¿Te has puesto a pensar alguna vez en cómo es que seres tan diversos como aves, mamíferos y reptiles pueden llegar a tener estructuras cerebrales que, a pesar de sus diferencias evolutivas, cumplen funciones similares? ¡Yo también estaba en la misma sintonía! Así que, si alguna vez te has emocionado al ver a un loro resolver un rompecabezas o a un perro aprender un truco, prepárate, porque lo que vamos a explorar hoy te dejará boquiabierto. Vamos a desentrañar el fascinante mundo de la convergencia evolutiva en el cerebro y descubrir cómo tercerizos del reino animal han encontrado caminos distintos para llegar a un destino cognitivo similar.

Un poco de historia y contexto

Hasta hace no mucho, los científicos tenían una visión un tanto antropocéntrica de la evolución. Si bien esto suena como un término un poco científico y serio, en realidad, es la tendencia de pensar que los seres humanos son el pináculo de la evolución. Esta forma de pensar nos llevó a considerar a los mamíferos como los más avanzados, mientras mirábamos con un poco de desprecio a reptiles y aves, que a menudo eran considerados como menos “inteligentes”.

Pero, como dice un amigo mío, “la ignorancia es atrevida”, y la ciencia ha demostrado que el mundo es mucho más complejo e interconectado de lo que pensamos. Las investigaciones recientes han revelado que, en lugar de estar separados por un abismo evolutivo, muchas especies comparten similitudes sorprendentes en sus estructuras cerebrales. Aunque las aves no tienen la corteza que tradicionalmente se asocia con la inteligencia en los mamíferos, eso no significa que no sean inteligentes.

La sorpresa del descubrimiento

Recientemente, un grupo de investigadores liderados por Fernando García Moreno del Achucarro Basque Center for Neuroscience, realizó un estudio que pone en tela de juicio muchas creencias arraigadas. Al comparar neuronas y circuitos neuronales entre pollos, ratones y gecos, encontraron que, a pesar de sus diferencias, ciertos circuitos cerebrales funcionaban de manera similar. En otras palabras, ¡los circuitos neuronales son como el diseño de un buen coche! Puedes tener un modelo completamente diferente, pero ambos pueden llevarte a la misma velocidad.

García Moreno explicó que los mamíferos tienen un palio (la capa del cerebro que se encarga de funciones superiores) más prominente que el de los reptiles o aves. Sin embargo, la funcionalidad de las neuronas, tanto excitatorias como inhibitorias, se ha desarrollado de formas que, aunque diferentes, cumplen funciones equivalentes en todos estos animales.

La dualidad de las neuronas

Ahora, evidentemente, cuando hablo de neuronas excitatorias e inhibitorias, es posible que algunos se estén imaginando a dos equipos rivales de fútbol medieval. ¡Imagina la escena! Las neuronas excitatorias son los que quieren correr, saltar y hacer mucho ruido, mientras que las inhibitorias son los que gritan “¡Quietos!”—quizás no son tan divertidos, pero son igualmente necesarios. Resulta que la investigación encontró que las neuronas inhibidoras son bastante conservadoras entre las especies, mientras que las excitatorias han ido cambiando y diversificándose.

Esto lleva a una pregunta interesante: ¿Podría ser que la manera en la que diferente grupos animales procesan información se deba a la evolución de estas neuronas? La neurocientífica Mónica Muñoz subrayó que la diferencia en la evolución de las neuronas excitatorias e inhibitorias podría ser crítica para comprender las capacidades cognitivas de los seres humanos, y por extrapolación, cómo se estructuran y funcionan los cerebros de otras especies.

¿Qué significa esto para nuestra comprensión de la inteligencia?

De acuerdo a los investigadores, la convergencia evolutiva que se observa entre aves y mamíferos refiere a que, aunque tienen un ancestro común lejano, han encontrado estrategias diferentes para construir circuitos neuronales que cumplen funciones complejas. Esto no es solo un argumento académico; también podría tener implicaciones para comprender cómo se desarrolló la inteligencia en diversas especies.

Imagina que te gusta hacer pan y has hecho recetas desde el pan de molde hasta el pan de pita. Aunque emplees diferentes ingredientes y técnicas, al final, puedes terminar con un gran pan, aunque la experiencia variará. Así es como las aves y los mamíferos parecen haber encontrado caminos únicos para ese “pan intelectual” en sus cerebros.

Las aves también tienen algo que decir

Hablemos un poco del reino aviar. Muchos nos acordamos de las escenas graciosas en películas donde las aves son mostradas como criaturas poco inteligentes. Sin embargo, resulta que aves como las cornejas y los loros son increíblemente hábiles en resolver problemas y usar herramientas. Cuando se les compara con mamíferos, es fascinante notar que, a pesar de no tener una corteza similar, han desarrollado circuitos funcionalmente similares en sus cerebros aunque por rutas evolutivas completamente diferentes.

Además, un reciente artículo de Maria Antonietta Tosches y su colega Giacomo Gattoni en Science argumenta que la similitud de los circuitos neuronales observados en aves y mamíferos es más resultado de esta convergencia evolutiva que de la herencia de un ancestro común. Así, ellos sugieren que el desarrollo evolutivo no es un simple árbol, sino más bien un vasto sistema de rutas interconectadas.

Implicaciones más allá del laboratorio

¿Qué significa esto para nosotros, los mortales digestores de café? Bueno, en primer lugar, es emocionante ver cómo la ciencia avanza. Pero también hace que reflexionemos sobre nuestra propia inteligencia y cómo puede que esta no sea exclusivamente humana. Quizás es hora de dejar de sobrerrepresentar una “superioridad” humana y empezar a ver cuán interconectadas estamos todas las criaturas. La diversidad en el diseño cerebral podría reflejar la diversidad de la vida misma.

Pero también invita a preguntas éticas sobre cómo tratamos a otros seres vivos. A medida que aprendemos más sobre la capacidad cognitiva de otras especies, es posible que necesitemos replantear nuestras interacciones con ellas—es decir, ir más allá de nuestra percepción de que somos “los verdaderos reyes de la selva”. Al fin y al cabo, si el cerebro de un loro puede ser igual de intrigante como el nuestro—aunque sea diferente—¡tal vez debamos ser más amables con esos compañeros emplumados!

La conexión con el pulpo

No se puede hablar de inteligencia sin mencionar a un verdadero artista: el pulpo. Este invertebrado ha demostrado ser un maestro en resolver rompecabezas y escapar de situaciones difíciles. Su cerebro es tan diferente al nuestro que no podemos evitar preguntarnos: ¿Puede ser que la inteligencia no se limite solo a un tipo de cerebro?

El caso del pulpo se convierte en un recordatorio de que la naturaleza no sigue reglas estrictas, y su capacidad cognitiva desafía categorizaciones simplistas. Sin embargo, igual a las aves y los mamíferos, han desarrollado habilidades complejas que permiten adaptarse a su medio. Así que, la próxima vez que te encuentres con un pulpo en un documental o en una acuario, pídele a un amigo que no lo subestime. ¡Hay más ahí de lo que nuestros cerebros enraizados podrían pensar!

Conclusiones: Reflexiones finales

Así que, la próxima vez que veas a una paloma picoteando en el parque o a un perro mirando con sus ojos suplicantes, recuerda que sus cerebros, aunque diferentes, también han recorrido su propio camino para llegar aquí. Las recientes investigaciones sobre la neurogénesis y la convergencia evolutiva abren nuevas puertas a preguntas sobre la naturaleza de la inteligencia y la capacidad cognitiva, ofreciendo alguna claridad sobre la interconexión del reino animal.

Y ahora que hemos llegado al final de nuestro recorrido, me gustaría preguntarte: ¿qué te parece? ¿Crees que deberíamos dejar de ver a los humanos como los «inteligentes» y empezar a reconocer la inteligencia que nos rodea? Como diría mi mamá, “tenemos mucho que aprender de los demás”, así que tal vez deberíamos ir a un parque, observar a esos animales y reflexionar sobre lo que la naturaleza tiene para ofrecer.

Tal vez el verdadero logro de la evolución no se mide solo en quién tiene el cerebro más grande, sino en la variedad de formas en las que la vida ha encontrado maneras de adaptarse, sobrevivir y prosperar—y, tal vez, junto a ella, nosotros también.