El pasado 29 de octubre quedó marcado por una tragedia que muchos recuerdan como un espeluznante recordatorio de la fragilidad de la vida y de cómo la naturaleza a veces tiene su propio plan. La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) arrasó la provincia de Valencia, dejando en su camino un saldo devastador de 222 muertos y un caos impensable. En este contexto tan difícil, los vecinos de la llamada «zona 0» se han unido en una agrupación vecinal conocida como Tots a una Veu para exigir medidas urgentes y efectivas que eviten que algo así ocurra de nuevo. Así que, si alguna vez pensaste que la unión hace la fuerza, este es un claro ejemplo de que, efectivamente, lo hace.

¿Qué llevaron a esta unificación comunitaria?

En medio del desasosiego, muchas personas sienten la necesidad de buscar respuestas y, sobre todo, soluciones. Fernando Catalán, el portavoz de esta agrupación, es un representante del clamor vecinal y ha sido muy vocal al respecto. «Nos hemos unido porque necesitamos que no vuelva a pasar», dice él, y con ello se planta un sentimiento que resuena en muchos: no solo quieren justicia por lo perdido, sino también una firme decisión política para prevenir futuras tragedias.

Una historia de barro y caos

Cuando uno camina por Picanya, uno de los municipios que sufrió las peores consecuencias del desbordamiento del barranco del Poyo, duda si en realidad está ante un castigo de la naturaleza o simplemente un grave descuido humano. Esa misma tierra que había sido testigo de la vida cotidiana de múltiples familias ahora se encuentra cubierta de barro, coches abandonados y un toque de desolación que no parece desaparecer. Además, parece que hay un eco de quejas en cada esquina, pues las calles siguen manchadas de lodo, recordando los horrores de aquella inundación.

¿Es la burocracia parte del problema?

La realidad es dura. La actuación que podría haber mitigado este desastre ya se había discutido desde 1994. Iniciativas para desviar el barranco del Poyo han sido procrastinadas repetidamente por razones legales, burocráticas y, sorprendentemente, ambientales. ¿Por qué cuesta tanto hacer algo que claramente necesita hacerse? La Ministra de Medio Ambiente, Teresa Ribera, tomó decisiones en 2021 que resultaron en la paralización de los trabajos de adecuación y drenaje del barranco por considerar que era un asunto de «costes-beneficios». Tal vez se le olvidó que, a veces, la salud y la vida humana están en la balanza, y no se pueden medir solo por factores monetarios.

Reacciones a la tragedia

Desde que el agua se retiró, la vida se ha torcido para los residentes. El caos se ha transformado en una especie de rutinario lodo en sus vidas. Las colectividades suelen decir que el tiempo sana, pero me atrevería a decir que hay situaciones en las que el tiempo solo apila más barro en la memoria.

Urgencia en la acción

La agrupación Tots a una Veu no es solo un nombre bonito. Se han organizado para demandar la creación de «infraestructuras hidráulicas» que ayuden a prevenir que la historia se repita. No se puede ignorar que estos proyectos son a largo plazo. Sin embargo, como bien dice Catalán, “Hoy empieza alguien y lo terminará otro”. En este punto, todos nos preguntamos: ¿no debería ser suficiente motivo el deseo de proteger a nuestros seres queridos para que las autoridades y sus canteras de burocracia se pongan las pilas?

El eterno juego de la política

La lenta respuesta administrativa parece frustrar no solo a los ciudadanos, sino también a los mismos técnicos involucrados. Esa desesperación ha llevado a la agrupación a plantear seriamente contactar con el Colegio de Ingenieros de Canales y Puertos para que aporten su conocimiento, en un gesto casi implícito de que la decisión y la acción deben basarse en la técnica, no en la política.

Cambios necesarios

Los expertos coinciden: ajustar y mejorar los cauces del Poyo y la Saleta es urgente. Podrías pensar que se trata de una solución común denominador tras una tragedia tan grande, pero sorprendentemente, la traba administrativa que no permite avanzar es más complicada que un cubo Rubik bajo el agua. Este drama se acentúa por la falta de decisiones claras y efectivas por parte de las autoridades pertinentes.

Ley de la Huerta: ¿una traba o una salvaguarda?

La Ley de la Huerta de 2018, producto de un pacto del Gobierno del PSPV y Compromís, se ha convertido en un rompecabezas en este escenario. Mientras que su objetivo original es proteger ese valioso recurso agrícola en la zona, en ocasiones puede hacer que los proyectos de infraestructura se conviertan en un laberinto burocrático. No sería raro pensar que las defensas medioambientales, en su afán de proteger algo, han terminado creando más caos. ¿Es verdaderamente necesario sacrificar personas por preservar el barro?

Mirando hacia el futuro

Fernando Catalán desestimó la idea de llevar a los tribunales a los responsables por la tragedia. “No estamos aquí para mirar hacia el pasado, sino para construir un futuro más seguro”, enfatiza. Quizá es un reflexivo mensaje que todos deberíamos adoptar en diversas áreas de nuestras vidas. Sin embargo, esa mirada hacia adelante debe ir acompañada de un papel firme que obligue a las autoridades a actuar con decisión.

Concienciación y educación

La agrupación no solo busca la implementación de medidas técnicas, sino también promover la conciencia ciudadana. La idea es empoderar a la comunidad para saber cómo actuar en caso de nuevas riadas. Algo tan simple como comprender la correcta utilización de sirenas de emergencia o los protocolos de actuación puede salvar vidas. Y eso, queridos amigos, es más importante que cualquier papel burocrático que tenga que ser firmado.

Unidos por una causa común

Muchos de nosotros hemos tenido esa sensación de aislamiento, como si nos encontráramos en una isla en medio del tormentoso mar. Pero los vecinos de Picanya y otros lugares afectados se han reunido como un solo cuerpo, una invasión de humanidad en medio del caos. La creación de una web que permita a los ciudadanos registrarse como simpatizantes o damnificados es un paso poderoso. Contrario a las calles embarradas, esta plataforma ofrece un lugar limpio donde las voces se unan.

Conclusiones

En resumen, el viaje por la recuperación después de la tragedia del 29 de octubre será largo y tumultuoso. Problemas burocráticos, desidia política, y miedos colectivos tendrán que ser superados. Los ciudadanos han decidido que no serán solo espectadores de su historia, sino autores activos. La lucha de Tots a una Veu es un recordatorio de que, aunque la naturaleza puede ser feroz y devastadora, la voluntad humana puede ser aún más fuerte, capaz de transformar el lodo en un camino hacia un futuro más seguro.

Entonces, la pregunta que persiste es: ¿cuántas tragedias más necesitan ocurrir antes de que se tomen las medidas necesarias? ¿Cuándo se comprenderá que la vida es un vivir compartido y que, al final del día, todos estamos en el mismo barco? Si tienes alguna respuesta, o simplemente un comentario, no dudes en compartirlo. Después de todo, la unión hace la fuerza, y juntos, podemos hallar el camino correcto.