La violencia sexual y su tratamiento judicial son temas que deben abordarse con sumo cuidado y responsabilidad. Sin embargo, lo que hemos presenciado recientemente en el caso de Elisa Mouliaá y el juez Íñigo Errejón es, sinceramente, un fiasco que nos deja con un sabor agridulce y una serie de preguntas en la cabeza. ¿Estamos realmente avanzando en la lucha contra la violencia de género, o simplemente estamos marcando tiempo en el reloj? Hoy vamos a desgranar este tema tan delicado, buscando entender las raíces de este problema y vislumbrar posibles soluciones.

Reflexionando sobre un caso doloroso

Imagínate por un momento lo que debe ser estar en el lugar de una víctima de violencia sexual. No solo enfrenta una violación a su integridad, sino que además debe revivir esos traumas durante un juicio que debería ser un espacio de justicia y no de revictimización. En el caso de Mouliaá, no se trata solo del hecho de que su testimonio fue interrumpido de forma constante, sino que su dolor se convirtió en un espectáculo para un tribunal que, en lugar de ofrecer apoyo, decidió burlarse. Aquí es donde la empatía juega un papel crucial.

Un sistema que parece fallar

Muchos de nosotros en la comunidad que trabaja por la igualdad de género hemos sido testigos (aunque quizás no con un testimonio tan público) de estos fallos del sistema. La Ley de Enjuiciamiento Criminal es clara: el juez debe permitir que la víctima narre su experiencia sin interrupciones. Pero, al parecer, algunas personas olvidan que están lidiando con vidas, con emociones, y no con un episodio de una serie dramática. A veces creo que en la formación judicial se olvidan de la más elemental verdad: las leyes están diseñadas para proteger a las personas, no para atormentarlas.

La cultura del machismo en el ámbito judicial

Y aquí es donde la conversación gira hacia la cultura que permea nuestro sistema judicial. Ciertamente, no es un caso aislado. Existen numerosas víctimas que han denunciado comportamientos inadecuados por parte de jueces y fiscales que siguen con la tradición de interrogar y ejecutar sus funciones con un tinte machista. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que estos incidentes continúen? Este tipo de actitudes pueden tener un efecto disuasorio para aquellas que consideren denunciar. Una de las cosas más preocupantes es cómo la perspectiva de la víctima se distorsiona cuando se miden sus palabras contra unos estándares desactualizados.

La importancia del consentimiento

El agresor puede argumentar mil cosas, pero a fin de cuentas, la Ley es clara sobre el consentimiento. “Solo sí es sí” debería ser nuestro mantra. En lugar de cuestionar la credibilidad de las víctimas, debemos enfatizar que el consentimiento es la base de todas las relaciones. Aquí es donde se presenta otra falla en nuestra cultura judicial. Al ver la falta de formación en materia de violencia de género, es como si estuviéramos tratando de aprender a montar en bicicleta sin ruedas.

Reformas necesarias en el sistema judicial

Las reformas son urgentes. Muchas voces están abogando por un cambio real, no medidas cosméticas que solen quedar en el aire. Desde la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género hasta la propuesta del Gobierno de crear escuelas de preparación para jueces y fiscales. Esto es absolutamente fundamental si queremos un sistema justo.

Ejemplos de cambio en acción

Recientemente, se han planteado más de 400 medidas a la mesa que estaban en el horizonte de las 200 existentes en 2017. No es broma; esto refleja una clara evolución en nuestro enfoque hacia la violencia de género. La nueva Ley de modernización de la Justicia podría ser un gran empujón inicial hacia un cambio necesario. Pero, ¿realmente estamos listos para esto? Como pasante en una oficina legal una vez, recuerdo cómo cada día sentía que la ley era un mar revuelto donde la justicia navegaba a duras penas.

La cuestión de la educación y la capacitación

Un aspecto clave en todas estas conversaciones es la necesidad de una educación integral. No se trata solo de cursos online sin regulación, sino de formación obligatoria que realmente tenga impacto. En la élite del poder judicial, como en cualquier otro ámbito, la combinación de teoría y práctica sólida es lo que hace la diferencia.

Un cambio de mentalidad

No se puede subestimar el poder de un cambio de mentalidad. Una vez organizamos una charla en nuestra comunidad sobre violencia sexual y tuve la oportunidad de hablar con un grupo de estudiantes de derecho. Era extremadamente interesante escucharlos compartir despreciables análisis de casos. A veces sentí que discutían como si fueran personajes de una película de serie B. El hecho de que estos futuros jueces y fiscales fueran incapaces de conectar emocionalmente con la realidad de las víctimas es algo que nos debe preocupar.

Hacia un futuro más justo

¿Y cómo se puede enfrentar esta situación con todo lo que hemos discutido? Primero y ante todo, cumpliendo la Ley. Si el consentimiento no está presente, no hay justificación posible. Pero, además de eso, se necesita una voz colectiva, un movimiento social que exija justicia y respeto en los tribunales.

La democratización del sistema judicial

Otra pieza del rompecabezas es la democratización del sistema judicial. Con propuestas como las de Pedro Sánchez, se busca un equilibrio en las oportunidades de ser juez o jueza. Todo el mundo merece tener las mismas oportunidades, ¿no crees?

La lucha continua

Así que aquí estamos en esta constante lucha por la igualdad de género y la eliminación de la violencia sexual. La indignación es válida, pero la acción es lo que verdaderamente cuenta. Vamos a seguir cada acción, cada reforma, cada paso en este camino hacia un cambio real.

Reflexiones finales

Si alguna vez has estado en una sala de tribunal, sabes que el ambiente puede volverse rápidamente hostil. Ahora imagina haber sido víctima de un crimen y tener que enfrentarte nuevamente a eso sin las herramientas necesarias a tu disposición. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de que las futuras generaciones no tengan que pasar por esta tortura.

En conclusión, este sistema necesita una limpieza a fondo. Nuestra sociedad merece un espacio donde se tomen en serio las denuncias de violencia de género. La justicia social no debe ser un ideal, sino una realidad palpable. ¡Es hora de actuar! ¿Con quién estás en esta lucha?


Espero que este artículo te deje con un buen puñado de reflexiones sobre el estado actual del sistema judicial ante la violencia de género y nos impulse a seguir adelante en la búsqueda de un mundo más justo.