La violencia de género, un mal que persiste en diversas sociedades, es un tema delicado que siempre suscita emociones intensas. Hoy quiero hablarte de un aspecto particularmente inquietante de este fenómeno: la violencia vicaria, que no solo deja huellas en sus víctimas inmediatas, sino que también afecta de manera devastadora a los más vulnerables: los menores. Este artículo no se limita a presentar estadísticas o informes serios; busca ser una invitación a reflexionar, a empatizar y, sobre todo, a actuar ante una situación que no podemos seguir ignorando.

¿Qué es la violencia vicaria?

La violencia vicaria se refiere a un tipo de abuso en el que el agresor utiliza a los hijos de la víctima como un medio de infligir daño. En lugar de golpear directamente a la madre, el abusador busca castigarla mediante el sufrimiento de sus propios hijos. Es, como lo ha descrito la Consejería de Igualdad de Andalucía, «la manifestación más bárbara de la violencia de género». ¿No te parece insólito que en pleno siglo XXI sigamos lidiando con comportamientos de este tipo?

Una triste estadística

Recientemente, España ha sido sacudida por un caso trágico en Andalucía, marcado como el tercer incidente de violencia vicaria en la comunidad y el undécimo desde que comenzó el recuento en 2013. Hasta ahora, en 2023, el número de menores víctimas mortales de violencia vicaria asciende a nueve. Esta cifra, lejos de ser un mero número, representa vidas truncadas y traumas irreparables en familias desoladas. ¿Cómo es posible que esto siga sucediendo?

Un caso reciente: un llamado a la acción

En un giro de los acontecimientos que no debería sorprendernos pero que aún así nos deja perplejos, un menor fue asesinado y su hermano, de dos años, resultó gravemente herido. La madre, que había buscado ayuda en el pasado, se encontró atrapada en una situación de violencia invisible. Esto plantea la pregunta: ¿cómo se percibe el sufrimiento en el hogar? A menudo, aquellos que deben ser nuestra primera línea de defensa, los amigos y familiares, son los que más lejos están de detectar el peligro.

La respuesta institucional

La consejera andaluza ha hecho un llamado a la unidad de administraciones, instituciones y ciudadanía, instando a estar en alerta ante cualquier indicio de violencia. Este es un aspecto crítico: todos tenemos un papel que desempeñar. Sin embargo, las palabras son solo eso, palabras, a menos que demos un paso adelante.

Recursos a disposición

La Junta de Andalucía, a través del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), ha puesto en marcha recursos que ofrecen atención a las víctimas. Uno de estos es un servicio de atención permanente al que se puede acceder de manera gratuita. Eso sí, la pregunta es: ¿cuántas mujeres se sienten lo suficientemente seguras para llamar?

La realidad es que muchas de ellas viven con miedo y desconfianza, muchas veces no solo hacia sus agresores, sino también hacia un sistema que puede parecer distante e ineficaz. Aun así, existen servicios como el que mencionamos, que ofrecen no solo información, sino también apoyo emocional. En momentos de crisis, cuando la incertidumbre acecha, saber que hay una mano amiga disponible puede ser un salvavidas.

La importancia de la denuncia

En el caso mencionado, no existían denuncias previas contra el presunto agresor. Esto plantea otra pregunta: ¿por qué no se denuncia? La respuesta no es sencilla. Muchas veces, las mujeres se sienten atrapadas a causa de la manipulación emocional que el agresor ejerce sobre ellas. Es como si estuviesen atrapadas en un laberinto donde la salida parece estar oculta.

Un repaso a la historia: experiencias personales

Recuerdo la historia de una amiga que se encontró en una situación similar. Era una mujer fuerte, trabajadora y, por encima de todo, madre. Se mantenía activa en su comunidad y parecía tenerlo todo bajo control. Pero detrás cerradas las puertas de su hogar, la realidad era otra. Ella nunca se atrevió a denunciar, aunque su dolor era palpable. La gente a veces se pregunta: «¿Por qué no simplemente se van?», pero no se trata solo de eso. El miedo, la manipulación y la preocupación por sus hijos pueden ser obstáculos insalvables.

Herramientas de prevención y apoyo

El IAM ha mencionado que es crucial fomentar la alerta social. Todos debemos aprender a reconocer las señales de violencia. ¿Te has preguntado alguna vez si podrías identificar las señales de alarma si fueras un vecino? Los agresores a menudo se esconden a plena vista. Es hora de cambiar eso.

Educación y sensibilización

El diálogo sobre la violencia de género y, en particular, sobre la violencia vicaria, debe empezar desde una edad temprana. Si educamos a nuestros hijos sobre el respeto, la igualdad y la empatía, podemos ayudar a prevenir futuras generaciones de agresores y víctimas. Aunque parezca que esto sonara a una película de idealismo, realmente puede hacer una diferencia.

Crear una red de apoyo

El poder de la comunidad es gigantesco. Cuando las mujeres hablan y se apoyan entre sí, se crean redes de protección. La solidaridad es clave para superar el ciclo de violencia. ¿Te imaginas un lugar donde las mujeres puedan encontrar refugio sin ser juzgadas? Eso tendría un poder transformador.

Además, debemos recordar que la violencia no solo afecta a las víctimas directas, sino también a quienes las rodean. Un niño que crece en un hogar donde la violencia es habitual puede normalizar ese comportamiento, perpetuando un ciclo que jamás debería existir. Aquí es donde la intervención temprana y la educación juegan un papel clave.

Llamado a la acción: ¿Qué puedes hacer tú?

Tal vez estés pensando: «Puedo hacer muy poco ante un problema tan grande». Pero aquí está la verdad: cada acción cuenta, por pequeña que sea. Ya sea hablando con amigos sobre el tema, denunciando situaciones sospechosas o simplemente ofreciendo tu apoyo a alguien que pueda estar sufriendo; todas son formas de contribuir al cambio.

Si sientes que alguien a tu alrededor podría estar sufriendo violencia, no dudes en preguntarles cómo están. A veces, una simple pregunta puede abrir la puerta a una conversación que salva vidas.

En conclusión

La violencia vicaria no es solo un problema que le compete a las instituciones; es un problema de todos. La siguiente vez que escuches una historia desgarradora relacionada con este tema, recuerda que la indiferencia no es una opción. Todos tenemos la responsabilidad de actuar, para que ningún niño más tenga que pagar el precio de la violencia que, por desgracia, sigue en nuestra sociedad.

La violencia de género, y en particular la violencia vicaria, es un fenómeno que requiere nuestra atención y acción. El camino hacia una sociedad más justa y segura comienza con la educación, la empatía y la voluntad de no cerrar los ojos ante la realidad que muchos viven a diario. Así que, ¿qué tal si empezamos hoy mismo?