¿Te acuerdas de la primera vez que viste “El sexto sentido”? Esa mezcla de asombro, inquietud y esa anhelante sensación de querer repetir la experiencia con la humanidad de lo extraordinario. Desde entonces, M. Night Shyamalan ha mantenido una marca registrada en el mundo del cine: giros inesperados. Sin embargo, en su reciente obra, “La trampa” (2023), el objetivo parece ser menos el giro y más la construcción profunda del suspense.

Con la llegada de “La trampa” a Max, la nueva plataforma de streaming en el mundo del entretenimiento, hemos tenido la oportunidad de revisitar esta obra y reflexionar sobre su estructura narrativa. Y, seamos honestos, ¿cuántas ganas tenías de una película que mezcla un concierto, un psicópata y una atmósfera de tensión que corta la respiración? ¡Tal vez tantas como yo! Así que, agárrate fuerte, porque vamos a sumergirnos en los intrigantes detalles de “La trampa”.

La premisa que atrapa

La historia nos presenta a Cooper, un apodado «Carnicero», interpretado por Josh Hartnett, que se convierte en el centro del suspense mientras intenta escapar de la policía durante un concierto de Lady Raven (interpretada por Saleka, hija de Shyamalan). Pero aquí hay un detalle importante: no estamos ante una simple historia de persecución, sino que es un thriller psicológico que juega con nuestras emociones y nuestras expectativas como espectadores.

Esto me recuerda a aquella vez que fui a un concierto, esperando el espectáculo magnífico de mi banda favorita, pero en lugar de eso, me encontré en medio de una multitud descontrolada y un tributo a la confusión. “La trampa” logra eso y más, teje la tensión a través de la premisa, manteniendo la atención centrada en lo que importa: la lucha entre la vida y la muerte.

La dualidad de Cooper

Lo que realmente destaca de La trampa es la complejidad del personaje de Cooper. Aquí, Shyamalan no presenta al villano típico ni pinta a Cooper como un psicópata unidimensional. En su lugar, nos ofrece un retrato matizado de cómo un hombre atrapado en una vida de engaños puede convertirse en su propia trampa mortal. ¿Alguna vez te has sentido como un actor en una obra que sigue haciendo clic en la narrativa equivocada? Pues eso es exactamente lo que vive Cooper al tratar de mantener en equilibrio su mundo cotidiano y su oscuro secreto.

La interacción entre él y su hija, Riley (Ariel Donoghue), añade una capa de vulnerabilidad. ¿Cómo se siente un padre al intentar proteger a su hija, mientras es un peligro para ella? Esto podría hacer que uno se replantee su propia vida, y es ahí donde la maestría de Shyamalan brilla: nos hace reflexionar sobre la humanidad incluso en lo más oscuro.

Un concierto como escenario de confronto

El contexto del concierto no es meramente una excusa de acción. Lady Raven, quien se presenta como una figura pública glamorosa, se convierte en parte esencial del juego. La forma en que se desarrolla el evento y cómo se enmarca la no tan honorífica «trampa» para Cooper, revela no solo el ingenio detrás de la narración, sino también un perfil social que invita a la reflexión.

Imagina esto: estás en medio de un mosh pit, rodeado de amigos y música a todo volumen, cuando de repente el ambiente cambia y sientes un escalofrío recorrer tu espalda. Esa es la sensación que Shyamalan busca crear, y vaya que lo logra. La vibra del concierto proporciona una atmósfera de tensión que se intensifica con cada minuto que pasa, haciéndonos cuestionar constantemente lo que está sucediendo.

La sutil sorpresa del giro

Si has visto otras películas de Shyamalan, tal vez hayas sentido la tentación de esperar un giro monumental; algo que cambiará completamente la trayectoria de la narrativa. Sin embargo, “La trampa” tiene un enfoque diferente. En lugar de depender del clímax típico, la historia convierte la revelación final de la conexión entre Cooper y su esposa, Rachel (interpretada por Alison Pill), en algo que se siente menos como un “sorpresa” y más como un satisfactorio desenlace de una trama tensa.

Una conversación que se torna crucial muestra cómo Rachel, a pesar de sus dudas sobre la fidelidad de su marido, comienza a desentrañar el verdadero misterio que se encuentra detrás del carnicero. Esta revelación le da un nuevo rostro a la historia, convirtiendo la trama en un recurso emocionante que lleva al clímax, a pesar de no tener el giro que esperábamos. Es como cuando te das cuenta de que esa pieza del rompecabezas que parecía no encajar, ¡oh, sorpresa!, resulta que sí lo hace.

La familia y el dilema moral

Un aspecto a destacar es cómo Shyamalan se adentra en la dinámica familiar. Cada decisión de Cooper e interacción con Rachel y Riley nos hace cuestionar los lazos de confianza. La película nos hace mirar hacia adentro, desafiando nuestro juicio sobre la familia y la moralidad.

Te has preguntado ¿cuán lejos llegarías para proteger a tu familia? Así como Cooper intenta mantener a Riley a salvo, nuestra empatía por él crece, aunque su camino esté manchado de sangre. Esta dualidad hace que la audiencia se sienta conectada a su historia, sintiendo tanto amor como repulsión hacia sus acciones.

El arte de generar tensión

“La trampa” no es solo una narración superficial que pone a prueba nuestros nervios. La dirección de Shyamalan es magistral al crear un entorno donde la tensión y el suspenso se entrelazan de manera bellamente sincronizada. Cada escena está cuidadosamente diseñada para mantenernos al borde del asiento.

Recuerdo ver “La trampa” por primera vez, con el corazón latiendo a mil por hora, sintiéndome completamente absorbido por el suspense. Es como aquella vez que planeé una cena sorpresa para mi pareja y todo salió mal. La tensión era palpable, pero el resultado final, aunque lleno de imprevistos, terminó siendo memorable (y por suerte, maravilloso).

La conclusión trágica

La película nos lleva a una conclusión impactante que deja una profunda impresión. Cooper, quien ha navegado por aguas turbulentas intentando mantener su fachada, termina siendo capturado por su propia arrogancia y sus demonios internos. ¿Y quién podría haberlo imaginado? La trama se entrelaza con realidades tan cotidianas que asustan, obligándonos a reflexionar sobre las elecciones que hacemos y las sombras que nos persiguen.

El acto final muestra a Cooper ilusionando con una sonrisa, insinuando que la lucha por escapar nunca se detendrá. Este cierre abierto deja una marca duradera en el espectador, como un eco que invita a cuestionar lo que realmente sabemos sobre las personas y sus elecciones. ¿No te hace pensar en las cosas que tomamos como ciertas?

Reflexiones finales: ¿realmente se puede escapar de uno mismo?

En resumen, “La trampa” es mucho más que un simple thriller; es un análisis profundo de la naturaleza humana, un juego psicológico que desafía las percepciones y un recordatorio de que los verdaderos monstruos a menudo están más cerca de lo que creemos. Si bien es cierto que Shyamalan nos lleva a un giro inesperado en la narración, tal vez la verdadera sorpresa es cómo se atreve a explorar el dilema moral de sus personajes.

Te dejaré con una pregunta: después de ver “La trampa”, ¿realmente puedes decir que conoces a las personas que amas? Así que, si no lo has hecho, no dudes en darle otra mirada a esta película que no solo ofrece entretenimiento, sino una oportunidad de introspección. Con un poco de suerte, no terminarás atrapado en antes de ver la revelación final. ¡Disfruta de tu próxima película!


Esta película definitivamente merece un lugar en nuestra lista de “hay que ver”. Atrévete a liberarte de la trampa de las expectativas y sumérgete en el oscuro, pero cautivador mundo de M. Night Shyamalan. ¡Hasta la próxima! 🎬