La historia de la Virgen de Setefilla es un viaje fascinante que nos lleva desde la Edad Media hasta la actualidad, entrelazando devoción, cultura y un toque de misterio. Si alguna vez te has preguntado sobre una de las tradiciones más arraigadas en el corazón de Andalucía, este artículo es para ti. ¡Prepárate para conocer todo sobre esta emblemática figura y los encantos que la rodean!
Las raíces históricas de la Virgen de Setefilla
Para entender la devoción a la Virgen de Setefilla, debemos hacer un pequeño viaje atrás en el tiempo. Setefilla era en su día un poblado que, aunque actualmente está casi despoblado, fue testigo de los esfuerzos colonizadores de la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén en la región. ¿Te imaginas cómo se vivía en la Edad Media? Puedo imaginar a caballeros y campesinos en una lucha constante entre la vida diaria y los tiempos de…
¡Espera! Esa no es la historia que estamos contando aquí. La Virgen fue instaurada en una iglesia bajo la advocación del misterio de la Encarnación, lo que marca el inicio de su leyenda. Con el tiempo, su imagen fue esculpida en un bello formato gótico, alcanzando los 71 centímetros de altura. ¿Por qué esa medida? Tal vez el escultor pensó que en un tamaño tan compacto podría contener un universo de fe.
Idas y venidas: la historia de un barrio viajero
La historia de la Virgen de Setefilla es, en muchos aspectos, un relato de idas y venidas. Esto no se refiere a las multitudes de gente que iban a ver a la Virgen en su día, sino a la propia imagen que hacía el trayecto entre Setefilla y Lora del Río. Este vaivén representaba no solo la devoción de los fieles, sino también una conexión emocional profunda. A veces, uno se siente más en casa cuando está en movimiento, ¡como si cerrara la puerta de su hogar y, al mismo tiempo, la abriera en otro lugar!
Imagínate ese escenario en el siglo XVI: las gentes de Lora del Río, al ver que Setefilla comenzaba a despoblarse, decidieron llevar a la Virgen a su iglesia. Y así nació una tradición. En ocasiones, la Virgen partía hacia la localidad para celebrar las festividades, y en otras, regresaba a su iglesia original. Esta relación simbólica entre los dos lugares es fascinante. Mientras la Virgen asistía a la fiesta de la Encarnación en Lora del Río, seguía recibiendo fieles en Setefilla.
El vestuario de la Virgen: una evolución con estilo
A finales del siglo XVI, los gustos estéticos cambiaron —como suele suceder y nuestra ropa se adapta a las nuevas modas—, y la imagen de la Virgen de Setefilla comenzó a vestirse con trajes que reflejaban lo mejor de la época. De ser representada con sencillez, pasó a lucir un vestido de gran dama. ¿No te parece un giro interesante? Al igual que nosotros elegimos la ropa que nos representa, la Virgen también tuvo su momento de «shopping».
Se puede imaginar a un grupo de fieles buscando el mejor atuendo para la figura, cariño en cada hilo. El ajuar que recibió la Virgen con los años ha sido impresionante, sumando donaciones de creyentes que agradecen favores. Sin duda, la fe puede ser un motor increíble de generosidad.
La historia de la imagen actual: resiliencia y renovación
Pero no todo ha sido un camino de rosas. La Virgen original, que databa del siglo XIV, se perdió en los trágicos acontecimientos de 1936. A menudo, las pérdidas pueden dejar una marca, pero la vida sigue y lo hace con renovada fuerza. La actual imagen de la Virgen de Setefilla es obra del escultor Agustín Sánchez Cid, quien, al igual que un buen chef, supo combinar ingredientes para crear algo nuevo pero que aún respira la esencia de la tradición.
En 1987, se llevó a cabo la coronación canónica de la imagen, un evento que atrajo a un público inmenso y consolidó su lugar en los corazones de los devotos. Este reconocimiento también viene con responsabilidades; imagina ser coronada y tener que llevar tantos ojos sobre ti. ¡Vaya presión!
Procesiones: tradición en movimiento
Uno de los momentos culminantes que se vive en Lora del Río es la procesión que rinde homenaje a la Virgen de Setefilla. Esta no es una simple caminata; es un evento que reúne a cientos de personas que se conmueven al verla caminar por las calles. La imagen será llevada a hombros por los hermanos, un acto que puede parecer sencillo, pero que está cargado de simbolismo y emoción. ¡Quien ha llevado a un niño en brazos sabe la carga que eso representa!
Curiosamente, esta procesión se realiza en silencio, sin música, quizás como una forma de contemplar la solemnidad del momento. ¿Te imaginas la atmósfera? Podría haber un vals tocando, pero el silencio tiene su propio encanto. Muchos le encuentran un aire místico a esos momentos en los que solo se escucha el murmullo de las plegarias y el roce de los pasos.
El 8 de septiembre: la celebración de la Virgen de Setefilla
Una de las fechas más esperadas por los devotos es el 8 de septiembre, que marca el día en que se coronó a la Virgen. Este día, además de actos litúrgicos, se celebran festividades que atraen a multitud de visitantes. Es como una fiesta de cumpleaños, pero en lugar de globos y pastel, hay devoción y tradición. Esta jornada se ha convertido en un punto de encuentro para las familias, reencuentros y conexiones que llenan de alegría el espacio, como si se tratara de una reunión familiar.
Las diferentes actividades que se organizan —ferias, música, danzas— también son promovidas por la hermandad de la localidad. A veces me pregunto si las ojeras son un precio que pagamos por vivir momentos tan vibrantes. Pero claro, uno se va a casa con el corazón lleno y eso vale más que cualquier tratamiento anti-ojeras.
La importancia de la devoción y la comunidad
La devoción hacia la Virgen de Setefilla no solo es un rito; es un reflejo de la comunidad que la rodea. Esta práctica mantiene viva la cultura y la identidad de Lora del Río, creando lazos que superan la temporalidad. Sin dudas, es un hilo en la rica tapicería cultural de Andalucía. Las devociones como estas pueden parecer arcaicas para algunos, pero ¿acaso no son una fuente de comunidad y fortaleza?
Las procesiones, los cultos, y las visitas a la Virgen son recordatorios constantes de la importancia que tiene la fe en los corazones de muchas personas. En un mundo digital y lleno de distracciones, encontrar un lugar donde uno pueda ser auténtico y conectar con lo que ama es, en sí mismo, una bendición.
Reflexiones finales: más allá de la imagen
La historia de la Virgen de Setefilla trasciende la imagen en sí. En los guiños de su historia, se vislumbran aspectos de resiliencia, devoción y comunidad. La Virgen ha sido un símbolo de esperanza y unidad, un recordatorio de que, a pesar de las vicisitudes de la historia, las tradiciones pueden mantenerse vivas.
Así que la próxima vez que escuches sobre la Virgen de Setefilla o veas a un grupo de personas caminando en procesión, recuerda que detrás de cada paso hay historia, fe y una comunidad vibrante que sigue trabajando por preservar su legado. Después de todo, ¿no es fascinante cómo unas pocas imágenes pueden contar historias interminables? Hay magia en la devoción, y eso es algo que nunca debe olvidarse.
Al final del día, este vínculo con la fe no es solo un asunto religioso; es una celebración de la vida misma, con todas sus idas y venidas, y quizás una invitación a que tú también encuentres tu propia «Virgen de Setefilla» a la que puedas rendir homenaje en tu vida. Y si no la encuentras, ¡créala! Pero siempre, siempre envuelta en amor y devoción.