Cuando pensamos en fenómenos meteorológicos extremos, como la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), lo primero que nos viene a la mente es la preocupación. Viene a nuestra mente la imagen de comunidades enteras lidiando con inundaciones, calles anegadas y la desesperante sensación de que, a veces, los sistemas de alerta pueden no funcionar como deberían. Todos hemos pasado por momentos en los que la lluvia ha decidido tener una fiesta sin nuestra invitación, ¿verdad? Pero el reciente episodio de la DANA en Valencia ha dejado muchas preguntas en el aire, especialmente en lo que se refiere a la reacción del Gobierno y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ).
El dilema de la alerta tardía
El 29 de octubre, el Gobierno de Pedro Sánchez comunicó que la CHJ había enviado un total de 198 correos electrónicos advirtiendo sobre las crecidas de barrancos y cauces debido a la DANA. Una cantidad nada despreciable, ¿no? Pero, ¿por qué esos correos no se tradujeron en una alerta inmediata para la población? Quién no ha estado en una reunión donde la información se queda en la mesa, sin llegar jamás a los que deben actuar. En este caso, el gobierno sostiene que los correos frustaron la rápida respuesta de la Generalitat y, por el contrario, el PP de Carlos Mazón insiste en que no tenían conocimiento de la gravedad de la situación en ese momento. ¿No suena a un juego de pasa la bomba?
Para entender el impacto de esta situación, vamos a considerar una anécdota personal: recuerdo una vez que, al salir de una reunión crucial, alguien me dijo que habían discutido sobre un informe crítico que nadie había leído. La sensación de impotencia cuando descubres que la información relevante estuvo ahí, pero no llegó a quien debía. Estuve buscando la salida del laberinto burocrático y, en este caso, los ciudadanos de Valencia también se encuentran en un lío similar.
La cronología de la confusión
A medida que la tormenta se desataba y las lluvias comenzaban a acumularse, varios correos fueron enviados en momentos clave. Si bien el presidente de la CHJ, Miguel Polo, se dedicó a contactar a los alcaldes afectados, la alerta al móvil de la población no llegó hasta las 20:11 horas, cuando las comunidades ya estaban bajo agua.
¿Es posible que haya un almuerzo en un lugar acogedor, con platos tradicionales, que pueda ser más importante que la seguridad de los ciudadanos? Es curioso cómo a veces nuestras prioridades parecen estar en un orden tan equivocado. Según las fuentes del gobierno, esta comunicación tardía fue un verdadero “corta-pegas” en la historia de la emergencia. Mientras el presidente de la Generalitat disfrutaba de una sobremesa con la periodista Maribel Vilaplana, los correos y alertas volaban de un lado a otro, pero nadie parecía dedicarse realmente a la tarea de salvar a la población.
La crónica de un desastre anunciado
He aquí las comunicaciones más críticas que se realizaron el 29 de octubre. Si nunca te has preguntado cómo se siente el agua subiendo, imagina la tensión crescendo mientras lees esto:
- 12:09 horas: Comunicación sobre un caudal en el barranco del Poyo de 264 m³/s.
- 12:20 horas: Se activa la alerta hidrológica en las autoridades de protección civil.
- 13:20 horas: Reiteración sobre el caudal, ahora 120 m³/s.
- 14:35 horas: Disminución a 55,86 m³/s. ¿Un rayo de esperanza?
- 15:50 horas: Caudal de 28,70 m³/s. La tranquilidad regresa… hasta el siguiente email.
- 17:00 horas: Reunión del CECOPI y aviso de incremento en los caudales. Y finalmente…
- 18:43 horas: Comprobando el caudal que asciende a 1.686 m³/s. Cuando las alarmas deberían sonar, pero aún estaban desconectadas.
La ostentación del último mensaje ocurrió con la destrucción de una estación de aforos del Poyo, alcanzando un caudal de 2.282 m³/s. Aquí es donde la naturaleza grita: «Oye, ¿se dan cuenta de lo que está pasando aquí?»
Reflejos en el agua y en la política
La situación llegó a ser casi surrealista, pura comedia trágica, donde la lluvia rivalizaba con las críticas políticas. El gobierno argumenta que había suficiente información para que la Generalitat enviara la alerta a tiempo, mientras que el PP de Mazón arremetía alegando falta de comunicación. El tira y afloja de responsabilidades parece convertirse en un patio de juegos, y la gente preguntándose, «¿Quién se lleva el pelotón de policía esta vez?”
El poder de la comunicación en emergencias
A veces olvidamos que la comunicación es clave durante situaciones de emergencia. Si bien están los correos, las reuniones y las comunicaciones verbales, ¿por qué no hay un sistema de alerta más efectivo que permita llegar a la población antes de que el agua llegue hasta las rodillas? En tiempos donde todos estamos pegados a nuestros celulares, ¿por qué no se utiliza esa tecnología para avisar a la gente incluso antes de que la tormenta llegue a su punto crítico?
¿Acaso la tecnología debe ser protagonista solo en redes sociales y no en la vida real? Imagínate a los alcaldes tautados a sus dispositivos, pendiente de alertas constantes, esa es una imagen que quisiéramos ver.
La lección a aprender
A partir de esta experiencia, surge una pregunta vital: ¿Cómo podemos mejorar la gestión de emergencias para evitar desastres futuros? Con tanta información al alcance, el uso de estas herramientas se torna esencial. Idoneidad, eficacia y velocidad son las claves que deben estar en el corazón de cualquier equipo de gestión de crisis.
Además, sería deseable que todos los actores involucrados, tanto políticos como técnicos, trabajaran de la mano. Un cuerpo unido que no solo se preocupe por ser el “protagonista” de un desastre, sino verdaderamente por el bienestar de la población que representan.
Conclusión: Un final agridulce
El episodio de la DANA en Valencia no solo fue una serie de correos y reuniones; fue una oportunidad perdida para demostrar que, ante una situación clara, la sociedad y sus líderes pueden actuar juntos. La próxima vez que la naturaleza decida hacer de las suyas, esperemos que exista un protocolo que no solo implique enviar correos, sino que se tome acción frente al riesgo que se cierne sobre nosotros.
Al final del día, los días grises y las tormentas vendrán, pero con una respuesta adecuada y colaboración efectiva, la próxima vez, ¡quizás podamos salir a jugar bajo la lluvia, en lugar de correr a refugiarnos! ¿No sería maravilloso?