Cuando piensas en la música tradicional, quizás evocabas a esos artistas que llenan estadios con su sonido moderno y fresco. Pero, ¿qué hay de los que luchan por mantener viva la esencia de una cultura? Permíteme llevarte por un viaje musical a la encantadora Asturias, donde un primer encuentro, un niño de diez años y un gaitero en una feria cambió no solo su vida, sino el futuro de la música asturiana.

La mágica conexión entre un niño y un gaitero

Imagínate la escena: el sol brilla, el aire huele a hierba seca y la música suena. En medio de toda esta belleza, un gaitero llamado Fariñas está sentado, tocando una melodía que parece resonar en el corazón de la tierra misma. A su lado, un chaval curioso, Luis Feito, se le acerca. El gaitero le pregunta: “¿Te gusta cómo suena?”. El niño, con la sinceridad que solo la infancia puede ofrecer, responde: “Me parece que suena un poco triste.”

Y así, en ese instante, no solo se creó una conexión entre dos individuos en la feria de Trevías, sino que nació un compromiso silencioso: la promesa de que la gaita asturiana nunca dejaría de sonar. A menudo reflexiono sobre esas conexiones en la vida, ¿no te parece que son como hilos invisibles que nos unen con los demás?

Luis Feito se presentó a un mundo lleno de desafíos y, para él, el desafío fue claro: revivir una tradición que estaba cada vez más olvidada. Es un sentimiento universal, un anhelo que todos llevamos dentro: querer preservar aquello que amamos. ¿Te has preguntado alguna vez cómo sería tu vida si no tuvieras la música que te inspira? Para Luis, esta pregunta se convirtió en un motor que lo impulsó a crear un camino en el que los demás también pudieran ser parte de esta travesía.

La formación de un maestro: el camino de Luis Feito

Luis Feito no es solo un gaitero, es un verdadero maestro. Hoy, a sus 53 años, ha llegado a ser director de La Reina del Truébano, una de las grandes bandas de música tradicional de Asturias. Pero este viaje no fue fácil. En un mundo donde la gaita no estaba de moda, él se enfrentó a la incredulidad y, a veces, a la burla. Recuerda que cuando era niño, una vecina le dijo a su madre que le convenía más tocar la gaita que drogarse. ¡Vaya opinión, eh! Pero no se desanimó, y esta historia probablemente te suena familiar: a veces, ser apasionado y tener una meta nublada por los comentarios negativos es una experiencia universal.

Luis no solo desafió la perspectiva social sobre la gaita, sino que también emprendió su propia formación. “Mi abuela Oliva me compró la primera gaita con diez años, y la gaita lleva el nombre de ella,” comenta Luis con una sonrisa. Lo que comenzó como un regalo se transformó en su pasión y modo de vida. Estudió en diversas ciudades, de Asturias a Ginebra, y, más importante aún, comenzó a enseñar a otros.

Aquí es donde la historia de Feito se vuelve verdaderamente inspiradora: a pesar de los costos y dificultades, comenzó a impartir clases en comunidades como Tineo y Soto de la Barca. “Gastaba más en desplazamientos que lo que me pagaban,” recuerda con un tono que combina nostalgia y humor. Pero no se trata solo de tocar la gaita; se trata de llenar el alma de otros con esta tradición.

Dignificando la música asturiana

“Nosotros no metemos ruido, nosotros dignificamos lo que hacemos.” Esa es la esencia de lo que Luis sigue defendiendo. Con la creación de su banda, ha logrado que la música asturiana no solo lo represente a él, sino que se convierta en un símbolo de orgullo para su comunidad. A menudo, pienso en cómo cada uno de nosotros puede dignificar nuestro propio trabajo en un mundo que a menudo busca el camino fácil.

La gaita asturiana es más que un instrumento; es una herencia que merece resonar en los corazones de aquellos que la escuchan y la tocan. A través de su esfuerzo, Luis ha formado una comunidad, un grupo de cuarenta músicos unidos por la misma visión: la música tradicional tiene un lugar en el mundo moderno.

¿No te parece un concepto poderoso? En un mundo que tiende a olvidar sus raíces, Luis Feito es un recordatorio de que hay belleza en lo antiguo y que, literalmente, podemos hacer que nuestras pasiones y tradiciones resuenen en el presente.

Las recompensas del esfuerzo: vivir de la música tradicional

¿Quién no ha sentido, en algún momento de su vida, la necesidad de seguir una pasión, incluso cuando los demás creen que es una locura? Luis lo ha sabido desde siempre. A lo largo del tiempo, su esfuerzo ha comenzado a dar frutos, y no solo en su realización personal, sino también en la revitalización de la música asturiana. “La gente donde realmente disfruta es en una banda,” dice fiertamente.

Como muchos, Luis se enfrentó a momentos de incertidumbre económica. Pero, al igual que una melodía bien tocada, su determinación ha dado sus frutos. La música ahora permite a Feito vivir de su pasión y formar a una nueva generación de gaiteros. Esto se siente como una escena de una película inspiradora, donde los personajes trabajan por lo que realmente aman. ¡Adoro esas historias!

Un reconocimiento merecido

Recientemente, Luis recibió en Almuña (Valdés) el galardón “Riesta de Oro,” que se otorga en reconocimiento a su trabajo en la defensa de la cultura asturiana. ¿No es bello cuando el esfuerzo que se realiza en silencio es finalmente reconocido? Este tipo de situaciones nos recuerda que, aunque a veces el camino sea arduo, siempre hay una luz al final del túnel, una recompensa que nos hace seguir adelante.

Esta distinción es un reconocimiento a todos esos años de dedicación y trabajo no solo para mantener viva la gaita, sino también para elevar la cultura asturiana. Es un llamado a no olvidar nuestras raíces, a nunca dejar de creer que podemos marcar la diferencia.

Reflexiones finales y el legado de un maestro

Luis Feito ha demostrado que los retos son oportunidades disfrazadas. Su esfuerzo por revivir la música asturiana no solo ha resonado en la vida de quienes le rodean, sino que ha inspirado a muchos a redescubrir la rica herencia cultural de su región. Cada vez que suena una gaita, se oyen también los ecos de un legado que refuerza la identidad de un pueblo.

A menudo, pienso en lo que significa realmente dejar una huella en el mundo, y este viaje es un testimonio de que, independientemente del tiempo y las adversidades, hay algo eterno en nuestro deseo de compartir lo que amamos. Así que la próxima vez que escuches una melodía, recuerda: hay una historia detrás de cada nota, una pasión que late en cada acorde.

Espero que este viaje por el mundo de Luis Feito y la gaita asturiana te inspire tanto como a mí. Quizás, la próxima vez, tú también te sientas llamado a tocar esa melodía que llevas dentro. ¡A veces, el camino menos transitado es el que lleva a las experiencias más gratificantes!