El 2025 ha traído consigo momentos de gran incertidumbre para muchos en el sector tecnológico, y uno de los episodios más destacados ha sido el despido de aproximadamente 3.600 empleados de Meta, la empresa que una vez fue sinónimo de innovación y conexión. Sin embargo, esta vez, el enfoque de Meta ha estado lejos de ser el esperado. En lugar de despedir en función de reestructuraciones necesarias o cambios del mercado, la compañía ha tomado la decisión de despedir a empleados a los que etiquetó como de “bajo rendimiento”. Pero, ¿qué significa realmente esto y cómo afecta a las vidas de los trabajadores despedidos? Acompáñame mientras analizamos este tumultuoso tema desde un ángulo más humano y realista.
¿Qué ocurrió en Meta? Un vistazo a la decisión de despido
Desde el 6 de marzo de 2025, el mundo laboral conoció cómo Mark Zuckerberg elevó el “nivel de gestión del rendimiento” en Meta, despojando a miles de trabajadores de sus empleos con la etiqueta de “bajo rendimiento”. Según el memorando interno de Zuckerberg, el objetivo estaba claro: despedir más rápidamente a aquellos a los que consideraban que no cumplían con los estándares.
Pero aquí está el primer gran punto: ¿realmente esos empleados eran de bajo rendimiento, o esta etiqueta era simplemente una excusa conveniente para recortar costos? Piénsalo un momento. Si has trabajado alguna vez en una empresa grande, seguramente sabes que las decisiones de recursos humanos no siempre reflejan el verdadero valor de un empleado. Muchas veces, la gestión se basa en percepciones erradas y regulaciones internas vagas que dejan a los empleados sintiéndose como piezas de un rompecabezas que no encajan.
Para agregar más leña al fuego, las quejas de los exempleados han sido abrumadoras. Muchos han alzado la voz en redes sociales como LinkedIn para expresar su indignación y frustración, asegurando que su desempeño no solo había sido positivo, sino que se sentían traicionados por la manera en que se trató su despido. “Hoy me han despedido, pero no por ser un empleado de bajo rendimiento”, sentenció uno de ellos. Y es que, ¿quién no recuerda un momento de tu carrera donde poco o nada lograbas impresionar? Pero, ¿es responsable de la situación un solo individuo, o es más bien un reflejo de fallos sistémicos dentro de una empresa?
La etiqueta del bajo rendimiento: un estigma perjudicial
La etiqueta de “bajo rendimiento” resulta ser un poderoso ladrillo en la mochila de un exempleado. Como dijo Sally Maitlis, profesora de comportamiento organizacional, se convierte en un “lastre” que puede perseguir a un individuo en su búsqueda laboral futura. Esto es notablemente inquietante, ya que, en la mayoría de las industrias, los despidos se ven como un reflejo de las capacidades laborales. ¿Quién quiere ser el que lleva la marca de “no recomendable”?
Lo más difícil es que esta percepción ha creado un verdadero “futuro hipotecado” para muchos que ya no están en la empresa. Empleadores en potencial podrían ver esa historial y pensar dos veces antes de considerarles. Sin embargo, en un mundo donde la flexibilidad y la adaptabilidad son clave, realmente es justo encasillar a alguien por lo que podría haber sido solo un mal día o una mala comunicación interna?
Con la crisis del COVID-19 aún en la mente de muchos, el mundo laboral ha cambiado radicalmente, y el estigma de un despido puede ser incluso más peligroso en un mercado que aún se recupera. Nadie quiere llevar una “carta escarlata” visible en su perfil profesional, pero muchas veces el sistema lo demanda.
Una respuesta desafiante de los exempleados
En lugar de permitir que la etiqueta los defina, muchos exempleados de Meta han optado por dar la cara. Desde testimonios apasionados en redes sociales hasta la creación de grupos de apoyo, estos trabajadores han comenzado un movimiento para reivindicar su profesionalidad. Aunque no siempre se recomienda que se critiquen a las empresas que te despiden (enviando un mensaje negativo a tu próximo empleador), la reflexión que ha surgido en este contexto es notable.
Por un lado, esto ha comenzado a atraer la atención de los reclutadores e interesantes oportunidades laborales. Ashley Herd, de LinkedIn, destaca que los buenos empleadores buscan personas que puedan comunicar efectivamente y defenderse a sí mismos. Les centran en los valores, en lugar de las cifras de desempeño, y esto podría ser un cambio refrescante para aquellos que se sienten esclavizados por el miedo y el estigma que han dejado sus despidos.
Pero, ¿es realmente ese el camino correcto? Y, lo más importante, ¿están los empleadores aprendiendo de esta situación, o seguirán aplicando las mismas estrategias de despido?
Los desafíos frente al nuevo camino
Sin embargo, enfrentar este nuevo reto no es fácil. Las historias de aquellos que han sido despedidos son numerosas e impactantes. Kaila Curry, quien trabajó como Content Manager, afirma que su desempeño nunca había sido cuestionado hasta el momento del despido. La falta de expectativas claras y feedback constructivo la dejaron en una posición vulnerable. “No soy una persona de bajo rendimiento”, aseguró, cuestionando así los criterios que Meta parecía aplicar arbitrariamente. Este tipo de experiencias resuena con muchos, y su llamado a la acción es claro: el cambio es necesario.
La cruda realidad es que muchos trabajadores, que perseveraron ante la adversidad de Covid-19 y toda la incertidumbre que ha traído, ahora se enfrentan a un océano de desafíos laborales. La competencia es feroz, y el miedo al juicio puede ser paralizante. Sin embargo, la valentía mostrada por aquellos exempleados de Meta es un indicativo de que los tiempos están cambiando.
Las repercusiones para Meta y su imagen
Al final del día, deberíamos preguntarnos: ¿cómo afectará esta controversia la imagen de Meta? Mientras Zuckerberg se centra en desarrollar inteligencia artificial y abrir nuevas vacantes, la sombra de sus decisiones sobre el despido de empleados puede acechar a largo plazo. Las empresas tecnológicas competidoras, como Microsoft y Amazon, ahora se están posicionando para ser más cuidadosas en sus políticas de despido, asegurando que no se repita esta situación.
Metas como estas son importantes, pero el cambio comienza a nivel interno. La estabilidad de una empresa no debería depender únicamente de tasas de productividad, sino también de la salud emocional, bienestar y crecimiento de sus empleados. Una estructura empresarial sólida es aquella que permite a sus miembros prosperar, incluso cuando las cosas se complican.
Reflexiones finales: ¿Hacia dónde vamos?
La historia de estos empleados de Meta nos está enseñando que, a menudo, el rendimiento de un trabajador no se mide por cifras frías, sino que está relacionado intrínsecamente con el apoyo, la comunicación y la dirección que reciben. El mundo laboral está cambiando, y este es un momento crucial ya que cuestionamos y reevaluamos lo que consideramos “bajo rendimiento”.
En conclusión, aunque los despidos son difíciles –y más cuando llevan asociada una mala etiqueta–, los empleados no siempre deben ser los únicos que lleven el peso de las errores sistémicos. La empatía, la comunicación y el feedback constructivo son esenciales en el camino hacia un futuro donde cada individuo pueda brillar en su potencial real. A saludar nuevos comienzos, con todas sus complejidades y expectativas. Y recuerda, si alguna vez te encuentras en una situación similar, ¡no dejes que la etiqueta te defina! Al final del día, tu valor no se mide por un despido, sino por cómo elijas levantarte nuevamente.