La reverenda Mariann Edgar Budde ha capturado la atención de las redes sociales y de los medios de comunicación con su poderoso sermón durante la investidura del expresidente Donald Trump. Pero lo que realmente destaca no es solo su acto de coraje, sino la forma en que ha llevado a cabo su misión de propagar un mensaje de misericordia y unidad en tiempos de polarización extrema. En un mundo donde las diferencias parecen profundizarse a diario, Budde emerge como un faro, iluminando el camino hacia el entendimiento y la compasión.
Pero, ¿qué la llevó a pronunciar esas palabras en un momento tan crítico? ¿Por qué sus preocupaciones sobre la comunidad LGTBIQ+ y los inmigrantes resuenan hoy más que nunca?
El contexto: un país dividido
Hoy en día, muchas personas sienten que el clima político es similar a una tormenta perfecta. Las divisiones han crecido y la empatía parece escasear. Recuerdo hace un par de años haber ido a un evento familiar donde el tema del almuerzo era la política. Era como estar en una película de terror, pero sin el «happy ending». La tensión en el aire era palpable y cada bocado era un recordatorio de las diferencias que nos separaban. En ese contexto, escuchar a alguien como Budde, que se atreve a hablar sobre la unidad, es casi como escuchar a un amigo que te dice “tranquilo, todo estará bien”.
En su sermón, Budde no solo se dirigió a Trump; propuso un cambio de narrativa que nuestra sociedad necesita urgentemente. “La gran mayoría de los migrantes no son criminales”, afirmó, lanzando un dardo directo a los estereotipos que abundan. Me pregunto, ¿cuántas veces no hemos oído generalizaciones similares y cómo influyen en nuestra percepción de los demás? Es crucial darse cuenta de que el cambio de corazón y mente comienza con nosotros.
La importancia de la compasión
Al hablar sobre la identidad de género y el sufrimiento de aquellos en la comunidad LGTBIQ+, Budde no solo se manifestó como líder religioso, sino también como una humana consciente de la vulnerabilidad que enfrenta esta población. “Algunos de ellos, dijo, ‘temen por sus vidas’”. Esta declaración me llevó a reflexionar sobre lo que siente una persona que vive bajo la sombra del miedo. Recuerdo una conversación con un amigo que lidia con su identidad de género. El simple hecho de tener que preocuparse por su seguridad en una cafetería local me parece inconcebible.
La compasión, como la que Budde abogó, puede parecer un concepto abstracto, pero es lo que realmente nos une. Es un antídoto contra la deshumanización que sucede en la política actual. Durante su sermón, pidió que se tuviera misericordia hacia las familias que temen ser deportadas, un recordatorio necesario de que cada historia tiene un rostro, un alma y, sobre todo, un corazón.
Budde y la historia de liderazgo
No es de extrañar que la reverenda Budde haya sido una figura influyente en asuntos de justicia social. Como primera mujer en liderar la Diócesis Episcopal de Washington, su viaje no ha sido sencillo. Antes de esto, fue rectora de la iglesia episcopal de San Juan en Minneapolis durante 18 años, donde sus acciones hablaban más fuerte que las palabras. Como ella misma dice, “necesitamos un liderazgo que nos guíe de la forma que este país merece”.
La serie de eventos que llevaron a su sermón del martes no son nuevos. Ya en 2020, durante protestas por la muerte de George Floyd, Budde había cuestionado los métodos del presidente, sugiriendo que el uso de símbolos sagrados —como la Biblia— en un momento tan polarizado, era un acto equivocado. ¿Qué más se puede esperar de un líder espiritual que se enfrenta a las realidades de su tiempo y decide no mirar hacia otro lado?
¿Qué podemos aprender de su mensaje?
Como budistas, podemos aprender mucho sobre el arte de la compasión y la unidad. La reverenda Budde nos recuerda que debemos “tratar a todo el mundo con dignidad”. En épocas de extremo individualismo, un recordatorio sobre la importancia de vernos como parte de una comunidad puede ser un salvavidas. Me recuerda a las enseñanzas de algunos de mis mentores, quienes siempre enfatizaron que “la unidad no significa uniformidad”. Necesitamos espacio para las diferencias, pero también necesitamos cultivarlas en paciencia, amor y respeto.
Esta idea es profundamente resonante cuando pensamos en cómo nos conectamos con otros en nuestras vidas diarias. En el trabajo o en actividades sociales, puede ser fácil juzgar a otros, pero ¿qué pasaría si comenzáramos a ver a cada persona como una historia con un trasfondo único? Esto no solo enriquece nuestras vidas, sino que también es un paso hacia un mundo más empático.
La voz de la misericordia en el pasado y presente
El sermón de Budde, al instar a un diálogo compasivo y a la misericordia, se sitúa en una larga tradición de voces que han luchado por la justicia, la equidad y el amor. Ciertos momentos de la historia —como el movimiento por los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr.— nos enseñan que cambiar el mundo no siempre requiere grandes gestos, sino actos continuos de empatía y compasión. Nos recuerda que la historia cambia a través de actos de amor, incluso en las circunstancias más difíciles.
Los inmigrantes y cómo nos afectan
El sentimiento hacia los inmigrantes es un tema recurrente que ha alcanzado un clímax durante las administraciones recientes. Budde, reconociendo este dolor, dijo: “La gran mayoría de los migrantes no son criminales”. Esta afirmación no solo se basa en hechos, sino también en la humanidad que comparten quienes buscan un mejor futuro. Y aquí es donde cada uno de nosotros puede hacer una diferencia.
Imagina por un momento ser parte de una comunidad que recibe a los nuevos migrantes. Las comunidades más fuertes prosperan cuando cada individuo se siente apoyado y valorado. Me hace recordar coqueteos con la cocina internacional gracias a los nuevos vecinos que compartieron sus recetas familiares. ¿Cómo podríamos haber compartido tantas risas y experiencias en la mesa sin su presencia?
Una visión hacia el futuro
Cuando Budde habla de «unidad», sugiere que es más que un simple deseo; es una necesidad. Antes de su sermón, los retos parecían inmensos. ¿Cómo sanar las divisiones que se han creado? Pero, su mensaje de misericordia y compasión sugiere que hay un camino. Con un liderazgo que reales y honestas, esas distracciones pueden volverse diferencias enriquecedoras.
Como comunidad, debemos preguntarnos, ¿cómo contribuirán nuestras acciones diarias al simbólico ‘puente’ que construimos? Ya sea mediante una simple conversación o una acción para actuar en el apoyo de los más necesitados, se puede marcar la diferencia.
Conclusiones sobre la voz de Budde
La reverenda Mariann Edgar Budde ha desafiado las narrativas divisivas de la política moderna a través de su liderazgo y compasión. Nos ha instado a recordar la importancia de la unidad y la misericordia. En un mundo que a menudo se siente abrumador y caótico, su voz es una que nos invita a encontrar el equilibrio y la paz en medio de la tormenta.
Así que la próxima vez que te sientas dividido o abrumado, recuerda que un pequeño acto de compasión puede tener un efecto dominó increíble. No subestimes el poder de tus palabras y acciones. Un grupo unido es un grupo fuerte, y juntos podemos sanar las heridas que nos separan. Así que, ¿qué dices? ¿No sería un buen momento para dar un paso hacia la unidad?