmente estamos haciendo lo suficiente? ¿Estamos siendo conscientes de cómo tratamos a las mujeres en nuestras vidas? Tal vez sea hora de que revisemos nuestras propias percepciones y acciones.

La pandemia nos ha dado una buena lección sobre cuán interconectados estamos todos, pero también ha revelado lo importante que es brindar cuidado equitativo a todos los miembros de nuestra sociedad. Como consumidores de servicios de salud, debemos exigir un trato justo, no solo para nosotros mismos, sino también para aquellos que vienen detrás de nosotros.

Conclusión: Hacia una atención más equitativa

En resumen, este estudio de Grissa sobre la desigualdad de género en los servicios sanitarios durante la pandemia en Aragón es una llamada a la acción. Nos recuerda que, aunque hay avances en términos de derechos y oportunidades para las mujeres, aún queda un largo camino por recorrer en el ámbito de la salud.

El trabajo de estos investigadores es admirable y vital. Ojalá sirva para inspirar cambios que se traduzcan en una atención más equitativa y justa. ¡Es hora de poner manos a la obra! La salud no puede esperar y la igualdad tampoco.

¿Hay algo que puedas hacer hoy para ser parte de este cambio? Comparte este artículo y comienza una conversación. Recuerda, la conciencia empieza con nosotros.