La migración siempre ha sido un tema candente, lleno de historias desgarradoras, vicisitudes y, a veces, el destello de la esperanza en medio de la adversidad. De hecho, podría decirse que es una de esas películas de acción donde el protagonista enfrenta mil y un peligros, y lo que debería ser un viaje relativamente corto se convierte en una epopeya llena de desafíos y emociones. En este sentido, la historia de Imán, un joven de Bangladesh, es solo una entre muchas que recorren el océano Atlántico en busca de un futuro mejor.

Un viaje peligroso: la historia de Imán

Imán salió de su hogar en Dhaka, la bulliciosa capital de Bangladesh, lleno de sueños y el deseo de una vida mejor. Dos cosas son ciertas en su historia: una, que Bengala, su tierra natal, no es fácil para quienes buscan una vida decente, y dos, que la travesía hacia Canarias es más que peligrosa. Al hablar con él, uno podría pensar que simplemente se lanzaba a la aventura. Pero, como el mismo dice, “tu sabes que allí todo es una locura y no hay trabajo”.

Su odisea, que empezó en julio de 2024, lo llevó a atravesar la ruta migratoria más mortal del mundo, todo con la esperanza de llegar a Madrid. Imán hace una pausa antes de continuar su relato, y es evidente que las memorias aún le pesaban. “Fue muy peligroso. Fueron cuatro días y tres noches en barca» – declara con una mezcla de timidez y determinación.

Nada más escucharlo, me viene a la mente una pregunta: ¿qué haría uno en su lugar? Elegir entre la incertidumbre de permanecer en un entorno hostil o arriesgarse a un viaje donde la muerte puede ser un compañero constante. Esa es una elección que pocos podemos imaginar, pero Imán lo hizo, y no fue el único.

Los números no mienten: la magnitud de la migración

En un contexto más amplio, el lugar de origen de los migrantes que han llegado a las Islas Canarias ha empezado a incorporar un nuevo patrón. Históricamente, muchos de los que buscan asilo en Europa provienen de países como Nigeria, Senegal o Ghana, pero según datos de Frontex, ahora los migrantes de países asiáticos como Pakistán, Siria, Afganistán y Bangladesh también están haciendo ese recorrido.

Estamos hablando de estadísticas que pueden erizarnos la piel: 221 personas de Pakistán, 54 de Bangladesh, entre otros. En 2023, Pikachu no solo era un fenómeno de la cultura pop; también lo fue la migración masiva de estos países, y la presión política y climática está transformando las rutas migratorias de formas inesperadas.

La inseguridad y la miseria que llevan a la migración

Pero, hablemos de contexto. ¿Qué condiciones empujan a un joven como Imán a embarcarse en una travesía extremadamente peligrosa? En su caso, los problemas eran múltiples. La inestabilidad política, las promesas incumplidas de los gobiernos y la violencia generalizada crean un caldo de cultivo perfecto para el éxodo.

Imán no fue el único en enfrentar la incertidumbre; muchos de sus compatriotas se encuentran en una situación similar. Por ejemplo, en 2025, se produjo uno de los naufragios más desgarradores en la ruta canaria, donde 50 personas perdieron la vida. La pregunta vuelve a surgir: ¿se puede realmente poner precio a la esperanza? Imán gastó entre 3.000 y 4.000 euros en su viaje. Pero, ¿es un costo que se considera alto cuando la alternativa puede ser una vida de desesperanza?

La realidad de los Centros de Internamiento

En su camino, muchos migrantes como Imán terminan en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) en Gran Canaria. Aquí, la esperanza se mezcla con la angustia, y la realidad se convierte en una incertidumbre constante. Durante un tiempo, Imán estuvo allí, rodeado de otros tantos que tenían historias similares, pero diferentes. La desesperación de saber que, tras un viaje desgarrador, uno aun puede ser deportado. Esto es tan irónico como inquietante. Al final, es un juego trágico de todo o nada.

A menudo, las anécdotas de quienes han pasado por estos centros se asemejan a relatos de historias de terror. ¿Es realmente posible perder todo aquello que has soñado y por lo que has luchado? Para muchos migrantes, sí. Según datos recientes, al menos 10 pakistaníes fueron deportados desde Madrid a su país tras ser detenidos en el CIE, dejando atrás sus sueños y los ecos de su travesía.

La trampa de las mafias de tráfico humano

La migración nunca es sencilla, y para muchos, las redes de mafias de tráfico humano juegan un papel crucial en crear una desilusión aún mayor. Ahmed Sardar, portavoz de Pak Federación España, menciona que muchas de estas personas llegan engañadas, creyendo en “falsas promesas de las mafias”. Promesas como la de una “vía rápida, segura y legal”, o la posibilidad de obtener papeles y trabajo tan pronto como aterrizan en Europa.

Es un juego de engaños y esperanza: ¿Cuántos de nosotros, cuando escuchamos una oferta increíble, realmente creemos que todo será tan sencillo? Debemos reconocer nuestro propio nivel de ingenuidad. Pero aquí estamos hablando de la vida de personas que se enfrentan a paisajes sin piedad.

Clima, violencia y política: el triángulo del sufrimiento

Sí, el cambio climático ha empujado a muchas personas a dejar sus hogares. Bangladesh y Pakistán son ejemplos claros: ambos países enfrentan condiciones climáticas extremas que impactan directamente en la seguridad alimentaria y el incremento de la pobreza. Si a esto le sumamos la violencia política, el resultado es un panorama que desgarra el tejido social y económico de estos países.

Una pregunta inevitable surge: ¿qué estamos haciendo como sociedad global? Quizás la respuesta es incómoda, pero es mejor confrontar la realidad que permanecer en la ignorancia.

La voz de los supervivientes

Con historias como la de Imán, es crucial dar voz a quienes han sobrevivido a travesías tan difíciles. Las redes de apoyo, no solo de comunidades locales, sino a nivel internacional, son esenciales para ayudar a esos migrantes a adaptarse y prosperar. Ahmed Sardar menciona la necesidad de crear conciencia y poner la mirada en la vulnerabilidad de estos individuos.

Es muy fácil ver a un migrante como un “otro”, pero cesemos por un momento y recordemos que detrás de cada número, cada estadística, hay un ser humano con deseos, sueños y esperanzas. La comunidad internacional necesita adoptar un enfoque más compasivo y ayudar a aquellos que buscan asilo.

Reflexiones finales

La historia de Imán es solo un destello del vasto mar de narrativas que hay en el mundo de la migración. En medio de la desesperanza, el sufrimiento y la adversidad, siempre hay ese rayo de esperanza que nos recuerda que el ser humano es resiliente. Nos enfrentamos a un desafío global—y la respuesta no radica solo en las políticas de frontera o medidas de seguridad, sino en la forma en que elegimos ver la vida de los demás.

Para finalizar, me pregunto: ¿cómo nos relacionamos con estos relatos de migración? Tal vez, al escucharlos, podamos encontrar la humanidad que a veces parece perdida. Al final del día, en un mundo tan repleto de guerras, desastres naturales y desafíos, recordar que somos todos parte de una misma comunidad puede ser la clave para construir un futuro mejor.

Con esto, no les diría que las respuestas son fáciles, ni que el camino sea sencillo, pero tengo la firme creencia de que cada pequeña acción cuenta. La vida de personas como Imán depende de nuestra capacidad de empatizar y actuar. ¿Estás listo para ser parte del cambio?