En el corazón de Manhattan, donde las luces de neón se mezclan con los ecos de la historia, un grupo peculiar y controvertido llamado los Sullivanians floreció entre los años cincuenta y los noventa. Este grupo, liderado por el carismático Saul Newton, no es solo una nota de pie de página en los anales de la sociedad estadounidense, sino un fascinante estudio de las dinámicas humanas, la psicología y el poder que ciertas personas pueden ejercer sobre otras. Así que, si tienes un par de horas, acomódate en tu sofá, pon el café a calentar y acompáñame en este viaje intrigante.

¿Quiénes eran los Sullivanians?

Antes de entrar en detalles picantes, es bueno poner las cartas sobre la mesa. Este movimiento no se desarrolló en un desierto polvoriento de Oregón, como podría sugerir la imagen romántica de una comunidad utópica. No hubo gurús con túnicas que traían mensajes celestiales. En cambio, los Sullivanians hicieron de una serie de calles en el Upper West Side de Nueva York su hogar. ¡Imagina a una secta perfectamente organizada tomando brunch en un café de la ciudad!

El origen de la secta

La historia comienza con Saul Newton, un individuo de múltiples facetas. Nacido en 1906 y fallecido en 1991, fue un hombre educado en las mejores tradiciones antifascistas de Chicago y, además, brigadista en la Guerra Civil Española. Quizás su experiencia en conflictos ideológicos le otorgó una perspectiva única sobre la naturaleza humana. A finales de los años cincuenta, luego de sus fracasos matrimoniales y la búsqueda de un sentido de pertenencia, crea este grupo en un intento de ayudar a los demás a liberarse de las ataduras de la sociedad tradicional.

No estoy diciendo que se haya convertido en un gurú al estilo de David Koresh o Jim Jones; pero ¡vaya que se las ingenió para atraer a personas a su círculo! La premisa era bastante sencilla: encontrar la verdad a través de la conexión emocional y el autocuidado. ¿Suena bien, no? Pero, como todo lo que brilla, a menudo… ¡hay un truco por allí!

¿Cómo funcionaba el grupo?

La estructura del grupo era bastante rígida, con claras divisiones de sexo y un énfasis considerable en las relaciones personales y la terapia de grupo como instrumentos de autodescubrimiento. En sus reuniones, se hablaba abiertamente sobre la intimidad emocional y los problemas personales, lo cual, en teoría, suena a una muy bien intencionada terapia grupal. Sin embargo, en la práctica, se convirtió en un caldo de cultivo para manipulaciones.

Imagínate una sala repleta de individuos compartiendo secretos ocultos de su alma, mientras un Saul Newton, con su voz suave y persuasiva, los guía hacia la autolibertad. Era casi como en una película de Woody Allen, pero con menos risas y más tensión.

Isolation is the key

Una de las políticas más controvertidas fue la separación de sus miembros de la sociedad externa. Los Sullivanians animaban a sus discípulos a distanciarse de familiares y amigos ajenos al movimiento. Algo que, visto desde lo lejos, genera una alerta de «¡esto no huele bien!» en tu espíritu. Hay un viejo adagio que dice que si alguien te aleja de tus seres queridos, probablemente no tenga buenas intenciones. Al principio, la comunidad puede parecer un refugio, pero a medida que pasa el tiempo, esa distancia se convierte en un control cada vez más opresivo.

Aquí es donde entra la trama: la comunidad de los Sullivanians estaba tan integrada que se cuidaban entre sí, haciendo que los miembros se sintieran cómodos, pero siempre bajo la mirada atenta de Saul. ¡El amor está en el aire! Pero también hay un olor raro de dependencia emocional, que a veces se confunde con el aroma fresco de panes recién horneados.

La vida cotidiana en Manhattan

¿Qué podríamos esperar si nos tropezáramos con un Sullivani en la calle? Puede que estuvieran vestidos con ropas cómodas —nada de trajes de tres mil dólares—, pero sus conversaciones giraban en torno a la psicología y el crecimiento personal. Imagínate a tu vecino hablando de sus traumas infantiles en lugar de comentar sobre el último episodio de esa serie de Netflix que tanto esperabas. Es un cambio de ritmo, sin duda.

Formas de vida alternativas

Los Sullivanians promovían una vida alternativa, lo que incluía desde filosofías de crianza hasta prácticas de meditación grupal. También fomentaban un estilo de vida muy comunal, donde compartir todo, desde comidas hasta secretos, era parte del juego. Pero, ¿qué pasaba cuando se cruzaban las líneas de la intimidad? Había quienes se sentían libres y otros que se extinguían lentamente en la sombra del grupo.

Historias dentro del grupo

Ten en cuenta que, aunque algunos de los miembros encontraron en esta comunidad apoyo y amistad, no todos estaban ahí por la misma razón. En ocasiones, uno se puede encontrar con personajes entrañables que aportan un matiz de humor a la situación. Recuerdo mi primer encuentro con un* Sullivani* que trataba de explicarle a un amigo común que «los problemas de la existencia son solo un pretexto para conectar más profundamente». Mi amigo respondió: «Entonces, ¿debo empezar a fallar en todo para sentirme más conectado contigo?», y el Sullivani se quedó perplejo. ¡La vida es más divertida cuando tenemos estas anécdotas!

Controversias y críticas

Como todo lo que brilla, las cosas no fueron tan idílicas. A medida que el movimiento se expandía, comenzaron a surgir críticas. Las acusaciones de manipulación emocional y control abusivo empezaron a tomar fuerza, y muchos exmiembros denunciaron haber tenido experiencias traumáticas. De hecho, había una línea delgada entre la vida del grupo y un entorno de alta presión, donde el miedo al aislamiento podía ser abrumador.

Es como si en cada encuentro de «terapia» hubiera un increíble juego de ajedrez emocional. «Si no le dices a Saul qué piensas, entonces estarás fuera de la comunidad. Pero si lo haces, ¿te estás arriesgando a ofenderlo?» Un verdadero dilema moral podría surgir en esas situaciones.

La salida del grupo

Salir del grupo era más complicado que literalmente despegarse de una chaqueta ajustada. Muchos se encontraban atrapados en un mar de confusión, dudas y miedo. Hacer las maletas para salir no solo significaba dejar espacio físico, sino también un mundo emocional completo. A menudo, regresaban a viejas amistades pero con el peso de la culpa como una pesada carga.

Uno de los exmiembros, en una conmovedora y honesta charla en un podcast, describió el proceso de reintegrarse en la sociedad común como «saber que tiraste tu diploma a la basura en un momento de la vida y ahora necesitas volver a la universidad, pero ni siquiera sabes si has aprendido algo».

Reflexiones sobre el fenómeno

Así que, ¿qué podemos aprender de los Sullivanians? Como un amasijo de errores y lecciones, su historia nos invita a mirar más allá del brillo de la comunidad y analizar la complejidad de relaciones humanas. Recuerda que la conexión es fundamental, pero la dependencia puede ser un monstruo aterrador bajo la cama.

Pregúntate: ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar en nombre del amor y la comunidad? Y, sobre todo, en un mundo donde el individualismo parece ser el norte, es bueno reconsiderar el equilibrio entre la comunidad y la autonomía personal.

A medida que el tiempo avanza y los recuerdos de los Sullivanians se desvanecen, su historia nos recuerda que la búsqueda de la verdad y la conexión son universales, pero debemos tener cuidado en cómo nos acercamos a estas potentes emociones humanas.

Conclusión: Historias que perduran

La historia de los Sullivanians no solo es un relato de un grupo separatista; es un espejo en el que podemos ver nuestras propias luchas y la eterna búsqueda de pertenencia. Si bien sus lecciones pueden resultar agridulces, son esenciales para entender la naturaleza humana con su luz y sus sombras.

Así que la próxima vez que estés en un café neoyorquino, rodeado de una comunidad vibrante y llena de vida, echa un vistazo alrededor. ¿Es un lugar de conexión o simplemente un remanso para la soledad disfrazada? La respuesta puede estar más cerca de lo que piensas, y tal vez, solo tal vez, el humor y la empatía se encuentren en un sorbo de café compartido. ¡Y ah, cómo disfruto de una buena taza de café!

Si has llegado hasta aquí, gracias por acompañarme en este viaje a través de las tales y realidades de una vida vivida con intensidad, unión, aislamiento y, sobre todo, la búsqueda de la conexión humana. ¡Salud!