La historia del Valencia CF está llena de emociones, alegrías y, lamentablemente, frustraciones. Como entrenador wannabe y aficionado incondicional de este equipo, he pasado por todas las etapas emocionantes de la vida de un hincha: desde esos domingos donde el equipo parecía imbatible, hasta las noches oscuras en las que la única victoria que celebramos fue la de nuestro lado de la baraja de cartas en la mesa. Pero lo que ha ocurrido recientemente en el Mestalla es más que un mal juego; es un grito desesperado que resuena profundamente en los corazones de miles de valencianistas.

¿Recuerdas la última vez que te sentiste atrapado en una situación sin salida, donde todo parecía ir en tu contra? Esa es exactamente la sensación que muchos aficionados experimentaron esta semana tras la desgarradora derrota contra el colista de LaLiga.

La derrota que estalló la ira de la afición

El pasado lunes, el Valencia CF sufrió una de las derrotas más humillantes de su historia, cayendo ante Las Palmas, un equipo que no había ganado ni un solo partido en la liga. Es como si en una fiesta tú fueras el único que no lleva regalo y todo el mundo se ríe de ti, pero en lugar de reír, los aficionados decidieron levantarse. La mala gestión de Peter Lim, un personaje que ha estado en el ojo del huracán desde que adquirió el club, finalmente desató la ira colectiva de los aficionados.

Imagina ser un aficionado que ha vivido toda su vida apoyando al club, cantando en las gradas y sufriendo los reveses. Esa noche, muchos se reunieron antes del partido en la Avenida de Suecia, convenciéndose de que esta vez “sí”, el equipo podría recuperar el rumbo. Libertad VCF, una plataforma opositora, aprovechó la ocasión para manifestarse. A veces me pregunto si los responsables del club alguna vez se detienen a escuchar a sus aficionados, porque lo que ocurrió después fue un verdadero preludio de lo que podría llamarse el “Día de la ira”.

Las manifestaciones y las tensiones en la grada

Una hora antes del partido, muchos aficionados se unieron a la manifestación que pedía responsabilidad, transparencia y respeto a la historia del club. En la grada, el ambiente estaba tenso, pero había esperanzas; ¡un penalti de Pepelu parecía iluminar el camino! Sin embargo, el destino es caprichoso, y al igual que en un mal guion de comedia, el equipo vio cómo su ventaja se evaporaba en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando el árbitro pitó el final, no era solo un grupo de aficionados desanimados saliendo del estadio. La frustración se convirtió en furia, y los cánticos resonaban con tal fuerza que incluso las paredes de Mestalla temblaron: «A por ellos, oé», «Queremos una bomba en Singapur». Este último me resulta especialmente curioso; ¿realmente pensaron que eso solucionaría la situación? [Les doy un punto por la creatividad, aunque me temo que a los organizadores de la próxima fiesta de aficionados no les hará gracia].

El papel de la policía y la comunidad

Por supuesto, la situación no tardó en complicarse. Cargas policiales, contenedores en llamas y un ambiente que nos recordó a una película de acción; la afición se desplazó rápidamente a la sede social del club. La escena fue digna de cualquier película de Hollywood, llena de acción y adrenalina, pero aquí no había héroes; solo aficionados cansados de los desmanes de una gestión que parece más una serie de televisión de ritmo lento que una solución a sus problemas.

Hoy en día, leemos y escuchamos sobre la falta de transparencia en la gestión de clubes de fútbol. Es un tema recurrente en el mundo del deporte, pero en este caso, parece que el Valencia CF ha llevado el arte de la opacidad a otro nivel. La relación entre la directiva y los hinchas se ha vuelto completamente tóxica.

La situación de Peter Lim

Aunque algunos rumores han sugerido que podría haber una posible venta del club, la realidad es que Peter Lim, ese magnate de Singapur que parece más perdido que un niño en un parque de atracciones, todavía no se decide a actuar. Es un momento crítico: un club histórico se está hundiendo, y el tiempo se agota.

Personalmente, tengo la impresión de que a veces las decisiones de los grandes empresarios parecen carecer del factor humano. Si los directivos de un club de fútbol fueran un grupo, ¡sin duda sería la fiesta a la que nadie quiere asistir, porque todos saben que acabaría en un desastre absoluto!

La búsqueda de un nuevo rumbo: ¿un futuro con esperanza?

Ante esta tempestad, los aficionados están buscando respuestas. ¿Cómo es posible que un club con una historia tan rica, lleno de títulos y momentos memorables, se encuentre en la penosa situación de ser colista? Es ahí donde entra la necesidad de un verdadero cambio.

Algunos de estos aficionados se han organizado en grupos, exigiendo que el club se reinvente desde sus bases. ¿Deberían incluir a los aficionados en las decisiones clave? ¡Definitivamente! ¿Por qué no crear una especie de comité donde los seguidores del Valencia CF puedan tener voz en lo que ocurre con el club? ¡Eso sí que sería un guion digno de un drama!

Una reflexión final: ¿qué significa ser valencianista?

Todo esto me lleva a preguntarme: ¿Qué significa realmente ser un valencianista en estos tiempos? Ser valencianista es reír en las victorias, llorar en las derrotas y, sobre todo, estar ahí en las buenas y en las malas. Es una forma de vida que trasciende la simple afición; una pasión que se vive en cada rincón de la ciudad. Ser parte del Valencia CF es ser parte de una familia.

Entonces, ante este caos reinante, ¿hay lugar para la esperanza? La respuesta es sí. En cada soledad en la grada de Mestalla, en cada cántico al final del partido, hay un grito que resuena: “¡Queremos que vuelva el Valencia CF que amamos!”. La historia está llena de reveses, pero también de momentos gloriosos.

Espero que, al igual que en una buena novela, lo que venga a continuación sea un giro inesperado que nos devuelva la confianza en el club. Y quién sabe, tal vez un nuevo capítulo, donde la afición y la dirección del club se unan para hacer resurgir la llama del valencianismo.

Así que, a mis queridos valencianistas, mantengan la fe y sigan defendiendo los colores. Quizás la tormenta pase, dejando tras de sí un cielo más claro. Y si no, al menos ya tendremos historias épicas para contar a las futuras generaciones, porque ser parte del Valencia CF es, al final del día, ser parte de una gran aventura. ¡Y con risas y buen humor, enfrentaremos cualquier adversidad!