Es curioso cómo, desde que éramos pequeños, nos enseñan que tener una mascota es como tener una fuente inagotable de alegría y amor. Todo el mundo ha escuchado esa frase famosa: “Un perro es el mejor amigo del hombre”, ¿verdad? Sin embargo, detrás de esta idealización de las mascotas hay un debate serio que muchos no conocen. Hay una mezcla de ciencia, emociones y, por qué no decirlo, un poco de humo de la industria del bienestar animal. ¿Realmente las mascotas mejoran nuestra vida o somos nosotros quienes les damos ese significado? Aquí exploraremos este tema de la forma más amplia y entretenida posible.
Un mundo rosa sobre las mascotas
Desde hace décadas, tener una mascota se ha presentado como un antídoto para la soledad y la ansiedad. Libros, artículos y hasta charlas TED nos han bombardearon con la información de que las mascotas son capaces de reducir el estrés, la depresión e incluso prolongar nuestra vida. ¿Acaso llevas un gato a casa y al instante tu presión arterial se normaliza? La idea suena sensacional.
Permíteme compartir una historia personal. Hace unos años decidí adoptar a un perro. Pensé que con su llegada podría poner fin a mis días de soledad y abrir un nuevo capítulo lleno de felicidad y paseos por el parque. ¡Qué equivocación! Resulta que mi nuevo amigo, al que llamé Max, tiene más energía que un niño hiperactivo después de comer tres bolsas de caramelos. Los paseos eran más bien carreras y mis mañanas de pereza se convirtieron en trepidantes aventuras al aire libre. A veces, pienso que Max no llegó a cambiar mi vida, sino a ponerla patas arriba.
La otra cara de la moneda: ¿realmente son tan beneficiosos?
Es genial escuchar sobre todos esos estudios que citan maravillas relacionadas con tener una mascota, pero, al igual que yo en el parque con Max, no todo es color de rosa. Hal Herzog, un destacado psicólogo que se ha dedicado a estudiar la relación entre humanos y mascotas, plantea una visión contraria. Según él, los estudios no siempre apoyan la idea de que las mascotas son una panacea para todos nuestros males. De hecho, sostiene que hay investigaciones que apuntan a que algunos dueños de mascotas no solo pueden estar en peores condiciones que aquellos que no tienen una.
Estudios en contradicción: dos caras de una moneda
A lo largo de los años, se han publicado múltiples estudios, algunos muy aclamados, que abordan la relación entre tener mascotas y la salud. Desde los que aseguran que las personas con mascotas tienen menor presión arterial, hasta los que muestran un vínculo entre vivir con animales y la felicidad. Sin embargo, ¿qué pasa con aquellos que afirman lo contrario? Herzog nos recuerda que hay carpetas llenas de evidencia en ambas direcciones.
Por ejemplo, un estudio australiano encontró que los dueños de mascotas estaban en peores condiciones físicas y más deprimidos que aquellos que no tenían animales. Potencialmente, esto sugiere que la presencia de una mascota no siempre equivale a mayores niveles de bienestar. Por supuesto, quizás uno de los dueños solo buscaba compañía y no estaba preparado para la responsabilidad, ¡un perro no es un peluche!
La responsabilidad que ignoran muchos
El problema radica en que muchas personas se lanzan a adoptar mascotas sin considerar la responsabilidad que esto conlleva. No se trata solo de acariciar a un animalito y pensar que será nuestro compañero de por vida. ¡Es toda una aventura! Y algunas de esas aventuras incluyen llevarlos al veterinario, sacarlos a pasear, incluso aprender a limpiar desastres en el suelo (¿quién necesita un gimnasio cuando tienes un perro?).
Recuerdo una vez, mientras intentaba montar un nuevo mueble en casa, que decidí dejar a Max un rato en el jardín. Apenas dos minutos después, miré afuera y lo vi escarbando como si estuviera buscando un tesoro. Resulta que se había hecho un agujero del tamaño de un plato. Esa fue una de las lecciones que me enseñaron sobre la tenencia responsable de mascotas: ¡la curiosidad no mató al gato, pero definitivamente sí puede hacer que un perro cavé tu jardín!
El dilema de los estudios financiados
Antes de que te llenes de culpa y decidas devolver a tu mascota, hablemos del elefante en la habitación: la concesión de financiamiento a los estudios sobre mascotas. Algunos de estos estudios son financiados por corporaciones del cuidado animal que, adivina qué, tienen intereses en demostrar que tener una mascota nos hace felices. En un mundo donde la industria de las mascotas mueve miles de millones de dólares al año, es comprensible que exista presión para obtener resultados «positivos».
Marion Nestle, una autoridad en el ámbito de la nutrición, ha señalado que muchos de estos estudios están dirigidos a favorecer los intereses del patrocinador, en lugar de ser imparciales. Esto puede generar confusión en los dueños de mascotas y hacer que se ignoren los aspectos menos encantadores de tener un animal en casa.
El inevitable debate emocional
Es difícil ser completamente objetivo cuando se habla de mascotas. Después de todo, ellos se convierten en parte de nuestras familias. La relación que establecemos con nuestros animales va más allá de los datos y cifras; hay una conexión emocional que no puede ser ignorada.
Por un lado, puedo entender perfectamente a aquellos que afirman que sus vidas han mejorado gracias a la compañía de un animal. Para muchos, las mascotas brindan un sentido de propósito, un compañero leal y, sí, incluso risas en momentos de desesperación (como cuando Max decidió que era un buen día para traer una mofeta a casa).
Sin embargo, el mismo Herzog, que también es dueño de una gata llamada Tilly, reconoce el dilema: «No soy el Grinch». Aunque tiene una visión crítica sobre los estudios que glorifican a las mascotas, no niega que su propia vida se ha enriquecido gracias a su felina amiga.
Preguntas retóricas que nos hacen reflexionar
Ahora bien, ¿qué pasa con nosotros? ¿Estamos preparados para asumir la responsabilidad que conlleva tener una mascota? ¿Sabemos realmente lo que significa cuidar a un ser vivo y no solo a un compañero de juegos?
He conocido a muchas personas que adoptaron mascotas con la idea de que esas pequeñas criaturas traerían felicidad automática. La realidad es que requieren dedicación, cuidado y, a veces, sacrificio personal. Como cualquier relación, hay altibajos, momentos de alegría inmensa y también de frustración extrema (como cuando Max se escapó en medio de una tormenta).
Conclusiones y el significado de la relación humano-animal
La discusión sobre los beneficios de tener una mascota no tiene una respuesta sencilla. Para algunos, la compañía incondicional y el amor de un peludo compañero hacen que valga la pena cada inconveniente. Para otros, las responsabilidades y los retos pueden resultar abrumadores.
A fin de cuentas, todas estas reflexiones nos confrontan con una pregunta crucial: ¿qué significa realmente tener una mascota? ¿Es simplemente disfrutar de su compañía o se trata de crear una conexión significativa que nos enriquezca como personas?
En un mundo lleno de incertidumbres, es hermoso ver cómo un simple animal puede cambiar radicalmente nuestra perspectiva de la vida. Pero es igual de importante reconocer que no todos están preparados para ello. Así que, ¿quién es el verdadero amigo en esta relación? Tal vez la respuesta no sea tan simple, y eso es lo que hace a nuestras mascotas tan especiales.
Al final del camino, recuerda: cada pet (mascota) es un libro abierto lleno de historias, risas y, sí, a veces también un poco de frustración. Pero ¿acaso no es eso lo que nos hace humanos?