Casi tres años después de la invasión rusa a Ucrania, la escena mundial se torna cada vez más intrigante. Recientemente, se ha informado que representantes de Estados Unidos y Rusia están sentándose a negociar en la árida y calurosa Riad. ¿Quién podría haberlo imaginado? Allí donde esperábamos ver a políticos de potencias avanzadas hablar de petróleo, ahora están discutiendo el futuro de un conflicto que ha cambiado la geopolítica contemporánea. Pero, ¿realmente esta posible negociación traerá la paz o es solo un espejismo en el desierto?

En este artículo, vamos a desentrañar todo lo que significa esta situación actual, y especialmente la historia que nos ha llevado a este punto de inflexión. Sí, lo sé, la geopolítica puede parecer un tema árido, pero prometo añadir un poco de humor y, por qué no, algunas anécdotas personales para que no se sienta como leer un manual de instrucciones para un electrodoméstico. Así que, ¡prepárense!

Un vistazo al conflicto: ¿cómo llegamos hasta aquí?

Si retrocedemos en el tiempo (me gusta pensar que soy un viajero del tiempo cada vez que escribo, aunque solo sea en mi mente), llegamos a 2014, un año que marcó un antes y un después en la geopolítica del este europeo. La anexión de Crimea por parte de Rusia se produjo en medio de un caos político en Ucrania. Fue como un juego de dominó, donde la caída de una pieza desencadenó una reacción en cadena devastadora.

Imaginen el escenario: el entonces presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, decide dar la espalda a Europa y espolear un movimiento prorruso. Luego vinieron las protestas, que desterraron a Yanukovich y llevaron a Putin a actuar. En apenas un parpadeo, Crimea se convirtió, de facto, en parte de Rusia después de un referendo muy cuestionado; al menos todas las bebidas estaban frías, ¿verdad? ¡Qué caballero el presidente Vladimir!

Occidente reaccionó de inmediato con una lluvia de sanciones que apuntaban a estrangular la economía rusa. Pero, contrariamente a lo esperado, esas sanciones no resultaron ser la panacea que muchos anunciaron. La política puede ser muy curiosa, y a veces, incluso hilarante, cuando uno se piensa que tiene el control.

La sombra de la guerra del Dombás

Avancemos hacia el presente. Ocho años después de la anexión de Crimea, Rusia lanza la ofensiva militar sobre el Dombás con un objetivo claro: apoderarse de más territorio ucraniano. En este momento, la situación se torna aún más compleja. Mientras nos sentamos a hablar con nuestras mamás sobre lo que vas a poner en la mesa para la cena, Putin avanza a pasos agigantados en su agenda territorial.

Desde que comenzó la invasión, Rusia ha logrado obtener control sobre 66,000 kilómetros cuadrados adicionales de Ucrania. ¡Y para colmo, peculiaridades de la vida moderna, se alza la posibilidad de que este conflicto termine en una mesa de negociaciones sin Ucrania presente! Como si en lugar de una batalla por la paz, se tratara de un juego de Monopoly en el que solo los dos jugadores pueden jugar.

Algunos analistas sugieren que esta negociación podría desmantelar el orden internacional establecido desde 1945. ¿Estamos presenciando el ocaso de un orden internacional que, aunque imperfecto, nos ha mantenido en relativa paz durante varias décadas? La historia podría ser una loquilla que siempre espera darnos sorpresas, y la profesión de historiador podría ser una de las más emocionantes (y arriesgadas) jamás conocidas.

¿Quién inicia la guerra? Un guiño a la retórica política

Y aquí es donde entramos en el divertido mundo de la retórica política. Recientemente, el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intentó dar un giro dramático al relato, afirmando que Ucrania había comenzado la guerra. Ahora, dejando de lado las opiniones políticas (no quiero que me cierren el blog), me gustaría recordar que la historia es un arte interpretativo. ¿Dónde estaba su profesor de historia en esos momentos?

La guerra comenzó con el referendo en Crimea, seguido de la intervención militar en el Dombás. Entre tanto, en las redes sociales, el activismo ha rebosado, ya que los jóvenes han puesto la mirada hacia este conflicto como una oportunidad para involucrarse de manera activa. Pero, a menudo, me pregunto: ¿en dónde encontramos el equilibrio entre la activación política y la justa lucha por la verdad?

El legado de la guerra: consecuencias hacia el futuro

La realidad es que, al final del día, los efectos de la guerra son resbaladizos como una cabaña de hielo. Este conflicto ha tenido, y seguirá teniendo, repercusiones que van más allá de las fronteras de Ucrania. La UE, por ejemplo, se encuentra en un constante tira y afloja sobre las sanciones que debe imponer a Rusia. A veces me imagino a los políticos europeos sentados alrededor de una mesa, cual juego de ping-pong, respondiendo una y otra vez a lo que dice el otro, siempre con la preocupación de no romper ningún plato.

Sin embargo, el tema de las sanciones se ha convertido en algo más complejo de lo que parece. No solo son necesarias para mantener la presión sobre Moscú, sino que también han influido en el mercado energético global, provocando cambios significativos en los precios del petróleo y del gas. ¿Alguien más siente ese dolor en el bolsillo cada vez que va a llenar el tanque?

Pero, ¿qué pasará cuando finalmente se firme la paz? ¿Podría ser que, siguiendo el ejemplo de Crimea, todo esto sea el germen de futuras anexiones por parte de Rusia en otras regiones que aún mantienen influencia? Las mentes ofrecen múltiples posibilidades, y la historia no es un libro cerrado.

La influencia de Rusia en otras regiones post-soviéticas

Ahora bien, si analizamos el panorama general, Rusia ha mantenido influencia en varias regiones que eran parte de la antigua Unión Soviética. Hablemos de Transnistria, un pequeño pedazo de territorio en Moldavia (que todavía me confunde hasta el día de hoy) donde Dios no quiso que los partidos de fútbol fueran oficiales. Allí, Rusia ejerce ese tipo de influencia como si guardara un secreto más oscuro que el café en mi taza.

Además, observemos a Abjasia y Osetia del Sur en Georgia. Figuran como vehículos que viajan en la autopista de las afectaciones post-soviéticas, operando con una independencia de facto, pero la sombra del Kremlin sigue siendo predominante.

Y no subestimemos a Bielorrusia, que a menudo se retrata como un “estado títere”. Es un socio inquebrantable para Moscú y el régimen de Aleksandr Lukashenko se aferra a esta relación para continuar en el poder. Curiosa la situación, ¿no? Es como si una figura histórica se apoderara del guion de una serie dramática y simplemente decidiera que el conflicto debe continuar, sin importar el costo.

Riad: La mesa de negociación y el futuro incierto

Así, llegamos a Riad, el escenario del último capítulo de esta intrincada narrativa. ¿Podrán los representantes de EE.UU. y Rusia encontrar un terreno común? Todo se siente como el final de una serie de televisión, donde todos se preguntan si se renovará por una nueva temporada. ¿Será el resultado un apretón de manos o simplemente otro capítulo en una larga saga de conflictos?

El problema, sin embargo, es que la ausencia de Ucrania en esas conversaciones es un gran error de cálculo. ¿Se imaginan ir a un almuerzo con amigos y que, de repente, uno de ellos sea excluido de la conversación? Imagina los comentarios que surgirán. La exclusión de Ucrania podría provocar una oleada de reacciones tanto al interior de las fronteras ucranianas como internacionalmente.

Reflexiones finales: Caminando en la cuerda floja

Mientras tanto, el futuro es como un viaje en una cuerda floja sobre un abismo. La verdad es que la paz no es tan simple como firmar un papel y seguir adelante con nuestras vidas. Requiere compromisos dolorosos que a menudo son difíciles de aceptar. Si no aprendemos a adaptarnos y comunicarnos de manera efectiva, corremos el riesgo de que historia se repita.

En conclusión, mientras nos sentamos en nuestras cómodas sillas, mirando con inquietud cómo se desarrolla la situación en Riad, es crucial que todos comprendamos que las decisiones tomadas en estos momentos cruciales no solo afectarán a Ucrania, sino a todo el orden internacional. Si hay algo que podemos hacer es informarnos, dialogar y, sobre todo, mantener un sentido crítico ante lo que la historia nos presenta. Nunca se sabe cuándo se repetirá una parte de la narrativa.

Espero que este viaje a través del laberinto de la guerra en Ucrania haya sido tan interesante para ti como lo fue escribiéndolo para mí. Así que, ¿qué opinas? ¿Estás listo para ser parte activa de la historia mientras se desarrolla? ¡Espero que sí!