El cine de terror siempre ha sido un lugar propicio para explorar lo inesperado, lo oculto y, a menudo, nuestro propio ser. Y si hay algo que destaca en esta nueva propuesta del director Pedro Martín-Calero, es que, en su obra El llanto, no solo se enfrenta a los miedos visibles, sino que también nos invita a profundizar en las profundidades de nuestra psique.
El tiempo, esa metáfora traviesa
¿Alguna vez te has detenido a pensar en cómo percibimos el tiempo? Como sociedad, hemos moldeado esta experiencia física en una línea recta que avanza hacia adelante, en ese plano de dos dimensiones que todos conocemos. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que esa concepción puede ser una simple metáfora que nos ha atrapado? Si bien pensar en el tiempo como una línea recta puede parecer útil, también se ha vuelto limitante. En este sentido, es como un cable que parece flexible, pero que se convierte en un hilo rígido en nuestras mentes, negándonos la oportunidad de explorar otras dimensiones del ser.
En El llanto, esta misma idea sobre el tiempo se pone a prueba. La película no solo juega con la cronología, sino que también se permite experimentar con la esencia del horror, haciendo referencia a diversas realidades que nos afectan diariamente. Así como los personajes de la película navegan en el mar del tiempo y la memoria, nosotros también tenemos que enfrentar nuestros propios miedos. Esto me recuerda a una vez que perdí la noción del tiempo viendo maratones de películas de terror en una noche de insomnio. Recuerdo girar en la cama pensando en si esas historias eran solo ficción o si, de alguna manera, reflejaban la angustia de mi vida diaria. ¡Y ahí estaba, atrapado en una buena metáfora!
¿De qué trata realmente «El llanto»?
Para aquellos que aún no han tenido la oportunidad de ver El llanto, vamos a hacer una pequeña sinopsis. La película cuenta la historia de un grupo de mujeres lideradas por Ester Expósito, enfrentándose a una especie de mal que se manifiesta a través de un llanto aterrador. Aunque a simple vista pueda parecer un simple relato de terror, la realidad es que Martín-Calero utiliza este escenario de horror para hablar de la violencia de género y la opresión, creando una alegoría poderosa que resuena con muchas. Esta es la parte más impresionante: desde el primer momento, la historia no se escapa de medio de lo que verdaderamente significa para cada una de estas mujeres. ¿No es fascinante cómo el horror puede transformarse en un vehículo para contar historias profundamente humanas?
La influencia del cine de terror contemporáneo
Si mencionamos a Pedro Martín-Calero, no podemos evitar comparar su estilo con el de otros grandes del terror contemporáneo. Obras como Babadook (2014), Hereditary (2018) y Midsommar (2019) han abierto la puerta a un nuevo entendimiento de cómo se puede abordar el género. Estos directores han demostrado que el terror no solo tiene que ver con los sustos y las sombras, sino que puede servir para explorar el dolor, la pérdida y las complejidades del ser humano.
En El llanto, se perciben ecos de esta herencia, pero con un matiz que resulta fresco y revelador. El director juega habilidosamente con el espacio y el tiempo, sugiriendo lo que está oculto más que mostrándolo explícitamente. Aunque es una técnica arriesgada, su ejecución revela a un director que está en control de su narrativa y que no teme adentrarse en lo incómodo.
La complejidad de la metáfora
Una de las cosas que más resuena en El llanto es la manera en que la metáfora está en el corazón de su narrativa. Cada llanto es, simbólicamente, un eco de las experiencias de las mujeres que padecen la violencia y la injusticia social. Aquí es donde entra esa famosa frase: «Las metáforas las carga el diablo.» No podemos ignorar que hay un delicado equilibrio entre el uso efectivo de la metáfora y el exceso. A veces, la película nos recuerda demasiado que estamos viendo una metáfora, como si el director temiera que no nos diéramos cuenta. ¡Es como cuando tu amigo te cuenta un chiste y, al final, lo explica para asegurarse de que entendiste cada referencia! Aunque las intenciones sean buenas, es preferible dejar que el público saque sus propias conclusiones.
Algunos críticos han señalado que la película se aferra demasiado a la idea de ser «más que una simple película de terror», y aquí es donde me gustaría ofrecerles un guiño. ¿No ocurre a menudo que los artistas sienten la necesidad de demostrar su valía? En mi experiencia, me he encontrado con situaciones en las que siento que debo validar mis pensamientos o mis emociones a través de elaboradas explicaciones. Pero, al mismo tiempo, también sabemos que el arte, al igual que la vida, a veces deja su huella más profunda en lo que no se dice.
Un director en auge
Pedro Martín-Calero deslumbró con su primer largometraje, y a juzgar por la recepción de El llanto, es un director que mantiene mucho que ofrecer. Su habilidad para evocar emociones y crear atmósferas intensas es notable. Si bien aún hay espacio para algunas críticas constructivas en términos de desarrollo del guion, el hecho de que una película de terror haya encontrado su lugar en el prestigioso Festival de San Sebastián es un testimonio de su ambición y su deseo de hacer una contribución significativa al cine. ¿Quién no quiere a un nuevo talento que se atreve a desafiar las normas?
Por cierto, una vez asistí a un festival de cine en una pequeña ciudad. Allí, algunas de las proyecciones fueron realmente experimentales, pero lo que más me impactó fue cómo el público reaccionó. Sentados en la oscuridad, algunos reían nerviosamente, otros se encogieron de miedo y otros simplemente se perdieron entre las diversas interpretaciones. La experiencia colectiva es lo que realmente une al cine.
Conclusiones y reflexiones finales
Tras ver El llanto, no puedo evitar reflexionar sobre cómo el cine de terror se convierte en un espejo de nuestros propios miedos y traumas. Las metáforas son poderosas, y cuando se utilizan con inteligencia, pueden generar diálogos significativos —no solo sobre los horrores que enfrentan los personajes en la película, sino también sobre las luchas en nuestras propias vidas.
A veces, me encuentro en situaciones en las que el terror se manifiesta de manera diferente en mi mundo cotidiano, como la ansiedad que siente uno para el futuro o la pesada carga de las expectativas. Así como las mujeres en la película enfrentan sus demonios, todos nosotros también luchamos contra algo que nos aterra. El arte, en todas sus formas, es una forma de confrontar estos miedos.
Quizás la próxima vez que te sientes a ver una película de terror, te atrevas a descubrir no solo los sustos, sino también las verdades más profundas que se esconden tras cada llanto. Al final, como me gusta pensar, el verdadero terror a veces reside en nuestras propias historias no contadas. ¡Y quién sabe! Tal vez algunas de ellas estén listas para ser llevadas a la pantalla grande.
Así que, la próxima vez que suene un llanto, ¿qué relato estarás dispuesto a escuchar? ¿Cuál será la metáfora que te acompañe en tu camino? ¡Atrévete a encontrar respuestas!