¿Recuerdas la última vez que un tema te dejó con más preguntas que respuestas? Eso me pasó al enterarme de que más de media docena de Estados miembros de la Unión Europea, entre ellos España, lamentaban este viernes la “falta de ambición” en la revisión de la directiva europea de 2011 que protege a los menores de abusos sexuales. Mientras las cosas se vuelven cada vez más complicadas en el mundo digital, los marcos legales parecen quedarse colgados como ese amigo que promete llegar a una fiesta “en cinco minutos” y nunca aparece.
Un panorama confuso: la directiva sobre abusos sexuales a menores
La directiva de 2011 se ha convertido en una especie de dinosaurio legal, un relicario obsoleto que no refleja ni de lejos el vertiginoso desarrollo de la tecnología actual. Hoy en día, el panorama de la explotación de menores ha cambiado radicalmente; si antes los peligros eran físicos, ahora pueden estar a solo un clic de distancia en la nube.
Viejas normas en un nuevo mundo
La propuesta de la Comisión Europea, presentada en febrero, buscaba dar un golpe de timón a esta situación, pero parece que ha tropezado. ¿Acaso la “actualización” se está quedando en un mero cambio de hoja? La propuesta introducía elementos vitales, como la definición de falta de consentimiento, específicamente para aquellos menores que han alcanzado la edad de consentimiento sexual. No obstante, durante las negociaciones, muchas de estas partes esenciales fueron eliminadas.
Por si fuera poco, los países en desacuerdo han señalado que la nueva legislación no logra proporcionar un marco claro para los menores que, pese a haber alcanzado la edad legal, siguen siendo “especialmente vulnerables”. La falta de claridad sobre qué constituye consentimiento ha llevado a una serie de desencuentros que dejan entrever una alarmante división en la UE. ¿No es irónico que, en plena era de la información, sigamos perdidos en conceptos tan básicos?
La voz de los países críticos
Durante una reciente reunión de ministros europeos, un coro de voces ha resonado con descontento. Félix Bolaños, ministro de la Presidencia y Justicia de España, subrayó que el nuevo texto legal no es “suficientemente ambicioso”, y eso se dice con un claro trasfondo de frustración. Un sentimiento que muchos de nosotros podemos comprender fácilmente: es como pedir una hamburguesa sin cebolla y recibir un sándwich de lechuga. ¡Sí, lo sé, la metáfora podría ser mejor, pero entiendes la idea!
Bélgica, Eslovenia, Finlandia, Irlanda, Letonia, Luxemburgo y Suecia se unieron en una declaración que dejó claro que, en tiempos en que el ciberacoso y los delitos digitales están en auge, se debería intensificar la protección de nuestros menores. Eso sí que es un “A por ellos” en toda regla.
Los ministros demandan una clarificación sobre qué constituye consentimiento y cómo podemos garantizar que aquellos que han pasado la línea de la edad legal no sean atrapados en el mismo marasmo de confusión y abuso. Me atrevería a preguntar: ¿no deberíamos estar todos en la misma página cuando se trata de proteger a los más vulnerables?
De dinosaurios a deepfakes: el reto tecnológico
La realidad es que la tecnología avanza a pasos agigantados, y el concepto de deepfake ha introducido una nueva clase de peligro. ¿Cómo es que una ley que fue diseñada para proteger a nuestros niños no incluye medidas específicas para abordar estos nuevos tipos de abuso digital? En consecuencia, la situación no solo se complica, sino que también se vuelve más insidiosa.
Imagina que un día despiertas para descubrir que tu imagen ha sido manipulada en un video que circula en la red, y todo porque algunas personas pensaron que sería “divertido”. Lo que para muchos podría parecer una broma, para otros puede subestimar el daño emocional y psicológico que puede causar. En 2022, la UE reportó un alarmante número de 1,5 millones de denuncias de abuso sexual infantil. Es como si cada número representara a un niño que, de alguna manera, no merecía ser una estadística. ¿Cuántos más deben sufrir para que se tomen las acciones necesarias?
Las penas insuficientes: una respuesta desproporcionada
No se puede hablar de falta de ambición sin mencionar las sanciones que se proponen en casos de delitos tecnológicos. Por ejemplo, se han debatido los montos de las multas para empresas que fabrican productos que facilitan estos abusos. La diferencia entre un 5% y un 3% del volumen de negocios mundial es más que significativa. ¡La seguridad de los menores debería tener un precio, y ese precio no debería ser de descuento!
La Comisión introdujo la idea de penas de prisión máximas que no deben ser inferiores a diez años, pero aún así queda la duda de si esto es justo y si será suficiente para disuadir a los depredadores. Parece que los legisladores están más preocupados por mantener la “delicadeza” al abordar asuntos de consentimientos que por asegurar que los menores estén completamente protegidos. ¿Estamos hablando de protección o de frenar una tendencia legal a la baja?
La voz de una generación
Como generación, estamos en un punto de inflexión. No se trata sólo de políticas o normativas, sino de valores. La historia nos ha enseñado que ignorar un problema solo lo hace crecer. Tomemos el ejemplo de la violencia de género; hasta que no comenzamos a hablar de ella abiertamente, no fue tomada seriamente. La lucha por la igualdad está relacionada con la lucha por la protección de nuestros más jóvenes.
La actualización de la directiva debería ser clara como la letra de una canción pegajosa que no puedes sacarte de la cabeza. Pero, según los últimos informes, parece que nos quedaremos atascados en un ritmo monótono de cambios insuficientes, una sinfonía de buenas intenciones que oscilan entre la ambición y la complacencia. ¿No deberíamos ser un poco más audaces?
El camino por delante: un llamado a la acción
La situación actual es un eco distante de lo que deberían ser las normas y leyes modernas. La falta de responsabilidad en la legislación no solo pone en peligro a nuestros menores, sino que también nos expone como sociedad a un grave riesgo moral. Cada voz que se eleva en este debate es un paso hacia adelante. La pregunta es: ¿hasta cuándo?
La directiva debe estar lista para ser revisada, analizada y ajustada para reflejar la realidad actual. La protección de nuestros menores no debe ser un tema que discutamos solo en foros, sino en todas partes: en nuestras casas, escuelas o cafés. Aquí es donde educamos a las futuras generaciones.
Conclusión: el poder está en nuestras manos
A medida que el debate continúa y los países se preparan para negociar, es esencial que todos consciamos el mismo mensaje: los niños son la prioridad. Se necesita un enfoque más robusto para garantizar su protección y acabar con esta impunidad que parece arrastrarse en círculos legales.
Así que, mientras digerimos la noticia de que algunos estados siguen lamentando la falta de ambición en la directiva sobre abusos sexuales a menores, la pregunta permanece: ¿qué podemos hacer como ciudadanos para exigir cambios realmente significativos? Al final del día, depende de nosotros ser una voz de cambio, porque los menores merecen un futuro en que puedan sentirse seguros, no solo en el ámbito físico, sino en el digital también.
¿Estás listo para formar parte del cambio? La conversación no termina aquí.