En 2024, el planeta ha vivido un evento que deja huella: los termómetros se han calentado ni más ni menos que 1,5 grados por encima de la temperatura preindustrial. Es impresionante, ¿no? Es como si tuvieras un coche que normalmente funciona a 80 km/h y, de repente, decides llevarlo a 120 km/h para ver qué sucede. Spoiler: no va a terminar bien y probablemente recibirás una buena cantidad de multas. Pero en este caso, las multas son más bien una situación desesperada respecto a nuestro clima.

Un reciente boletín del servicio europeo de cambio climático, Copernicus, nos ha lanzado cifras alarmantes. ¿Listos para los números? En enero de 2024, la temperatura media global marcó 13,3 °C, un aumento de 0,79 °C respecto a las medias registradas entre 1991 y 2020. Nadie está jugando aquí; es una verdadera llamada de atención. Este ha sido el 18º mes de los últimos 19 en que la media de la superficie del planeta ha superado esa línea roja de 1,5 °C. ¿No les parece que esto es de preocuparse? Y si tienes un amigo escéptico sobre el cambio climático, definitivamente deberías compartir esta información con él.

Un enero sin precedentes: un calor que no cesa

¿Y qué dice Samantha Burgess, la directora de Copernicus, al respecto? Pues que estamos «ante otro mes sorprendente». Es como si cada enero quisiéramos superar al anterior, como en una competencia de quien puede aguantar más tiempo en la playa bajo el sol. Sin embargo, esta no es la liga que queremos estar, y lo peor es que no importa si hay La Niña en el Pacífico o no. Los registros nos dicen lo contrario.

De todos modos, hay cierta ironía en todo esto. Aunque enero marca el invierno en el hemisferio norte, Europa ha estado viviendo un episodio de calor que haría que incluso los gentiles renos del Polo Norte se sintieran confundidos. La temperatura media en el continente alcanzó los 1,80 °C por encima de la media, y eso no es cosa de risa. Este enero se sitúa como el segundo más cálido desde que existen registros, solo superado por el inolvidable enero de 2020. ¡¿Quién no recuerda un enero ardiente?! Bueno, yo sí, y no es algo que se repita cada año.

Por si no fuera suficiente, mientras las temperaturas suben en el sur y el este del continente (piense en lugares como la península ibérica, donde no solo se sienten las olas de calor, sino también las olas de turistas), el norte de Europa y algunas partes de Gran Bretaña se han enfrentado a temperaturas extremadamente frías. ¿No es irónico? Mientras unos estamos buscando helados y sombreros, otros están sacando sus chaquetas de invierno.

Una cuestión de contrastes

Y aquí viene otra sorpresa: mientras Canadá, Alaska, y partes de Australia luchan por controlar el calor extremo, en lugares como el este de los Estados Unidos y el sudeste asiático, se están enfrentando a un invierno más frío de lo normal. ¿Es esto un efecto del cambio climático o la venganza de la Madre Naturaleza? Lo que sí sabemos es que este fenómeno de contrastes no esmerila el verdadero problema: el calentamiento global.

Si el océano pudiera hablar, probablemente estuviera gritando por ayuda. Copernicus nos informa que la temperatura media de nuestros mares ha alcanzado los 20,78 °C, lo que lo convierte en el segundo registro más alto para un mes de enero en la historia.

Esto se traduce en consecuencias aún más graves, ya que el calentamiento de los océanos afecta a los patrones climáticos y, de hecho, a la vida marina. Al igual que una comida demasiado salada, el clima se está volviendo difícil de digerir para todos. Además, si la temperatura del agua sigue subiendo, podríamos ver desastres naturales aún más devastadores.

Cuestiones de agua: el efecto en la precipitación

Los datos de precipitaciones también revelan un panorama complicado. En el occidente de Europa, junto a Italia y la península escandinava, ha habido un incremento notable en las lluvias, pero no en todas partes. En el este de España, el norte de Reino Unido e Irlanda, las lluvias han brillado por su ausencia. ¿Por qué la naturaleza tiene que ser así de caprichosa?

Esta disparidad también afecta a otras regiones del mundo y trae serias preocupaciones sobre la escasez de agua. Si el agua es el nuevo oro, entonces algunos ya están en la lista de ricos, mientras que otros siguen mendigando. ¿Acaso hay un plan maestro detrás de todo esto? Para muchos, la respuesta es un rotundo «no».

¿Está el cambio climático afectando nuestra salud mental?

Con todas estas circunstancias, uno podría preguntarse: ¿qué pasa con nuestra salud mental? El creciente calentamiento global y sus consecuencias pueden generar ansiedad y estrés. Quizá en nuestras conversaciones diarias, lo más común es hablar sobre el clima, pero nos olvidamos que esto no es solo un tema ligero; es un punto importante para la salud mental de muchos. En un momento, puede parecer que estamos en una película de ciencia ficción, donde la Tierra está dispuesta a autodestruirse.

Sería un buen momento para plantear algunas preguntas: ¿realmente estamos haciendo suficiente para mitigar el cambio climático? ¿O simplemente estamos tomando medidas superficiales mientras el verdadero problema se agrava? A veces, la sensación de impotencia ante el cambio climático se vuelve una carga pesada de llevar. Yo mismo he tenido días en los que me pregunto en qué momento dejaron de importarle a la sociedad estos temas. ¿Felicidad material frente al bienestar del planeta? Parece que muchas personas han elegido el primero.

Necesitamos un cambio

Pero aquí está la cuestión: ¿qué podemos hacer? Esa es la pregunta mágica, el mantra que necesitamos repetirnos. No hay respuestas claras o fáciles, pero sí existen acciones que podemos tomar. Desde reducir el consumo de plástico, promoviendo el uso de energías renovables, hasta usar el transporte público. Es todo un cambio de mentalidad, algo que, honestamente, puede ser difícil de lograr con tanta inercia en nuestra vida diaria, pero no es imposible.

Imagina un mundo donde cada pequeño acto cuenta; donde plantar un árbol es como regalar un abrazo al planeta. ¡Eso sería genial! Claro, algunos se ríen de la idea de recoger basura en la playa o de caminar en lugar de conducir. “¿Para qué? Esta es una gota en el océano”. Pero, aquí va una reflexión: si todos piensan que su acción no cuenta, el océano se ahoga. ¿Lo ves?

Reflexiones finales

Así que sí, 2024 será recordado como el año de temperaturas extremas, pero no hablemos solo de calor; hablemos de acción. Este no es el momento de mirar hacia otro lado mientras los termómetros apuntan hacia cifras astronómicas. Necesitamos un cambio, una sacudida en nuestra manera de pensar y actuar.

¿Vas a ser parte de la solución? Porque, si no lo somos, realmente, ¿quién lo será? Disfrutemos un poco del humor y la ironía de la vida mientras tomamos decisiones para un futuro más sostenible: despertar es la nueva tendencia.

Y ahora, por favor, apaga esa luz que te olvidaste de apagar en la habitación. Cada pequeño gesto cuenta, ¿no?