La semana pasada, la Comunitat Valenciana fue asaltada por una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que desató lluvias torrenciales, truenos y hasta algún que otro grito de desesperación. Si te encontrabas en alguna de las oficinas de la política española, el miércoles prometía ser uno de esos días para recordar—o para olvidar, según desde qué perspectiva lo mires.

Un miércoles cualquiera, pero no para el PP

Era un día normal en el Congreso, uno de esos días en los que los políticos se preparan para tirar dardos metafóricos unos a otros. Sin embargo, el ambiente tenía un matiz extraño. Poquísimas veces coincide que un evento climático catastrófico altere la dinámica política de forma tan inmediata. El Partido Popular (PP) llegó a la sesión de control con su escopeta cargada, apuntando directamente hacia el Gobierno. ¿La razón? La crisis generada por la DANA y el caso de Íñigo Errejón.

Preguntas como balas

La primera pregunta de Ester Muñoz fue directamente al grano: «¿Cuánto tiempo van a seguir amparando la corrupción?». En esos momentos, cualquier votante del PP podría haber sentido que esto sonaba más bien como el grito de un niño en un parque que se ha dejado la merienda en casa: ruidoso, pero poco eficaz. Las respuestas que recibieron no fueron las que esperaban, y pronto se dieron cuenta de que estaban nadando contra corriente.

A lo largo de los primeros veinte minutos, el PP se continuó disparando a sí mismo en los pies. La única pregunta que parecía importarles era quién podría salir mejor parado en esta tormenta política, en lugar de centrarse en las necesidades reales de la comunidad afectada por la tragedia. Aquí es donde empieza el primer dilema ético de la jornada: ¿debería la política ceder ante el dolor humano, o debe seguir su curso inalterable, como esa ventanilla de autobús que siempre se cierra justo cuando llegas tarde?

La trampa política

No todos los días una sesión de control se suspende por respeto a las víctimas, pero el PP parecía estar en una especie de trampa en la que se habían metido ellos solos. Alberto Núñez Feijóo decidió reaccionar con furia ante la cancelación, alegando que «hemos paralizado la actividad política en España por menos víctimas que las que se han producido ahora». Pero, ¿es realmente esto un momento para hacer política como de costumbre? Porque, mientras tanto, la cifra de muertes ascendía a cincuenta, y la preocupación de la ciudadanía crecía.

Como dato curioso, me acuerdo de una vez que un amigo intentó explicar la teoría del caos en una cena familiar. Mientras los adultos hablaban de la economía y las buenas maneras, él se puso a decir algo sobre cómo una mariposa en América puede provocar un tornado en Japón. Tal vez tiene más sentido del que parece el hecho de que una acción política en un lado tenga un efecto inmediato en el otro. ¿Estamos hablando de mariposas o de políticos aquí?

La falta de previsión: caos absoluto

Regresando a la DANA, es interesante observar cómo Carlos Mazón, el presidente del PP en la Comunitat Valenciana, sostuvo que lo peor había pasado. La AEMET, que ya había emitido alertas previas, no parece haber hecho mella en su optimismo. Quizás fue ese mismo optimismo lo que le llevó a perder la noción de la realidad mientras la lluvia empezaba a caer. La tarde se convirtió en un caos, y lo que era un mero día en el calendario se tornó en un episodio desgarrador para muchas familias.

Las historias detrás de la tragedia

Hablando de caos, una de las historias que surgieron de la tormenta fue la de un ciudadano que se encontró literalmente sumergido en su propio coche, debatiéndose entre la vida y la muerte mientras el agua le llegaba casi al pecho. «Tuve que abrir la ventanilla para sacar la cabeza, pero estaba tragando fango», contaba, y sí, no hay manera de que eso suene a una experiencia divertida.

Además, mientras la ciudadanía trataba de comunicarse con el 112, el propio Mazón aseguraba que el sistema no estaba colapsado. En un mundo donde te enfrentas a la naturaleza y a la burocracia al mismo tiempo, a veces te detienes y piensas: «¿Dónde fallamos?». En un momento de crisis, ¿acaso no deberíamos reexaminar la capacidad de respuesta del sistema que nos protege?

El papel de los medios en la tormenta

Lo que sigue es un fenómeno recurrente en situaciones así: el papel de los medios de comunicación. Las televisiones y periódicos no tardaron en cubrir una y otra vez la tragedia, convirtiendo las historias personales en dramas dignos de una telenovela. Sin embargo, pensar que los medios están solo allí para informar es un error. Ellos modelan la narrativa y pueden influir en la percepción de las acciones políticas.

Aquí surge una pregunta importante: ¿realmente necesitamos más “noticias” en un momento así o deberíamos centrarnos más en la empatía y en la acción solidaria? Como dice el dicho, “antes de repartir leña, haz la asamblea”. Quizás esta sea la lección que debamos sacar del evento.

Nuevas reformas y viejas controversias

Al final, el pleno se reanudó para discutir un decreto sobre la renovación del Consejo de RTVE. Un momento tenso en el que se deberá balancear la urgencia de la formación de un consejo que funcione y las normas del respeto por las víctimas de la tragedia. María Jesús Montero y su respuesta a Cuca Gamarra fue clara: en estos momentos se necesita unidad, no un espectáculo político en un escenario tan sombrío.

La comedia de los errores

Entre tanto vaivén de palabras y gestos, el PP pareció humorísticamente negativo, a la par que irónico. A veces me pregunto cómo un partido con tanta historia puede parecerse a un comediante que ha olvidado su mejor chiste. Pero en este caso, el chiste se transforma en una tragicomedia. Imaginen que los políticos, en vez de gritarse los unos a los otros, de repente se pusieran de acuerdo para ayudar a la gente: prácticamente una película de ciencia ficción, right?

Un luto entre las rejas del Congreso

Al final del día, nos quedó grabada la imagen de un Congreso vacío en medio del dolor. El digno minuto de silencio por las víctimas de la DANA parecía más una escenificación que un verdadero homenaje. ¿No hay una desconexión alarmante entre la política y el sentir de la ciudadanía?

Mirando hacia el futuro

Mientras observamos cómo se desarrollan los acontecimientos, surge la pregunta: ¿se tomarán medidas efectivas para prevenir desastres futuros? Porque si bien la naturaleza no siempre puede preverse, la respuesta a una emergencia debe ser lo más organizada posible. En otras palabras, seguiremos vigilando y esperando que nuestros gobernantes hagan de la prevención y la preparación prioridades.

La política tiene la increíble capacidad de transformarse en un verdadero teatro, donde a menudo los sentimientos humanos se convierten en meros decorados. Pero aquí estamos, un grupo de personas que, si bien tienen diferencias profundas, deben recordar que al final del día, todos somos parte de la misma comunidad. La tragedia nos aflige a todos, no importa del lado del hemiciclo en el que estemos.

Reflexionando sobre lo humano tras la política

Y así, a medida que nos adentramos más en lo que fue un día caótico y traumático para muchos, surge la necesidad de reflexionar. Tal vez deberíamos aprender a ser menos como políticos y más como seres humanos que buscan la solidaridad en momentos oscuros.

Como se suele decir, “necesitamos más empatía y menos política”. Quizás, solo quizás, esto podría ser el primer paso hacia un verdadero cambio, hacia una política a la altura de las circunstancias, donde el diálogo y la comprensión mutua sean la norma y no la excepción. ¿No crees que es hora de un nuevo enfoque?

En fin, cada tormenta nos ofrece una lección, si estamos dispuestos a escuchar. Y, al final del día, lo que verdaderamente importa es que nunca dejemos de buscar el camino hacia la empatía y el entendimiento. Solo así, talvez, podamos salir adelante como comunidad.