Cuando hablamos de la historia entre México y España, es fácil caer en la trampa de pensar que solo hay política en la chispa que enciende la relación entre ambos países. Pero, como bien dice el historiador y editor Enrique Krauze, lo que realmente une a estas naciones es su rica y complicada relación cultural. Este artículo explora algunos de los aspectos menos conocidos de esta conexión, que se remonta a más de dos siglos, y se detiene en personajes que, aunque no son parte de la historia oficial, jugaron papeles cruciales en la construcción del México moderno.

Un viaje a través de la historia: ¿Cómo comenzó todo?

Cuando era niño, pasé muchos veranos en casa de mis abuelos. Un lugar en donde las historias de familia abundaban, llenando mis tardes de anécdotas sobre la vida «donde el viento da la vuelta». Mi abuelo, que había trabajado inicialmente en las fábricas textiles de España antes de migrar a México, me decía que la cultura es como un puente que conecta vidas y destinos. ¿No resulta fascinante pensar que, a veces, ese puente es construido por quienes no están en el foco de atención, pero cuyas contribuciones son esenciales para el tejido cultural de un país?

Como lo menciona Krauze mientras recuerda su propia historia familiar, los españoles llegaron a México «con una mano adelante y otra atrás», iniciando un compromiso con el nuevo mundo que formaría parte de su identidad. Entre estos inmigrantes se encontraban empresarios, artistas y, a veces, luchadores por la independencia, cuyas historias aún esperan ser contadas.

Una historia de encuentros y desencuentros

La relación entre México y España ha tenido sus picos y valles. Después de la Independencia de México, se mudaron oleadas de españoles al país, que incluían a aquellos que buscaban aliviar el dolor de la guerra y recuperarse de los traumas de sus tierras natales. Es un tema que a menudo se pasa por alto. Muchos españoles que se asentaron en México no eran intelectuales ni líderes políticos; más bien, eran emprendedores que establecieron negocios que actualmente forman parte esencial de la economía mexicana.

¿Quién no ha visto alguna vez un producto de perfumería con raíces en la tradición española? Mi abuela solía tener una colección de perfumes que, según ella, «transportaban» aquellos momentos de glamour de los años 30 en sus estantes. ¿Pero de dónde venían realmente esos aromas? Muchos de esos frascos estaban diseñados por empresas que derivan de esas antiguas relaciones entre comerciantes españoles y el potencial mexicano.

La cultura que trasciende la política

A pesar de los conflictos políticos de los siglos XIX y XX, incluidos la Revolución Mexicana y diversas crisis diplomáticas, siempre ha habido un intercambio cultural que se ha mantenido firme. Krauze apunta que «incluso en las épocas más oscuras de la política, la cultura nunca dejó de ser un hilo que une a ambos países». Y esto se refleja en la música, la literatura y, cómo no, en el cine.

¿Alguna vez has escuchado a Agustín Lara cantar sobre Madrid? La melancolía y pasión que desprenden sus letras son un claro ejemplo de cómo la música puede desafiar las barreras políticas. Considerando todo esto, podemos preguntarnos: ¿sería posible que las relaciones humanas sean más fuertes que la mera política?

De la Revolución a la modernidad: una reciprocidad cultural

Con el tiempo, la influencia cultural y social de ambos países ha sido recíproca. Por ejemplo, después de la Revolución Mexicana, muchos intelectuales españoles se exiliaron en México, como León Felipe y José Bergamín. La acogida que encontraron fue un capítulo crucial en la historia cultural de México y España, y contrarrestó el dolor y el sufrimiento de la guerra civil española. ¿No es irónico cómo las crisis pueden dar lugar a momentos de esplendor cultural?

En este punto, es interesante notar cómo muchas obras de arte, música y literatura surgieron precisamente de este intercambio. ¿Puedes imaginar lo que habría sido de la cultura mexicana sin el aporte español en aquel momento crucial?

Historias olvidadas: el papel de los menos conocidos

Krauze menciona a Íñigo Noriega, un empresario español que, a pesar de su importancia en el México porfirista, sigue siendo un desconocido para muchos. Esta observación me hizo reflexionar sobre aquellos personajes que no figuran en los libros de historia pero cuyas acciones han moldeado el presente. Cuando visitamos monumentos o museos, quizás estamos mirando a personas glorificadas, pero ¿qué pasaría si también nos detuviéramos a pensar en aquellos que no tienen nombre en la historia, pero que han dejado una huella indeleble en la sociedad?

La era contemporánea: un nuevo diálogo cultural

A medida que avanzamos hacia el presente, las plataformas digitales han abierto nuevas avenidas para conectar a las culturas de ambos países. Las editoriales de México y España ahora se combinan y hacen posible que nuevas voces sean escuchadas en el ámbito literario global. El trabajo de Letras Libres, una publicación fundada por Krauze, es un ejemplo de cómo la literatura puede actuar como un puente.

¿Qué debemos aprender de esta historia?

Es fácil pensar que somos solo espectadores en la narrativa de Charles Dickens Chilean o de puertorriqueños como Benito Pérez Galdós, pero la realidad es que cada uno de nosotros podemos ser protagonistas en cuanto a la construcción de relaciones entre culturas. Definitivamente, este rescate intelectual de las experiencias compartidas de dos naciones parece ser más relevante que nunca. En tiempos de polarización, ¿no sería un buen momento para recordar que somos parte de un todo?

Reflexionando sobre el futuro: lo que muchos no consideran

Al final, la historia que une a México y España es también una que debe ser contada y recontada. A medida que exploremos estas conexiones culturales, entenderemos que estas relaciones no son solo un recordatorio del pasado, sino una guía para el futuro.

La historia es un espejo que refleja quiénes fuimos y quiénes queremos ser. Y así como Krauze aboga por el enfoque en la cultura sobre la política, nosotros también debemos considerar cómo nuestras propias decisiones pueden contribuir a crear un mundo más interconectado.

Entonces, la próxima vez que veas un objeto, escuches una canción o leas un libro que tiene raíces en la cultura española o mexicana, recuérdate a ti mismo que estás siendo parte de esta narrativa. ¿Cuántas historias aún no han sido contadas, esperando que alguien como tú las descubra y las comparta?

Finalmente, recordemos que, mientras que la política a menudo busca separar, la cultura, en su maravillosa complejidad y riqueza, siempre encontrará la manera de unirnos. ¿Te animas a ser parte de esta historia?