La violencia de género es un tema aterrador y complicado en cualquier parte del mundo, pero cuando un caso como el de Estela B.S. sale a la luz, el dolor se intensifica y nos lleva a cuestionar muchas cosas sobre nuestra sociedad. Estela, una mujer de 36 años y madre de una niña pequeña, fue encontrada muerta en la casa de su expareja en la parroquia de Belesar, Baiona. La vida de Estela me recuerda a la de tantas mujeres que, a pesar de todos los esfuerzos, caen víctimas del ciclo de la violencia machista. ¿Por qué seguimos viendo estos casos en el siglo XXI? ¿Qué se está haciendo para cambiar esta realidad?

Contexto del crimen

El pasado viernes, la Guardia Civil inició un operativo de búsqueda ante la alarmante desaparición de Estela, justo después de que su expareja alertara a los servicios de emergencia. Sin embargo, el relato del hombre fue sospechoso desde el principio. Al parecer, tras informar de la situación, huyó rápidamente, dejando en el aire frases como “no me voy a comer ese marrón”. Aquí es donde la historia da un giro oscuro; la huida del sospechoso, una jugada típica en delitos de violencia de género, nos hace pensar en la naturaleza de estos crímenes. ¿Acaso no estamos cansados de escuchar estas mismas narraciones?

La importancia de VIOGEN

Es crucial mencionar que Estela estaba registrada en el sistema VIOGEN, que tiene como propósito proteger a las víctimas de violencia de género. Lamentablemente, su expareja contaba con una orden de alejamiento, dictada el 30 de abril. La pregunta que sobreviene es: ¿de verdad este sistema está funcionando? Se han implementado políticas y protocolos de seguridad, pero aún vemos que muchas de estas medidas son insuficientes. Aquí entramos en un dilema crucial: ¿es solo una cuestión de leyes y regulaciones, o necesitamos cambiar la mentalidad social hacia la violencia en todas sus formas?

La búsqueda del culpable

La búsqueda del expareja de Estela ha sido un esfuerzo monumental, con la Guardia Civil utilizando drones y coordinándose con cuerpos de seguridad de provincias limítrofes y hasta de Portugal. A medida que las horas se convierten en días, la frustración y la tristeza aumentan. La impotencia que puede generar no solo la pérdida de una vida, sino también la incapacidad para encontrar al responsable de un crimen tan atroz, es abrumadora. ¿Cuántas más historias como esta tendremos que leer para que la sociedad despierte?

La carga emocional de ser madre

Lo más desgarrador de todo este caso es pensar en la hija de Estela, una pequeña que ahora tiene que crecer sin su madre. La pérdida de una figura materna puede tener repercusiones devastadoras en un niño. Personalmente, no puedo evitar recordar ese momento en que me convertí en padre. La premura, las decisiones y los sacrificios que se hacen para proteger a una vida tan vulnerable son enormes. La historia de Estela me hace reflexionar sobre la responsabilidad que todos tenemos en el círculo familiar y social para cortar este ciclo de violencia.

Una mirada critica a la implicación de la sociedad

Claro está, sabemos que la violencia de género no ocurre en un vacío. Es un reflejo de estructuras sociales arraigadas que perpetúan la desigualdad. Las reacciones ante este tipo de crímenes muchas veces son tibias y, lo peor, la revictimizacion de las mujeres. La eliminación de cuatro expertas en un proyecto de igualdad por haber apoyado a Ana Pontón es un claro ejemplo de lo que sucede cuando se levantan voces en favor de un cambio. ¿Estaremos dispuestos a silenciar a todas aquellas que alzan la voz contra la violencia? ¡Espero que no!

La importancia de visibilizar el problema

Cada vez que un crimen de este tipo aparece en los titulares, tenemos la oportunidad de generar conversaciones profundas sobre el machismo, las dinámicas de poder y la necesidad urgente de cambios estructurales. Como sociedad, tenemos que preguntarnos: ¿cuántas veces más gastaremos energías en debates estériles en lugar de enfocarnos en la educación y la prevención?

Reflejo en la cultura y los medios

A menudo me pregunto cuál es el papel de los medios de comunicación en el tratamiento de la violencia de género. Cada vez que un caso mediático como el de Estela surge, es imperativo que los medios no solo cubran el evento, sino que también se conviertan en agentes de cambio. Necesitamos ver historias que desafíen el estatus quo, que brinden visibilidad a las víctimas y que den voz a quienes luchan por un mundo mejor.

La necesidad de un lenguaje responsable

El lenguaje que usamos también juega un papel crucial. Utilizar términos que deshumanicen a las víctimas o desvíen la atención de los culpables perpetúa una narrativa dañina. Es fundamental revisar cómo hablamos sobre estos temas para crear una cultura de respeto y empatía. ¿Estamos listos para alinearnos detrás de un cambio cultural que sea verdaderamente transformador?

La búsqueda de justicia: un camino incierto

Los estudios muestran que la justicia frente a la violencia de género es un camino largo y muchas veces incierto. Las víctimas enfrentan múltiples barreras, desde el miedo a represalias hasta la falta de apoyo emocional y financiero. En este caso, la búsqueda de Estela se complica por el carácter evasivo del sospechoso. Y mientras buscamos justicia para Estela, es esencial recordar que su historia no es única, es parte de un problema mayor.

La comunidad como salvaguarda

En tiempos difíciles, la comunidad puede ser nuestra mejor aliada. Es en estos momentos que forjar lazos solidarios y crear redes de apoyo es vital. Tener un amigo o familiar que esté al tanto de la situación de una víctima, puede marcar la diferencia. La participación de todos en la lucha contra la violencia de género es crucial, no se trata solo de un problema de las mujeres, sino de todos.

El camino por delante: reflexiones y acciones

Al mirar hacia el futuro, tengo que ser optimista. Múltiples organizaciones están luchando para erradicar la violencia de género y hay un creciente reconocimiento del problema en la sociedad. Sin embargo, esto debe ir acompañado por acciones contundentes.

Qué podemos hacer

  1. Educación: La educación es la clave para romper el ciclo de la violencia. Desde la infancia, se deben enseñar valores de respeto y equidad.
  2. Apoyo a las víctimas: Las políticas deben enfocarse en brindar apoyo a las víctimas a través de recursos y centros de atención.

  3. Involucramiento comunitario: Fomentar diálogos locales y talleres donde se aborden temas de violencia de género.

  4. Denuncia y visibilidad: Aumentar la denuncia y dar visibilidad a estos problemas a través de las redes sociales y medios de comunicación, sin caer en la revictimizacion de las personas.

Conclusiones

El caso de Estela B.S. no es solo un crimen más; es un recordatorio de la realidad desgarradora que enfrentan muchas mujeres. Cada historia de violencia de género es un llamado a la acción, un grito desconsolado de ayuda que, si no escuchamos, todos somos responsables.

Si pudiéramos preguntarle a Estela hoy, estoy seguro de que su mensaje sería claro: «Aún hay esperanza para cambiar esto, y comienza con todos nosotros.» ¿Cómo decidimos actuar desde hoy para honrar su memoria y la de tantas otras?