La realidad actual suele parecer más una novela de terror que un relato creíble. Hemos llegado a un punto en el que lo que ocurre en el mundo muchas veces es más impactante que cualquier película de Hollywood. Silencio, censura y un flujo constante de información distorsionada nos rodean. Recientemente, el Congreso de Mérida sobre Periodismo de Migraciones se convirtió en un escenario revelador de esta verdad, donde se abordaron temas candentes como el genocidio en Gaza y las dificultades de llevar esa información a la población.

La experiencia de un corresponsal en el frente

Durante la VII edición del congreso, Ahmed Al-Batta, corresponsal de Al-Araby en Gaza, nos hizo reflexionar con su poderosa declaración: “Lo hemos perdido todo, pero no hemos perdido la palabra”. Sus palabras, resuena como un eco en un mundo que a menudo intenta silenciar discursos incómodos sobre la realidad palestina. El genocidio en Gaza, un tema que ciertos sectores prefieren ignorar o minimizar, no se puede esconder bajo una alfombra, por más que quienes están al mando de plataformas como X (antiguamente Twitter) lo intenten.

Imagina estar en la piel de Ahmed, observando la devastación a tu alrededor mientras intentas ser la voz de tu pueblo. La presión de contar la historia de aquellos que no pueden hacerlo es una carga inmensa. Pero, ¿por qué el mundo prefiere la comodidad del silencio en lugar de enfrentar la dureza de la realidad? Esta es la pregunta que quedará flotando en el aire tras la conferencia.

La sombra de la censura digital

No pasó mucho tiempo antes de que las voces alzadas en el congreso fueran silenciadas virtualmente. La cuenta del congreso en X fue bloqueada, mientras el propio congreso intentaba visibilizar una narrativa crucial. Qué irónico que los que intentan dar visibilidad al genocidio en Gaza sean, en cambio, silenciados por una plataforma que debería fomentar el libre intercambio de ideas. Nos encontramos de nuevo en un círculo vicioso donde dar voz a la verdad es visto como una «actividad inusual».

Esto no se trata solo de un ritual moderno de censura. Es simplemente la última hazaña en un concierto de ahogamiento mediático que se siente como una broma triste. Recuerdo la primera vez que intenté publicar un artículo crítico sobre una controversia local. El nerviosismo me devoraba, era fácil pensar que sería silenciado, pero al final, mi voz se escuchó. Sin embargo, esto no es una preocupación menor para aquellos que arriesgan todo. La valentía que mostró Nuria Tesón, periodista especializada en Oriente Medio, junto con sus colegas palestinos, es digna de ser celebrada. Ellos, junto a sus compañeros, son el estandarte de una lucha por la verdad que se enfrenta a obstáculos casi insuperables.

El horror de los números

Durante la conferencia, Raquel Martí, directora ejecutiva del Comité Español de los Refugiados Palestinos de Naciones Unidas (UNRWA), presentó cifras escalofriantes sobre las víctimas del conflicto. Miles de palestinos han perdido la vida, incluyendo un número alarmante de niños y periodistas. ¡Algunos días, el número de víctimas podría competir con cifras de víctimas en historias de horror! Y aún así, las redes sociales nos dicen que eso es «excesivamente gráfico».

¿Podemos realmente permitir que la desensibilización reclame nuestras almas? La historia a menudo nos dice que un gran número puede ser solo eso: un número. Pero cuando esos números son personas con nombres, familias, sueños, se convierten en un grito inarticulado pidiendo ser escuchado.

El papel de la prensa y los desafíos actuales

No es la primera vez que vemos cómo las redes sociales se convierten en el campo de batalla por la verdad. El caso de Maruja Torres, que denunció el bloqueo de su cuenta en un momento crítico, es un recordatorio sombrío de que la libertad de expresión está bajo asedio. La libertad de informar ya no es una premisa garantizada, sino una lucha constante en el mundo del periodismo.

El congreso se llenó de voces disconformes, pero también de soluciones. Ignacio Escolar, director de elDiario.es, y otros ponentes subrayaron la responsabilidad de los medios de comunicación en informar veraz y objetivamente. Pero, otra vez, surge la pregunta: ¿qué pasa con los medios que eligen mirar para otro lado en lugar de afrontar los problemas? ¿Es el miedo o la conveniencia lo que dirige esa decisión?

La conexión humana en tiempos de crisis

En medio de lo desolador que se presenta la situación en Gaza, hay un importante recordatorio: la humanidad primitiva en medio del sufrimiento. En varias ocasiones, durante mis propios reportajes, he encontrado que las conexiones humanas —como las historias de resiliencia— a menudo son más poderosas que los números o los análisis. Las comunidades que apoyan a aquellos que han sobrevivido al trauma nos permiten entender que, aunque la devastación abunde, también hay una fortaleza inquebrantable.

En el congreso, los trabajadores humanitarios y los periodistas se convirtieron en la voz de esas historias. Cada testimonio, cada palabra, es como una chispa que lanza una pequeña luz en la oscuridad. Aquí es donde se convierte en crucial resaltarlo: no solo se trata de reportar el conflicto, sino de dar voz a los que han sido callados.

Cierre y esperanza

Así que, ¿qué hacemos ahora? Algunos solo quieren girar la cabeza y evitar mirar la realidad de frente, pero esa no es una opción. La primera entrega de información es una responsabilidad de todos. Cada tweet, cada artículo y cada discusión cuenta. Como decía un profesor que tuve alguna vez, “la verdad siempre encuentra su camino, aunque a veces parezca oscuro y tortuoso”.

En tiempos como estos, necesitamos más que nunca recordar que la verdad es poder. Necesitamos ser compañeros de viaje en esta travesía, conscientes del sufrimiento, pero también de la perseverancia humana.

Entonces, la próxima vez que veas algo que te parezca abrumador o desconcertante, ya sea en las noticias o en las redes sociales, pregúntate: ¿qué puedo hacer para que esa voz sea escuchada? Porque al final del día, todos formamos parte de esta historia, y la historia está lejos de haber terminado.


En conclusión, el Congreso Internacional sobre Periodismo de Migraciones en Mérida, con su enfoque audaz sobre el genocidio en Gaza y la libertad de prensa, es un recordatorio poderoso de que la lucha no termina aquí. Estamos en un viaje de descubrimiento, donde cada voz importa y cada historia cuenta. Después de todo, todavía hay palabras por decir, imágenes que esperar y, sobre todo, humanidad que salvar. ¡Así que hablemos!