Cuando uno se sienta a escribir sobre el fútbol, lo primero que le viene a la mente son los goles, las victorias y las alegrías que este deporte trae a millones de personas. Sin embargo, como bien nos enseña la historia reciente de Mouctar Diakhaby, no todo están sonrisas en este hermoso juego. La lucha contra el racismo y el desafío personal que ha enfrentado el jugador del Valencia C.F. son temas que merecen ser abordados con la seriedad que corresponden.
Una lección de vida tras la lesión
Imaginen ser un jugador de fútbol profesional, el sueño de toda una vida al alcance de la mano, y de repente sentir que todo se derrumba. Eso fue lo que vivió Mouctar Diakhaby el 2 de marzo de 2022, un día que seguramente no olvidará. Aquella tarde, su pierna sufrió una fractura que no solo le apartó del terreno de juego, sino que puso a prueba su capacidad de recuperación, tanto física como mental.
Al regresar a la Ciudad Deportiva del Valencia, lo hizo con una sonrisa, mostrando una fuerza impresionante. “Ahora soy mucho más paciente”, menciona Diakhaby, y uno no puede más que sentirse identificado. ¿Quién no ha tenido que aprender a ser paciente en momentos difíciles de su vida? Esa lección se extiende más allá del fútbol; es un recordatorio de que debemos disfrutar de cada momento, incluso aquellos que parecen sombríos.
Diakhaby comparte que durante su recuperación, recibió mensajes de apoyo de compañeros como Tchouameni, alguien que entendía el dolor de estar al margen del juego. “Me ha mandado varios mensajes. Ha sido una persona que me ha escrito mucho durante la lesión”, señala Diakhaby. Este apoyo, aunque puede parecer pequeño, es fundamental. En esos días oscuros, saber que alguien se preocupa por ti puede ser un rayo de luz en medio de la tormenta.
El racismo en el fútbol: una sombra persistente
Una de las partes más emotivas de la charla de Diakhaby es sin duda su experiencia con el racismo, un tema que ha cobrado una relevancia cada vez mayor en el mundo del deporte. Recordemos que en abril de 2021, el central guineano fue víctima de un insulto racista por parte de un rival, Juan Cala. En un mundo ideal, el fútbol sería un espacio de igualdad y respeto, pero la realidad es muy diferente.
“Aquello fue sorprendente”, dice Diakhaby con desilusión, refiriéndose a la escasa reacción de las autoridades en aquel momento. “LaLiga defendió al jugador”, apunta. Pero lo que más impacta es su reflexión: “No me molestó que el suceso de Vinícius tuviera más repercusión que el mío. Cada caso es diferente”. Esa visión madura y empática hacia su propio sufrimiento y el de otros está, sin duda, en la raíz misma del deporte.
Imagina estar en sus zapatos. El dolor físico de una lesión ya es bastante difícil, pero sumar el peso del racismo y la falta de apoyo hace que la carga sea aún mayor. La valentía que exhibe Diakhaby al compartir su experiencia no solo lo convierte en un modelo a seguir, sino que nos invita a todos a reflexionar: ¿qué estamos haciendo para erradicar el odio en nuestras vidas?
El 7% de odio: una estadística alarmante
El Observatorio Español de Racismo y Xenofobia (Oberaxe) ha reportado que el racismo y el discurso de odio son problemas alarmante y crecientemente reconocidos en el fútbol. Según sus informes, el 7% de los mensajes monitorizados se vinculan directamente con este tipo de comportamientos, y aunque estas cifras pueden parecer frías, son un recordatorio de que hay mucho trabajo por hacer.
Estos mensajes, inevitablemente, van dirigidos a figuras específicas; lo vimos con Vinícius Jr. y Lamine Yamal, entre otros. ¿Pero no resulta irónico que en un deporte que se presume como unificador y que celebra la diversidad, haya grupos que aún se sientan con el derecho de maltratar y deshumanizar a otros? La respuesta corta es: sí, sí lo es.
Un cambio en el camino: la respuesta de la industria
Desde el Ministerio de Inclusión y LaLiga se han comenzado a implementar medidas que buscan combatir este creciente problema. Este es un avance clave, dado que estas plataformas pueden llegar a millones de personas. El Sistema FARO, una herramienta de inteligencia artificial que se desarrolló entre el Oberaxe y LaLiga, promete mejorar el monitoreo de mensajes de odio, pero como todo, dependerá de la acción y reacción de la comunidad, tanto dentro como fuera del fútbol.
De hecho, las redes sociales han jugado un papel controversial en este día a día. Aunque TikTok y Facebook han tenido tasas de retirada de contenidos racistas que rondan el 86% y el 74% respectivamente, la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter) solo ha eliminado un 5% de estos contenidos. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿se trata solo de números o hay una verdadera falta de compromiso para cambiar esta situación?
Al ver estos datos, es fácil sentirse frustrado; después de todo, ¿qué significa que un jugador de fútbol sea atacado en línea solo por el color de su piel? La pregunta se vuelve aún más alarmante cuando nos damos cuenta de que el fútbol tiene una fan base tan diversa y apasionada. Es hora de que los seguidores y las plataformas de redes sociales tomen una posición más firme.
Un futuro esperanzador
Sin embargo, a pesar de toda esta negatividad, hay un rayo de esperanza. Diakhaby ya ha vuelto a ser titular en el Valencia y ha comenzado a marcar goles. “Me siento bien”, afirma, y su entusiasmo por el juego se siente en cada palabra. El fútbol ha regresado a su vida con un nuevo sentido de significado.
La parte más conmovedora de su historia es cómo ha convertido sus desafíos personales en una plataforma para ayudar a otros. Al regresar a Guinea como embajador de Buena Voluntad de la OIM, utilizó su historia para educar y advertir a la gente sobre los peligros de migrar al viejo continente sin plan. “Hay mucha gente que muere en el desierto”, enfatiza.
Eso es lo que realmente importa: aprender de las dificultades, buscar cómo ayudar a los demás, y recordar que el fútbol, como la vida misma, es más que un simple juego; es una oportunidad para crear cambios, combatir injusticias y, sobre todo, unir a la humanidad.
Reflexiones finales
La vida de Mouctar Diakhaby nos enseña que aunque el camino hacia la igualdad y la empatía en el fútbol esté plagado de desafíos, la resiliencia y la voluntad de superar esos obstáculos pueden forjar un futuro mejor. La lucha contra el racismo requiere un esfuerzo conjunto, desde los aficionados hasta las instituciones, y cada pequeño paso cuenta.
Cuando veas el próximo partido de fútbol, tómate un momento para pensar no solo en los goles y las victorias, sino también en las historias de vida que se juegan fuera del campo. Y recuerda: el fútbol es una celebración de la diversidad y la humanidad. Es un llamado a la acción para que todos nos unamos y digamos en voz alta que el odio no tiene cabida en nuestro mundo, ni en el fútbol.
Así que la próxima vez que pongas tus chanclas y te prepares para una tarde de fútbol, recuerda a Diakhaby y a todos los jugadores que, como él, han sobrevivido, superado y aprendido. Porque al final del día, se trata de lo que llevamos dentro. ¿Vas a unirte a la lucha?