Durante más de cinco décadas, el sueño de un nuevo aeropuerto en Nantes era un verdadero rompecabezas político y social. Mientras que algunos lo veían como el símbolo de progreso, otros lo consideraban una amenaza inminente para la diversidad ecológica y el bienestar de la comunidad. Este tira y afloja entre la modernidad y la tradición, entre lo urbano y lo rural, nos lleva a una interesante reflexión sobre el papel del cine en la lucha por los derechos y la preservación del medioambiente.
Un poco de historia: la ZAD y su resistencia
Para quienes no están familiarizados con el término, ZAD significa Zona a Defender. Esta área en Notre-Dame-des-Landes se convirtió en un símbolo de resistencia a proyectos que amenazaban la vida local y el medio ambiente. En 2018, el presidente Emmanuel Macron anunció que el proyecto del aeropuerto no seguiría adelante, lo que fue celebrado como una victoria monumental para los defensores de la ZAD. Pero ¿qué implicaciones tiene este lotos de resistencia? La historia se teje entre anécdotas de solidaridad comunitaria y visiones de un futuro sostenible.
Personalmente, me recuerda a las historias que escuchaba de mis abuelos, quienes contaban sobre cómo, en sus días, las comunidades se unían para proteger sus tierras de desarrolladores sin escrúpulos. Uno puede imaginarse a nuestros abuelos sentados alrededor de una mesa, compartiendo un café y hablando de cómo los intereses de unos pocos nunca deberían superar el bienestar de muchos. ¿No es eso lo que todos deseamos al final del día?
Direct action: un documental que incomoda
Los cineastas Guillaume Cailleau y Ben Russell decidieron capturar la esencia de esta lucha en su documental Direct Action. Este filme, que dura tres horas y media (sí, leyeron bien), nos aleja del mundo del cine convencional. Al no utilizar voces en off o textos de acompañamiento, nos obligan a reflexionar en vez de simplemente consumir información. Y, sinceramente, ¿quién en su sano juicio podría sostener su mirada en el reloj durante toda esa duración? Hay algo hermoso y desalentador en la idea de que el cine no siempre tiene que ser un espectáculo visual de fuegos artificiales y explosiones.
Al igual que en una buena película de misterio, donde cada imagen cuenta una historia, Cailleau y Russell nos ofrecen un viaje visual por la vida en la ZAD: campesinos trabajando la tierra que una vez estuvo destinada a la construcción de un aeropuerto, reuniones matutinas que parecen celebraciones de vida, y por supuesto, la inminente vigilancia de las autoridades. ¿Está el espectador preparado para asumir que no siempre hay un cierre feliz al final de la narrativa?
La cotidianidad como resistencia
A primera vista, Direct Action podría parecer un desafío, incluso una provocación. En un mundo donde estamos acostumbrados a la narración rápida, al apuro y al centelleo constante de las redes sociales, Cailleau y Russell nos hacen preguntarnos si realmente podemos disfrutar de la observación silenciosa. Con planos extendidos y una cinematografía que juega un juego de paciencia, esta película evoca reflexiones profundas sobre la vida cotidiana y el significado de resistencia.
Como alguien que a menudo se ha encontrado impaciente frente a una película que no parece moverse, tengo que admitir que me sentí algo incómodo al principio. Pero, a medida que el tiempo avanzaba, comencé a captar la esencia de lo que estaba sucediendo. Porque, después de todo, las grandes historias de resistencia no siempre son explosivas; a veces, son simplemente momentos de silencio entre personas que defienden lo que les pertenece.
Miradas cruzadas: ciertas realidades
Sin embargo, el conflicto no se ha disuelto con la renuncia al proyecto del aeropuerto. La lucha en Notre-Dame-des-Landes sigue viva. Las manifestaciones y los enfrentamientos con la policía continúan, y cada fragmento de la película nos recuerda que, aunque el gobierno se haya retractado, los problemas subyacentes de explotación de recursos naturales y la opresión estatal persisten. Y aquí viene la gran cuestión: ¿podemos nosotros, como espectadores, hacer algo al respecto?
La representante del movimiento ecologista Soulèvements de la Terre dice que el Estado teme el empoderamiento del ciudadano. Me detuve a pensar en cuánto ese miedo refleja la realidad de muchos movimientos sociales en todo el mundo. Si bien, a menudo, nos sentimos impotentes ante las grandes corporaciones y los gobiernos, ¿es posible que el poder resida en la acción colectiva y en el reconocimiento de nuestra responsabilidad individual?
Cine como herramienta de resistencia
Cailleau y Russell nos invitan a reflexionar: el cine tiene el potencial de transformar nuestra forma de ver el mundo. En una época en donde el entretenimiento parece haber tomado la delantera, ¿qué pasaría si comenzáramos a ver el cine como un vehículo para el cambio social? Las imágenes que vemos pueden influir en nuestras creencias y emociones, y en última instancia, pueden inspirar acción. Te lo digo en serio, la próxima vez que te sientes a ver una película, considera su mensaje. ¿Estamos ayudando a perpetuar una máquina o estamos fomentando el cambio?
La reflexión a la que nos induce Direct Action puede ser incómoda. En nuestra búsqueda de entretenimiento, ¿estamos dispuestos a comprometer la profundidad emocional y la verdad de la vida? Personalmente, esto me hace cuestionar cuántas películas he visto sin realmente captar la esencia de su mensaje. ¿Cuánto del cine que consumimos se convierte en mero ruido de fondo?
La búsqueda de un nuevo paradigma narrativo
Es fundamental explorar nuevas formas de contar historias. A menudo, se espera que las películas sigan ciertas fórmulas para ser consideradas «exitosas». Pero, como menciona el director mexicano Nicolás Pereda, esto puede limitar las posibilidades creativas. La búsqueda de un nuevo paradigma narrativo implica abrirse a diferentes estilos y enfoques, a la idea de que no todas las películas tienen que ofrecer un desenlace feliz y fácil.
En este sentido, la obra de Cailleau y Russell desafía las convenciones. Se alejan de los dramas sociales típicos y presentan un filme que nos obliga a sopesar y reflexionar sobre lo que estamos viendo. Eso requiere esfuerzo y compromiso de parte del espectador. Pero, ¿no es este un esfuerzo que vale la pena hacer?
Conclusiones: el poder de la comunidad y la reflexión
En una época donde estamos bombardeados por mensajes de consumo y entretenimiento literal, es imperativo recordar que el cine también puede ser una herramienta de transformación. La experiencia de todos aquellos que luchan en la ZAD contra el olvido y despojo nos ofrece una lección valiosa: la resistencia no siempre es escandalosa. A veces, surgen de pequeñas comunidades que persisten en su deseo de proteger lo que aman.
Entonces, la próxima vez que tengas la oportunidad de ver una película como Direct Action, considera lo que tienes frente a ti. Permítete salir del camino marcado por el entretenimiento convencional. Y tal vez, solo tal vez, empieces a ver el mundo a través de una nueva lente, donde cada resistencia cuenta y cada acción, por pequeña que sea, puede llevarnos hacia un futuro más sostenible y lleno de esperanza. Porque al final, ¿no es eso lo que todos queremos?