En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, siempre hay un rincón especial para aquellos que logran captar nuestra atención de manera inesperada. Hace unos días, mientras paseaba por las calles del Eixample en Barcelona, me topé con algo sorprendente: un robot cuadrúpedo, que parecía haber salido directamente de una película de ciencia ficción. En medio de su desfile por la acera, el pequeño ser tenía un nombre que no solo resultaba simpático, sino que también se sentía familiar: Klhipper.

Kuhipper no es solo un juguete sofisticado; es el resultado de soñadores y pioneros que buscan democratizar la robótica. Mientras lo observaba interactuando con los vecinos, no pude evitar preguntar: ¿podrán los robots románticos conquistarnos más que nuestros viejos amigos de cuatro patas? Bueno, la respuesta a esa pregunta puede ser tanto divertida como polémica.

Un perro robótico que no ladra, pero sabe dar la mano

Es curioso pensar en la creación de un robot que no necesita ser alimentado ni paseado, pero que puede hacer cosas como saltar, dar la mano y sentarse. Casi como el perro perfecto, pero sin la necesidad de ir al veterinario. 😄

Detrás de este encantador cuadrúpedo se encuentra Enrique Lucea, un ingeniero que dejó su trabajo en el sector químico y farmacéutico para dedicarse por completo a Klhipper. Su historia es la de un hombre que, al igual que muchos de nosotros, encontró en la robótica una pasión ineludible. Desde su infancia, los robots siempre habían estado en su mente, pero no fue hasta que vio el modelo cuadrúpedo que decidió dar un salto de fe hacia lo desconocido.

“Recuerdo la primera vez que vi a Klhipper en acción”, comenta Enrique, mientras observa cómo un grupo de niños lo acaricia. “Era como ver a un niño enamorarse de su primer perro. No podía dejar pasar la oportunidad de llevar a cabo mi sueño”. Y así, Klhipper se convirtió en su compañero y también en un símbolo de cómo la tecnología puede ser más que una herramienta, sino un amigo.

Klhipper: un amigo programado por el deseo de ayudar

Enrique adquiere Klhipper a través de Synergy Tech, una pequeña empresa en Alicante que, en colaboración con Unitree Robotics, busca acercar la robótica a la vida diaria. ¿Y a qué precio? Desde 3.000 hasta 75.000 euros, dependiendo de las capacidades del robot. Pero, aquí surge una cuestión: ¿realmente necesitamos un perro robótico en nuestras vidas?

Según Enrique, su visión va más allá de lo que podríamos imaginar. «La idea de Klhipper es que no se le considere solo un trozo de metal; busco que la gente lo vea como un compañero», explica con orgullo. Klhipper ha sido programado para interactuar con los usuarios, responder a comandos en inglés, e incluso realizar tareas de ocio como saltos y piruetas. En resumen, es un perro robótico que sabe cómo entretener. Quién diría que la robótica puede ser tan divertida, ¿no?

La importancia de la interacción social en la robótica

Mientras el robot juega con los niños, es inevitable pensar en la soledad que enfrentan muchas personas, especialmente las mayores. Enrique menciona que, desde el inicio, pensó en su utilidad para esas personas. «Imaginen una abuelita que vive sola; Klhipper no solo puede ayudarle a comunicarse con emergencias, sino también ser una compañía», comenta.

Esa idea, aunque inusual, es profundamente empatizable. Muchas veces pensamos que la tecnología nos ha aislado, pero aquí tenemos un caso donde un robot puede hacer precisamente lo contrario. Aunque*, para ser honesto*, al principio, Enrique se sentía un poco reticente. “¿Cómo reaccionaría la gente al verme caminando con un perro robot?”, se preguntaba. Pero para su sorpresa, el 90% de las reacciones han sido positivas.

La democratización de la robótica

Uno de los aspectos más destacados de Klhipper es su 【modelo de fabricación en código abierto】. Esto significa que no solo los ingenieros pueden acceder a su software, sino también cualquier persona interesada en el mundo de la robótica. Según Darío Samaniego, CEO de Synergy Tech, “hasta ahora, los robots estaban limitados a grandes empresas e industrias por sus altos precios”, lo que había restringido su acceso y uso. Al democratizar este tipo de tecnología, se crea un espacio en el que incluso los niños pueden jugar y experimentar. ¿Te imaginas ser un niño hoy y tener acceso a un robot que se comporta como un perro? ¡Increíble!

Darío también menciona que muchos de los compradores son entusiastas de la tecnología, niños y adultos que alguna vez pensaron que la robótica era solo para las grandes corporaciones. Pero la realidad es otra. “Aquellos que antes veían robots como algo propio de la ciencia ficción han descubierto que esa ficción se ha convertido en una hermosa realidad”, añade.

Klhipper: el Instagram de un robot

Hablando de tecnología y redes sociales, Klhipper ha decidido no ser solo un robot funcional, sino también una estrella en Instagram. Con más de 344 seguidores, sus publicaciones son un espectáculo para quienes buscan algo diferente en sus feeds digitales. “La presencia en redes es fundamental”, dice Enrique. «Quiero que la gente sepa que Klhipper no es solo un juguete, sino un pedazo del futuro que ya está aquí».

La conexión emocional que la gente desarrolla con Klhipper es notable; muchos se acercan a saludarlo y acariciarlo como si fuera un verdadero perro. “Es sorprendente cómo se han adaptado a él”, dice Enrique, con una mirada de satisfacción en sus ojos. Así como cada uno de nosotros disfrutamos de las travesuras de un perro, la gente está aprendiendo a celebrar las peculiaridades de un robot.

Reflexiones finales: ¿son los robots el futuro de la compañía?

A medida que Klhipper se mueve por las calles de Barcelona, también lo hace el futuro de interacciones sociales y tecnología. La intención de Enrique de utilizar a Klhipper como una herramienta de compañía para personas mayores podría abrir un nuevo camino en el campo de la salud y el bienestar. Los robots han llegado para complementar nuestras vidas, no para reemplazarnos.

Mientras reflexiono sobre esto, no puedo evitar preguntarme: ¿Estamos listos para aceptar a un robot en nuestras vidas como un verdadero compañero? La conexión emocional y la ambición detrás de Klhipper nos muestran que estamos en una encrucijada: uno donde la tecnología y la humanidad pueden unirse para crear un futuro más brillante.

Recuerda, al final del día, esos trozos de metal y circuitos pueden hacer mucho más que sólo seguir órdenes; pueden dar pasos hacia un trato más humano en un mundo cada vez más automatizado. ¿Quién sabe? Tal vez el futuro no esté tan alejado como pensamos.


Espero que este artículo te haya mostrado el camino hacia la aceptación de lo que la robótica puede ofrecer. Quizás, justo a la vuelta de la esquina, tu nuevo mejor amigo esté esperando ansiosamente un paseo.