La democracia en España, aunque parezca que fue inaugurada ayer, ha recorrido un camino fascinante —y, por qué no decirlo, a menudo tortuoso— en los últimos 50 años. Este año 2023, el presidente Pedro Sánchez se ha propuesto celebrar esta transformación con una serie de iniciativas destinadas a rendir homenaje a todos los colectivos que lucharon por la libertad y la justicia en nuestro país. Pero, ¿realmente entendemos lo que ha significando este viaje? Y, más importante aún, ¿qué futuro nos espera? ¡Vamos a sumergirnos!

Un vistazo a la historia reciente de España

Recuerdo la primera vez que escuché la frase «La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo». Era en una clase de historia, y me sonó, en aquel momento, como una bonita pero vacía frase del siglo XIX. Sin embargo, con los años —y un poco de madurez, supongo— he llegado a comprender su verdadero valor. Desde la muerte de Franco en 1975 hasta el día de hoy, España ha transitado de un régimen autoritario a una democracia plena.

Pero, ¿cómo hemos llegado aquí? Las luchas de movimientos sociales, el esfuerzo de las generaciones pasadas y el compromiso por mantener viva la memoria democrática han sido fundamentales. Desde la transición, España ha experimentado cambios drásticos en aspectos políticos, sociales y económicos.

Las celebraciones que se llevarán a cabo a partir del 8 de enero de este año buscan no solo recordar estos eventos, sino también poner en valor los logros alcanzados. Con más de un centenar de actividades culturales en calles, museos y escuelas, el objetivo es visibilizar el legado de aquellos que lucharon por un futuro mejor. ¿No es hermoso que podamos recordar a esos valientes?

La Ley de Memoria Democrática: un paso firme hacia adelante

Desde su aprobación hace dos años, la Ley de Memoria Democrática ha comenzado a mostrar sus frutos. Uno de estos frutos es la intentona de disolución de la Fundación Francisco Franco, lo cual, para muchos, es un claro símbolo de avance hacia una sociedad más justa. Sin embargo, la legislación también ha suscitado controversias. Algunos la ven como una manera de “tapar” la historia, mientras que otros consideran que es un primer paso necesario para cerrar heridas que, a veces, nos sentimos obligados a abrir nuevamente.

Y aquí me surge una pregunta: ¿es posible encontrar un equilibrio entre recordar y avanzar? ¿Debemos perpetuar ciertas memorias que, aunque difíciles, nos ayudan a no repetir los errores del pasado? Es una danza delicada en la que todos tenemos voz.

Actividades culturales: construyendo memoria colectiva

Las actividades que se planean son variadas. Imaginemos conciertos al aire libre con artistas que celebran la diversidad de la cultura española, exposiciones en museos que narran nuestra historia, y talleres en escuelas donde los más jóvenes aprenderán sobre el régimen y sus consecuencias. Todo está pensado para que no solo recordemos, sino que también aprendamos y reflexionemos.

Recuerdo una vez que asistí a un evento en el que un sobreviviente de la dictadura compartió su historia. Allí estaba, con lágrimas en los ojos, testificando sobre los horrores y su lucha por la libertad. Fue un recordatorio poderoso de por qué es crucial que estas historias se sigan contando.

La participación activa de la gente —ya sea a través de redes sociales o asistiendo a estos eventos— juega un papel esencial en la construcción de nuestra memoria colectiva. ¿No deberíamos todos hacer un esfuerzo por ser parte de esto?

La apología y la justicia: un dilema contemporáneo

Uno de los aspectos más polémicos del contexto actual es, sin duda, la interpretación que se le da a la apología del franquismo. La ley de memoria democrática ha complicado la frontera entre libertad de expresión y la glorificación de un pasado que muchos han intentado dejar atrás. La Fiscalía tiene ahora la responsabilidad de determinar qué constituye una apología y qué es simplemente un recordatorio histórico. Pero, ¿es justo dejar esta decisión en manos de unos pocos?

Además, la opinión pública ha tomado un papel activo en este debate. En un mundo donde las redes sociales pueden amplificar cualquier voz, voces que claman por quedarse en el pasado se enfrentan a las que piden avanzar hacia una sociedad inclusiva y justa.

La gran transformación: miradas hacia adelante

A medida que discutimos sobre el pasado, es ineludible que también miramos hacia el futuro. La transformación de España no acaba aquí. La sociedad ha cambiado, y las expectativas de los ciudadanos han evolucionado. Un país que ha superado dictaduras y ha abrazado la democracia, hoy lucha contra nuevos retos como la crisis climática, la migración y la desigualdad social.

¿Qué nos depara el futuro? La próxima generación de líderes debe tomar la batuta. Y eso comienza por educar a los jóvenes sobre la importancia de la democracia, la memoria y la justicia social. Así es como podremos asegurar que estos 50 años de transformación se prolonguen por muchos más.

Recuerdo que en una de las múltiples charlas sobre democracia, un profesor nos dijo que «la democracia es un jardín que debe ser cuidado todos los días». En tanto que sociedad, debemos cuidar de este jardín para que florezca adecuadamente.

Reflexiones finales: unión en diversidad

A menudo vemos la diversidad como una debilidad, cuando en realidad es nuestra mayor fortaleza. La multiculturalidad de España es un testimonio de su rica historia y su valiente futuro. Las actividades religiosas, culturales y sociales que se llevarán a cabo son hay que aprovecharlas. No son solo eventos; son recordatorios de lo que hemos superado y de los caminos que aún debemos recorrer juntos.

Así que, invito a todos a participar en estas actividades, a abrir sus corazones y mentes, y a recordar que cada pequeña acción cuenta. Porque, al final, no se trata solo de recordar el pasado; se trata de construir un futuro donde la justicia, la libertad y la convivencia sean la norma.

Recuerda: tu voz importa. Así que hagámosla escuchar, no solo en estas celebraciones, sino todos los días. La democracia es nuestra responsabilidad. ¡Acolo nos vemos, compatriotas!