Es cierto, hay pocas cosas más adorables y tiernas que un recién nacido. Su piel suave, esos pequeños dedos y, por supuesto, sus adorables caritas que hacen que cualquier adulto pierda la cordura. ¿Quién puede resistirse a besarlos y llenarlos de cariño? Pero, como nos recuerda el Dr. Karan Raj, un cirujano del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, y los hallazgos de la organización benéfica The Lullaby Trust, hay un lado oscuro en ese acto tan amoroso. En este artículo, exploraremos por qué besar a un bebé puede ser peligroso y qué se puede hacer de manera segura para mostrar afecto a los más pequeños.

La maldición del conocimiento: una trampa común

Les confieso algo: yo era uno de esos adultos que asumía que, en pleno siglo XXI, la gente sabía que besar a un recién nacido no era la mejor idea del mundo. Es una suposición un tanto arrogante, lo admito, pero ¿quién no se ha encontrado alguna vez en esa trampa? El famoso sesgo cognitivo, conocido como la maldición del conocimiento, se refiere a nuestra tendencia a pensar que todos tienen el mismo nivel de información que nosotros. Me sorprende saber que un 54% de los padres primerizos y futuros padres estaría dispuesto a permitir que amigos y familiares besen a su recién nacido sin ser conscientes de los riesgos de infección grave. Esto me lleva a una pregunta: ¿realmente somos conscientes de lo que implica cuidar a un recién nacido?

Vulnerabilidad del recién nacido: ¿quiénes son los verdaderos frágiles?

Cuando un bebé nace, su sistema inmunitario es un pequeño contribuyente en el grandioso concierto de la vida. O digamos que es como un aprendiz de chef que apenas ha sido introducido al mundo de la gastronomía. Su capacidad para combatir infecciones es limitada, y esto es especialmente cierto durante sus primeros tres meses de vida. Durante este tiempo, los recién nacidos tienen menos células inmunitarias innatas comparados con adultos y niños mayores, lo que les hace más susceptibles a infecciones.

Imaginen esto: una infección que causa solo un resfriado ligero en un adulto puede convertirse en un asunto serio para un recién nacido. Sí, así de grave puede ser. El virus del herpes es un claro ejemplo de esto. Mientras que para un adulto un brote de herpes labial se traduce en una molesta pero manejable ampolla, para un recién nacido puede ser un viaje al hospital que no se desea emprender. La idea de que un beso en la frente o en la mano de un bebé puede ser una puerta trasera para infecciones potencialmente mortales es bastante aterradora, ¿no?

Infecciones mortales y sus impactos en los bebés

Los riesgos no terminan con el herpes. Las bacterias como estreptococos del grupo B (GBS) y ciertas cepas de E. coli son comunes en adultos y no suelen causar problemas. Pero para un recién nacido, estas bacterias pueden ser un verdadero enemigo, capaz de provocar sepsis, neumonía e incluso meningitis. Desde la perspectiva de un microbiológico, esto parece un juego de experimentos de laboratorio que ha salido mal. ¿Quién querría ser el inocente sujeto de pruebas? La cuestión es que los bebés son más susceptibles a estos patógenos y, por lo tanto, las visitas a los recién nacidos deben manejarse con cuidado.

Comentario personal

Recuerdo la primera vez que sostuve a un recién nacido. Fue una amiga de la universidad que había tenido a su primer hijo. Me quedé boquiabierto con lo frágil que se veía esa pequeña criatura. Algunos de mis amigos estaban ansiosos por darle besos y abrazos, pero algo en mí me decía que no. Esa vocecita interna —a veces un poco más fuerte que las ganas de dar amor de sobrino— decía “¡Detente! ¡Esa cosa podría ser más frágil que un cristal!”. En retrospectiva, yo podría haberle gritado a mis amigos: “Para un segundo, ¿realmente saben lo que están haciendo?”.

Cómo mostrar afecto de forma segura

Ahora bien, eso no significa que tengamos que convertirnos en ogros sin corazón. Los recién nacidos son adorables y hay maneras seguras de mostrar afecto. Si tienes que besar a un recién nacido, aquí van unas recomendaciones para minimizar los riesgos:

  1. Lávate las manos: La higiene es clave. Asegúrate de que tus manos estén limpias antes de acercarte al bebé. Piensa en ello como una mini ceremonia de purificación.
  2. Evita la boca y la cara: Un beso en el pie o en la nuca puede ser igual de tierno, y no representa el mismo riesgo. Además, ¡los pies suelen ser bastante simpáticos!
  3. Cuidado con las infecciones: Si tienes algún tipo de infección activa, considera no visitar al bebé. Aunque eliminar la emoción de la visita puede parecer un gran sacrificio, el bienestar del pequeño es primordial.
  4. Mascarilla si es necesario: Si te sientes un poco mal, una mascarilla puede ser tu mejor amiga. Te permite hacer esa visita cuidadosa, pero cuidando la salud del bebé.

La empatía del padre: ¿por qué no podemos equivocarnos?

Es natural querer que nuestras visitas se sientan bien recibidas. Pero también es importante que los nuevos padres prioricen la salud de su bebé. Es perfectamente válido que los papás pidan a los visitantes que se abstengan de besar a su niño. La acción más amable de cualquier visitante es no poner al bebé en peligro. Hablar con empatía sobre la situación puede ayudar a que los amigos y familiares comprendan la razón detrás de estas decisiones.

A veces, la presión social puede hacernos sentir que estamos exagerando. Pero piénsenlo de esta manera: ¿quién quisiera cargar con la culpa de que un pequeño se enferme debido a un gesto de cariño mal entendido?

Reflexiones finales: cariño versus salud

Como sociedad, estamos acostumbrados a mostrar amor físico, lo que suele incluir los besos. Sin embargo, los tiempos están cambiando. La educación sobre la salud infantil y la higiene es más accesible que nunca, y es nuestra responsabilidad estar informados. Por lo tanto, contribuir con información valiosa puede significar la diferencia entre un bebé sano y un pequeño en el hospital.

En conclusión, aunque el amor y el cariño son fundamentales en la vida de un recién nacido, cada atención debe ser balanceada con entendimiento y responsabilidad. Así que, la próxima vez que tengas un bebé a tu alcance, recuerda: un abrazo apretado puede ser suficiente. Después de todo, un gesto cariñoso no tiene por qué poner en riesgo la vida de un pequeño. ¿De verdad vale la pena? Y antes de ir, asegúrate de que tus manos estén limpias. ¡La ciencia y los pequeños te lo agradecerán!