¿Recuerdas la primera vez que fuiste a un partido de fútbol? La emoción en el aire, el olor a palomitas y la expectación de ver a tus héroes deportivos en acción. Sin embargo, en la sombra de esta celebración del deporte, existe un mundo complejo y a menudo turbulento: el de los ultras. Estos grupos radicales han sido un tema de conversación recurrente en el ámbito futbolístico español, especialmente en tiempos recientes. En este artículo, haremos un recorrido por el fenómeno de los ultras en España, desde su auge hasta la actual transformación hacia un grupo menos violento pero más ideologizado.
La historia detrás de los ultras: ¿qué les motiva?
Para entender a los ultras, debemos observar sus raíces. A menudo, estos grupos se asocian con la pasión desmedida por el fútbol, pero también con ideologías políticas y sociales. Muchos de ellos surgieron en los años 80, en un contexto en el que la violencia en los estadios de fútbol era moneda corriente. A pesar de que la mayoría de los aficionados al fútbol van a disfrutar de un partido y a apoyar a su equipo, algunos optaron por un enfoque más hostil. Esta dualidad de ser apasionados y a la vez conflictivos los hace únicos y, en ocasiones, peligrosos.
Borja Bauzá, un periodista que ha dedicado años a estudiar y entrevistar a miembros de estos grupos, comparte sus experiencias. En su juventud, él también formó parte de uno de estos colectivos. “Era una mezcla de adrenalina y una sensación de pertenencia insuperable”, dijo en una entrevista reciente. Pero además de la emoción, había un componente intimidante.
De la violencia a la ideología
Históricamente, los ultras han sido fuertemente asociados con la violencia: peleas entre hinchadas rivales, racismo e intolerancia han sido parte del paisaje. Sin embargo, en los últimos años, parece que estamos asistiendo a una transformación en muchos de estos grupos. ¿Se están volviendo menos violentos y más ideologizados? La respuesta parece ser sí.
En un artículo publicado en 2022, se mencionaba que los ultras españoles han comenzado a adoptar posiciones políticas que trascienden el estadio. Algunos han enfocado sus energías en la defensa de causas sociales o en la resistencia ante decisiones impopulares de las autoridades deportivas. Sin embargo, esto no siempre significa que sea un cambio positivo; a menudo, las ideologías que promueven son más extremas, lo que nos lleva a un nuevo dilema.
El impacto de las sanciones en el comportamiento de los ultras
Las recientes decisiones de los clubes, como la del Atlético de Madrid de cerrar partes del estadio como medida disciplinaria, han desencadenado respuestas mixtas entre los aficionados. Algunos ven esto como un paso necesario hacia la erradicación de la violencia, mientras que otros consideran estas medidas como injustas y desproporcionadas.
¿Es realmente efectivo cerrar las gradas de animación para solventar un problema estructural? Parece más un baño de autojustificación para las instituciones que una solución real. Por ejemplo, la decisión de permitir que las sanciones se reduzcan luego de recursos como el presentado por el Atlético demuestra el juego de intereses entre club y afición.
Así, el fondo sur bajo del Metropolitano ha sido cerrado durante tres encuentros tras un incidente con el portero Thibaut Courtois. Mientras algunos aficionados han manifestado su apoyo a las sanciones, otros han decidido boicotear los partidos como forma de protesta. Esta dinámica genera una nueva clase de polarización en el ámbito futbolístico, destacando la dualidad entre la necesidad de seguridad y la libertad de expresión.
La voz de los aficionados: sentires y resentires
Habiendo hablado ya con varios aficionados sobre el tema, puedo compartir que sus opiniones son tan variadas como sus personalidades. Por ejemplo, un amigo mío, Pedro, es un gran aficionado del Atlético de Madrid y siempre me decía que el fútbol era para disfrutar. “No entiendo por qué algunos se empeñan en arruinarlo”, solía decir. Pedro pertenece a un grupo de peñas, que acompañan a su equipo en cada partido y siempre intentan movilizar a otros aficionados para crear un ambiente festivo.
Sin embargo, cada vez que hablábamos de la violencia entre aficionados, su expresividad cambiaba. “No se puede generalizar”, apuntaba. “La mayoría de los aficionados quieren ver un buen partido, pero hay un grupo que se deja llevar por la racha”. Este es el sentimiento de muchos. Aunque el Frente Atlético ha criticado las medidas del club, otros grupos se han separado, abogando por un enfoque más conciliador.
La sobrepolitización del fútbol
Con el aumento del uso de las redes sociales y la política permeando todos los ámbitos, se ha incrementado el enfoque ideológico dentro de las peñas ultraruidosas. Equipos como el Barcelona y el Madrid han mostrado sus posturas proactivas en temas como la igualdad y los derechos humanos, pero esto no siempre ha sido bien recibido por las hinchadas más radicales.
¿Hasta dónde está dispuesto un aficionado a llevar su pasión? Para algunos, el sorprenderse a sí mismos apoyando causas políticas en el contexto del fútbol se ha convertido casi en un acto cotidiano. Pero ¿estamos viendo una desviación del verdadero propósito del deporte? Tal vez el verdadero dilema es que el fútbol ha dejado de ser simplemente un juego para muchos de estos aficionados. En su lugar, se ha convertido en una plataforma para expresar su ideología.
Historias desde los estadios: el efecto de la violencia en los jóvenes
Cuando hablo de mi propia experiencia en partidos, recuerdo un clima de comunidad y camaradería. Sin embargo, la historia puede ser bien distinta para un joven que se incorpora al ambiente de los ultras. Lo que podría haber sido un día de diversión y alegría puede convertirse en un momento de pánico o, en el peor de los casos, violencia.
Con un par de amigos, decidimos asistir a un partido de la Liga hace un par de años. La emoción era palpable, hasta que, de repente, comenzaron a lanzarse objetos entre dos grupos de aficionados. Lo que debió ser una anécdota emocionante se convirtió en una escena caótica. Mi mente no podía creer lo que estaba sucediendo, y me preguntaba cómo un evento deportivo podría degenerar en tal violencia.
Es preciso mencionar que actualmente, algunos de esos jóvenes ultras han estado haciendo un esfuerzo consciente por distanciarse de la violencia. Así que, en cierta forma, ha surgido un liderazgo que busca promover la inclusión y el buen comportamiento en los estadios. Pero, ¿pueden estas iniciativas desafiar las normas que han estado presentes durante décadas?
La mirada de los clubes: ¿es posible erradicar a los ultras?
Esa es la gran cuestión. Los clubes, por su parte, enfrentan el inconveniente de tener que tratar con dos realidades: por un lado, proteger la imagen del equipo y fomentar un ambiente seguro y, por el otro, no alienar a un segmento de sus aficionados que son, en muchos casos, sus adeptos más fervientes.
Las decisiones de clubes como el Real Madrid y Barcelona, que han expulsado a miembros de grupos ultras, han generado un debate que puede ser visto desde diferentes perspectivas. Mientras algunos aplauden estas medidas como una forma de limpieza e integridad, otros las ven como un ataque frontal a la cultura de los aficionados.
Conclusión: el futuro incierto de los ultras en España
Sin duda, el panorama de los ultras en España es complicado y lleno de matices. A pesar de que la violencia ha disminuido, su ideologización puede traer consigo nuevos problemas. La creciente polarización en la política también se refleja en la pasión descontrolada de los aficionados.
No obstante, mientras algunos grupos buscan un camino más pacífico, otros aún continúan representando lo peor del fútbol. La clave está en encontrar un equilibrio en el que los clubes, los aficionados y las autoridades puedan coexistir sin perder de vista el principal propósito del fútbol: la unión y la celebración de nuestra pasión por el deporte.
Y tú, ¿qué opinas sobre el futuro de los ultras en España? ¿Podremos ver un cambio verdadero o las viejas tradiciones seguirán dominando las gradas? ¡Déjame saber en los comentarios!