El clima ha sido, sin duda, un tema candente de conversación en las últimas semanas. Con el caos provocado por la tormenta Bert, las imágenes de inundaciones y vientos huracanados han inundado noticieros y redes sociales. La historia de esta borrasca, que ha causado estragos en las Islas Británicas, nos hace reflexionar no solo sobre el poder descontrolado de la naturaleza, sino también sobre cómo afecta a nuestra vida cotidiana. ¿Estamos realmente preparados para enfrentar fenómenos meteorológicos cada vez más extremos?

¿Qué es la ciclogénesis explosiva?

Antes de sumergirnos en los efectos devastadores de Bert, es fundamental entender el fenómeno que la originó: la ciclogénesis explosiva. Este término puede sonar como algo salido de una película de ciencia ficción, pero en realidad se refiere a un proceso meteorológico en el que la presión atmosférica en un área decrece drásticamente, causando que el aire circundante sea absorbido, lo que a su vez provoca un aumento de vientos y precipitaciones.

Recuerdo haber escuchado por primera vez sobre este término en una clase de ciencias naturales en la escuela. Mi profesor, con su estilo característico de convertir cualquier lección en un show de comedia, comentó: “Imaginad que alguien deja caer una bomba de aire en una fiesta. Todo el mundo empieza a gritar y a moverse, ¿verdad? Eso, amigos, es la ciclogénesis explosiva”. No estaba tan lejos de la realidad, a decir verdad.

La llegada de Bert: un fin de semana intenso

El fin de semana del 25 de noviembre de 2024, las Islas Británicas recibieron a la tormenta Bert con los brazos abiertos… ¿o quizás cerrados? Esta marca registrada de bombogénesis se formó en aguas del Atlántico y, como un huésped inesperado, hizo su entrada triunfal dejando a su paso una serie de efectos devastadores.

Eluned Morgan, la Primera Ministra del Gobierno de Gales, no se mordió la lengua al describir la tormenta como “absolutamente devastadora”. Este tipo de declaraciones resuena con muchos de nosotros que hemos experimentado el impacto de desastres naturales. En mi caso personal, recuerdo un verano en el que un huracán tomó por sorpresa a mi ciudad costera. La sensación de impotencia mientras las olas golpeaban la costa y la lluvia azotaba las ventanas es difícil de olvidar.

Vientos huracanados y el caos logístico

Uno de los aspectos más alarmantes de la tormenta Bert fueron los vientos intensos que arrasaron con todo. Se reportaron rachas de hasta 163 km/h en el Parque Nacional Picos de Europa, donde incluso hubo estaciones que superaron los 200 km/h. Ahora, para poner esto en perspectiva, imagina estar en un coche en movimiento a 120 km/h y de repente ser empujado por un viento que supera eso. No, gracias.

Los informes indicaron que estos vientos no solo dificultaron las labores de limpieza, sino que también derribaron estructuras. Así que, si alguna vez pensaste que tu sombrero volador era un problema, diría que los ciudadanos de Gales enfrentan una verdadera crisis de “sombreros voladores”.

Avisos de inundación: otro día en la oficina

Hablando de crisis, el Reino Unido recibió más de 150 avisos por posibles inundaciones, uno de los cuales se clasifica como grave. Aquí en España, a menudo escuchamos sobre avenidas de agua que se desbordan en verano, pero es aún más impactante visualizar cómo afecta a las comunidades en tiempo real: calles cubiertas de agua, vehículos atrapados… ¿Quién no ha hecho su mejor intento de “navegación” por calles inundadas en una de esas épicas aventuras de la vida cotidiana?

Los servicios de emergencia han estado en alerta máxima, y aunque los esfuerzos de rescate son loable, uno solo puede preguntarse: ¿cuántas tormentas más vamos a tener que experimentar antes de que todos tomemos en serio la preparación para situaciones climáticas extremas?

Cambios climáticos y la montaña rusa térmica

Los meteorólogos ya han empezado a ver un cambio en la tendencia del tiempo, lo que promete ser una “montaña rusa térmica”. Y aquí está el asunto: no se trata solo de Bert. Este patrón de inestabilidad climática podría convertirse en la nueva norma.

A medida que las grandes corrientes oceánicas cambian, y el chorro polar comienza a dibujar la letra omega sobre Europa, nos encontramos ante una perspectiva de inestabilidad que podría prolongarse durante semanas. ¿Estamos diciendo adiós a las previsibles estaciones? ¿La vida de acuerdo a los signos? Tal vez se ha vuelto más complicada.

Recuerdo una vez que, con la valentía de un niño en un parque de diversiones, decidí subir a la montaña rusa más alta del parque local. Al principio todo fue diversión y risas, pero a medida que la carrera se tornaba más y más loca, comencé a cuestionar mis elecciones de vida. ¿No es un poco lo que estamos viviendo con el clima?

Reflexiones finales

La tormenta Bert nos ha dejado con más preguntas que respuestas. Si bien los avisos han pasado del naranja al amarillo, y aunque parece que la violencia del clima cederá por un tiempo, la conversación sobre el cambio climático necesita una voz más fuerte.

En cada uno de nosotros hay un potencial para actuar, seamos conscientes de nuestras elecciones financieras, nuestras acciones diarias y la importancia de la educación climática, no solo para nosotros, sino también para las futuras generaciones. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a modificar nuestro estilo de vida para adaptarnos a una nueva realidad climática?

Si pasamos por alto situaciones como la que presentó Bert, podríamos encontrar que la próxima tormenta no será solo un recuerdo para recordar, sino una realidad devastadora que experimentar. Mantengamos nuestro sentido del humor mientras compartimos anécdotas sobre cómo navegamos estas tormentas, pero sería aún mejor si encontramos la manera de prevenir que lleguen en primer lugar.

La naturaleza es, a la vez, un recordatorio y una lección. Aprendamos a respetarla, a escucharla, y sobre todo, a prepararnos. La próxima vez que escuchemos sobre una “ciclogénesis explosiva” o una tormenta desafiante, espero que tengamos ya un plan en marcha, menos risas y más acción. ¿Es mucho pedir?