¿Qué tienen en común un brindis por el equipo, un villancico desafinado y una fotocopiadora que ha visto cosas que no debería? Así es, hablamos de las fiestas de Navidad en la oficina, esos eventos que a muchos nos llenan de emoción y a otros de terror. Un año más, estas celebraciones corporativas están a la vuelta de la esquina, prometiendo risas, tonterías y, como no, la posibilidad de salir con una anécdota que contar (o ocultar) el resto del año.
Así que, mientras nos preparamos para el inevitable “¡Feliz Navidad!” que resonará en cada rincón de la oficina, ¿qué tal si exploramos el lado divertido, y a la vez inquietante, de estas festividades? Acompáñame en este viaje lleno de risas, anécdotas y un toque de sabiduría sobre el arte de sobrevivir a las fiestas navideñas del trabajo.
El dilema del ‘vino español’: entre la fe de San Judas y el riesgo del ‘besucón’
Antes de sumergirnos en las historias de líos, flirteos y, quizás, un uso inapropiado de las fotocopiadoras, pongámonos serios por un momento (o lo que se pueda). Según datos de TheFork, se estima que un asombroso 64% de los españoles asistirá a una fiesta de empresa este año. Y uno se pregunta: ¿será que todo el mundo tiene una doble vida secreta en la que se convierten en almas perdidas mientras el champán fluye como si no hubiera un mañana?
Recuerdo que, en mi primera fiesta de empresa, me quedé alucinado al ver cómo un compañero, que normalmente podía ser más serio que un juez, se transformó en el alma de la fiesta. Las risas estallaron y, por alguna razón que aún no comprendo del todo, la parte de “no te puedes llevar a nadie a la oficina” quedó relegada a un segundo plano. Así que, sí, eso de que el alcohol desinhibe es un cliché porque es absolutamente cierto.
Una cosa es clara: en esas fiestas, la hermandad promovida por el alcohol es solo un espejismo. Una escena típica, un brindis que rápidamente se convierte en un torbellino de confidencias, y ¡zas! el compañero de trabajo con el que no habías hablado en todo el año te está confesando su amor por el ribera que acompaña el menú de tapas. Y ahí es donde entramos en el terreno espinoso de los besos navideños.
¿Besos bajo el muérdago o en la impresora?
Hablemos sobre esos besucos que parecen ser un derecho de paso en todas las cenas navideñas. Según una encuesta del portal de empleo Monster.es, un 33% de los trabajadores españoles confiesa haber besado a un compañero durante las fiestas, y un 19% repite el ritual cada año. ¡Ay, el amor en tiempos de copas de vino! Pero, seamos honestos, ¿de verdad hay algo más arriesgado que un beso en el trabajo? Es un «sí», por cierto.
La historia de Isabel Ponce ilustra a la perfección esta cuestión. La pobre estuvo a punto de vivir su propia «pastelito de Navidad» cuando su enamorado de oficina decidió dar el salto con otra. Imagínense: el precipicio de las oportunidades románticas donde el amor navideño puede terminar en un tremendo fiasco o, peor aún, en una guerra fría en la sala de descanso.
Sin embargo, no es todo risas y malos ratos. De hecho, hay quienes pueden salir de estas fiestas con una anécdota increíblemente jugosa. Una conocida, a la que llamaremos María Escribá, tuvo lo que podría describirse como una experiencia navideña digna de novela. Su aventura comenzó como un cuento de hadas en una cena de trabajo y terminó con una sorpresa que ni en las mejores novelas eróticas podrías imaginar.
Sexo, relaciones y el eterno dilema del «¿qué pasa mañana?»
Hagamos un pequeño resumen de los resultados de encuestas como la de Gleeden. En 2023, el 77,4% de los encuestados afirmó que las aventuras de una noche no van más allá de un par de risas, algunas miradas incómodas en la oficina y posiblemente un par de infecciones vaginales.
Pero, ¿qué pasa con esos chispazos navideños que parecen lanzarte al infinito y más allá? La psicóloga Ana Lombardía ha hecho hincapié en que tener relaciones en el lugar de trabajo puede generar situaciones complicadas debido a las posibles percepciones de favoritismo o, peor aún, la rumorología. ¿Realmente quieres que tus colegas debatan sobre tu vida amorosa mientras esperan el café?
Cuando lo que debería quedar en la fiesta se convierte en un tema de oficina
Hay un viejo refrán que dice: «Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas». Sin embargo, en el contexto de las fiestas de empresa, “lo que pasa en la cena de empresa queda… a menudo en la oficina”. Cada día puedes entrar a tus instalaciones y recordar cómo ese beso inesperado fue casi como una «broma», pero, ¿y si tu sonrisa se convierte en mofa? Ahí está el dilema.
Recientemente leí sobre un caso en el que un jefe fue despedido tras una cena de Navidad. Al parecer, no entendió que los límites entre la camaradería laboral y el acoso son más delgados que una hoja de papel en la fotocopiadora. ¿Se imaginan? Un brindis se transforma en un despido. En ocasiones, el espíritu navideño no sigue el mismo calendario que nuestra sectorial realidad laboral.
Las fiestas navideñas y el costo de la infidelidad
Hablando de complicaciones, hagamos un rápido punto en las infidelidades. Un 55% de los hombres, según el estudio de Victoria Milan, afirma haber sido infiel durante las cenas de Navidad. Claro, no es que estas métricas sean completamente fiables, considerando que la mayoría de los encuestados son personas buscando aventuras. Pero, ¡vaya que el número asusta!
Me viene a la mente el caso de Shandy, que, con un pie en la cocina y otro en la oficina, se lamentaba por la inminente cena de empresa. «No quiero caer en la tentación, pero, ¿qué puedo hacer?», se preguntaba en un foro. La presión social puede ser un aviso épico que empuja a la gente al desastre. Un tonto tonteo puede convertirse en un mal día en el trabajo, o peor, en una ruptura.
¿Es necesario abstenerse de acudir a la cena de Navidad por miedo a lo que propagará el alcohol? Quizás, pero también podrías pensar en el verde abeto y el frío invierno: ¿cuántas aventuras se fraguan alrededor de un asado?
Reflexiones finales: ¿sobrevivir a las fiestas de empresa?
Las fiestas navideñas de empresa son un caldo de cultivo de locura y oportunidades. Con un poco de alcohol, el escenario puede volverse lo suficientemente divertido como para escribir un manual de experiencias hilarantes, pero, como también hemos visto, pueden terminar en desastres.
Así que, mientras nos preparamos para brindar, bailar y, tal vez, coquetear, recordemos que las fiestas de empresa son una mezcla de alegría, tensiones y un poco de locura que puede ir de lo sublime a lo ridículo en solo segundos. Al fin y al cabo, ¿quién no ama una buena historia?
Disfruten de la temporada festiva, eviten el uso inapropiado de fotocopiadoras (seriedad ante todo), y asegúrense de que, al final de la noche, cada beso sea con la persona adecuada. ¡Felices fiestas!